Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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miércoles, 28 de abril de 2010

Amante de ensueño * capituLo 2

Hola mis consentidas lectoras!! aqui les dejo este segundo capitulo de amante de ensueño, ya saben que esta historia no es mia, sino de la maravillosa Sherrilyn Kenyon, espero que disfruten con el capitulo :)
Aahh.. otra cosita, este novela es para mayores de 18, contiene lemmon, y.. bla, bla, bla
Yo las habise.. disfruten!!
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Unas horas más tarde, Grace suspiró al abrir la puerta de su dúplex y poner el pie en el suelo encerado del vestíbulo. Dejó el montón de cartas que llevaba en la mano sobre la antigua mesa de alas abatibles, que decoraba el rincón adyacente a la escalera, y cerró la puerta tras ella, echando el pestillo. Las llaves fueron a parar al lado de la correspondencia.

Mientras se quitaba a tirones los zapatos negros de tacón, el silencio le golpeó los oídos y se le formó un nudo en la garganta. Todas las noches la misma rutina tranquila: entrar a un hogar vacío, clasificar el correo, leer un libro, llamar a Selena, comprobar el contestador e irse a la cama.

Selena tenía razón, la vida de Grace era una aburrida y escueta investigación sobre la monotonía.
A los veintinueve años, Grace estaba muy cansada de su vida.

¡Demonios!, incluso Jamie —el incansable buscador de tesoros nasales— comenzaba a parecer atractivo.

Bueno, quizás Jamie no. Y menos su nariz, pero seguro que había alguien ahí afuera, en algún lugar, que no era un cretino.

¿O no?

Mientras subía las escaleras, decidió que vivir de forma independiente no era tan espantoso. Al menos, tenía mucho tiempo para dedicar a sus entretenimientos favoritos.

O también podría buscar nuevos pasatiempos, pensaba mientras caminaba por el pasillo que llevaba a su dormitorio. Algún día, encontraría un entretenimiento divertido.

Cruzó la habitación y dejó caer los zapatos junto a la cama. No tardó nada en cambiarse de ropa.

Acababa de recogerse el pelo en una coleta cuando sonó el timbre.

Bajó de nuevo las escaleras para dejar pasar a Selena.

Tan pronto como abrió la puerta, su amiga le soltó enojada:

— No irás a ponerte eso esta noche, ¿verdad?

Grace echó un vistazo a los vaqueros llenos de agujeros y después se fijó en su enorme camiseta de manga corta.

— ¿Desde cuándo te preocupa mi aspecto? —Y entonces lo vio; en la enorme cesta de mimbre que Selena utilizaba para llevar las compras—. ¡Uf! No. Ese libro otra vez, no.

Con una expresión ligeramente irritada, Selena le contestó:

— ¿Sabes cuál es tu problema, Gracie?

Grace miró al techo, rogando a los cielos un poco de ayuda. Desafortunadamente, no la escucharon.

— ¿Cuál? ¿Que no me trastorna la luz de la luna y que no arrojo mi gordo y pecoso cuerpo sobre cualquier hombre que conozco?

— Que no tienes ni idea de lo encantadora que eres en realidad.

Mientras Grace se quedaba allí plantada, muda de asombro ante el poco frecuente comentario, Selena llevó el libro a la salita de estar y lo colocó sobre la mesita de café. Sacó el vino de la cesta y se dirigió a la cocina.

Grace no se molestó en seguirla. Había encargado una pizza antes de salir del trabajo, y sabía que Selena estaría buscando unas copas.

Empujada por un resorte invisible, Grace se acercó a la mesita donde estaba el libro.
Espontáneamente, extendió la mano y tocó la suave cubierta de cuero. Podría jurar que había sentido una caricia en la mejilla.

Qué ridiculez.

No crees en esta basura.

Grace pasó la mano por el cuero y notó que no había título, ni ninguna otra inscripción. Abrió la tapa.

Era el libro más extraño que había visto en su vida. Las páginas parecían haber formado parte, originariamente, de un rollo de pergamino, que más tarde había sido transformado en un libro

El amarillento papel se arrugó bajos sus dedos al pasar la primera página; en ella había un elaborado símbolo hecho a mano, formado por la intersección de tres triángulos y la atrayente imagen de tres mujeres unidas por varias espadas.

Grace frunció el ceño esforzándose por recordar si aquello podía ser una especie de antiguo símbolo griego.

Aún más intrigada que antes, pasó unas cuantas páginas y descubrió que estaba completamente en blanco, excepto aquellas tres hojas…

Qué extraño…

Debía de haber sido algún tipo de cuaderno de bocetos de un pintor, o de un escultor, decidió. Eso sería lo único que explicase que las páginas estuviesen en blanco. Algo tuvo que suceder antes de que el artista tuviera oportunidad de añadir algo más al libro.

Pero eso no acababa de explicar por qué las páginas parecían mucho más antiguas que la encuadernación…

Retrocedió hasta llegar al dibujo del hombre, y observó con atención la inscripción que había sobre él, pero no pudo sacar nada en claro. Al contrario que Selena, ella evitó las clases de lenguas antiguas en la facultad como si fueran veneno; y si no hubiese sido por su amiga, jamás habría superado aquella parte fundamental en su currículum.

— Definitivamente, creo que es griego —dijo sin aliento cuando volvió a mirar al hombre.

Era sorprendente. Absolutamente perfecto e incitante.

Increíblemente fascinante.

Cautivada por completo, se preguntó cuánto tiempo se tardaría en hacer un dibujo tan perfecto.
Alguien debía haber pasado años dedicado a la tarea; porque aquel tipo parecía estar preparado para saltar del libro y meterse en su casa.

Selena se detuvo en la entrada y observó cómo Grace miraba fijamente a Julián. Nunca la había visto tan extasiada desde que la conocía.

Bien.

Quizás Julián pudiese ayudarla.

Cuatro años eran demasiado tiempo.

Pero Paul había sido un cerdo narcisista y desconsiderado. Se había comportado de un modo tan cruel con Grace y con sus sentimientos, que incluso la había hecho llorar la noche que perdió la virginidad.

Y ninguna mujer merecía llorar. No cuando estaba con alguien que había prometido cuidar de ella.

Julián sería definitivamente bueno para Grace. Un mes con él y olvidaría todo lo referente a Paul. Y, una vez que descubriera lo bien que sabía el sexo compartido y real, se liberaría de la crueldad de Paul para siempre.

Pero, primero, tenía que conseguir que su testaruda amiguita fuese un poco más obediente.

— ¿Has encargado la pizza? —le preguntó mientras le ofrecía una copa de vino.

Grace la cogió con un gesto distraído. Por alguna razón, no podía apartar los ojos del dibujo.

— ¿Grace?

Parpadeó y se obligó a mirar hacia arriba.

— ¿Hum?

— Te pillé mirando —bromeó Selena.

Grace se aclaró la garganta.

— ¡Oh, por favor!, no es más que un pequeño dibujo en blanco y negro.

— Cielo, en ese dibujo no hay nada pequeño.

— Selena, eres mala.

— Completamente cierto. ¿Más vino?

Y como si hubiesen estado esperando el momento preciso, sonó el timbre.

— Yo voy —dijo Selena, colocando el vino en la mesita del teléfono para dirigirse al recibidor.
Unos minutos después, volvió a la salita. Hasta Grace llegó el maravilloso aroma de la enorme pizza de pepperoni y sus pensamientos dejaron a un lado el libro. Y al hombre cuya imagen parecía haberse grabado en su subconsciente.

Pero no resultó fácil.

De hecho, cada minuto que pasaba parecía más difícil.

¿Qué demonios le pasaba? Era la Reina de Hielo. Ni siquiera Brad Pitt o Brendan Fraser despertaban sus deseos. Y a ellos los veía en color.

¿Qué había de extraño en aquel dibujo?

¿En él?

Mordisqueó la pizza y se cambió de asiento. Se acomodó en un sillón en la otra punta de la sala, a modo desafío personal. Sí. Demostraría a Selena y al libro que ella dominaba la situación.

Después de cuatro porciones de pizza, dos pastelitos de chocolate, cuatro copas de vino y una película, se reían a más no poder tumbadas en el suelo sobre los cojines del sofá mientras veían Dieciséis velas.

— «Dices que es tu cumpleaños» —comenzó Selena a cantar, y acto seguido golpeó el suelo como si de unos bongos se tratara— «También es el mío».

Grace le golpeó la cabeza con un cojín y le dio la risa tonta al comprobar los efectos del vino.

— ¿Grace? —dijo Selena burlona—. ¿Estás achispada?

Grace volvió a reírse.

— Más bien, agradablemente contenta. Maravillosamente contenta.

Selena se rió de ella y le deshizo la coleta.

— Entonces, ¿estás dispuesta a hacer un pequeño experimento?

— ¡No! —gritó Grace con énfasis, sujetándose los mechones de pelo tras las orejas—. No quiero utilizar la Ouija, ni hacer lo del péndulo y te juro que si veo una sola carta del Tarot o una runa, te vomitaré encima los pastelitos.

Mordiéndose el labio, Selena cogió el libro y lo abrió.

Las doce menos cinco.

Sostuvo el dibujo para que Grace lo observara y señaló aquel increíble cuerpo.

— ¿Qué opinas de él?

Grace lo miró y sonrió.

— Está para relamerse, ¿verdad?

Bueno, definitivamente la cosa iba progresando. No conseguía recordar la última vez que Grace le había dedicado un cumplido a un hombre. Movió juguetonamente el libro frente al rostro de su amiga.

— Venga, Gracie. Admítelo. Deseas a este bombón.

— Si te digo que no le dejaría salir de mi cama ni a cambio de unas galletas saladas, ¿me dejarías en paz?

— Puede. ¿A qué más renunciarías por mantenerlo en tu cama?

Grace puso los ojos en blanco y apoyó la cabeza sobre un cojín.

— ¿A comer sesos de mono a la plancha?

— Ahora soy yo la que va a vomitar.

— No estás prestando atención a la película.

— Lo haré si pronuncias este hechizo tan cortito.

Grace alzó las manos y suspiró. Sabía que no merecía la pena discutir con Selena… tenía aquella expresión. No se detendría hasta salirse con la suya, ni aunque cayese un meteorito sobre ellas en ese mismo momento.

Además, ¿qué había de malo? Ya hacía mucho tiempo que sabía que ninguno de los estúpidos rituales y encantamientos de Selena funcionaban.

— Vale, si así te sientes mejor, lo haré.

— ¡Sí! —gritó Selena y la agarró de un brazo para ponerla en pie—. Necesitamos salir al porche.

— Muy bien, pero no voy a cortarle el cuello a un pollo, ni voy a beber nada asqueroso.

Con la sensación de ser una niña a la que habían dejado dormir en casa de una amiga, y que acababa de perder en el juego de Verdad-Atrevimiento, dejó que Selena la precediera a través de la puerta corredera de cristal que daba al porche. El aire húmedo llenó sus pulmones, escuchó a los grillos cantar y descubrió miles de estrellas brillando sobre su cabeza. Grace supuso que era una noche perfecta para invocar a un esclavo sexual.

Se rió por lo bajo.

— ¿Qué quieres que haga? —le preguntó a Selena—. ¿Pedir un deseo a un planeta?

Selena negó con la cabeza y la colocó en mitad de un rayo de luna que se colaba entre los árboles y el alero del tejado. Le ofreció el libro.

— Apóyalo en el pecho y abrázalo con fuerza.

— ¡Oh, nene! —dijo Grace con fingido deseo mientras envolvía amorosamente el libro con sus brazos y lo acercaba a su pecho, como si de un amante se tratara—. Me pones tan cachonda… No puedo esperar a hundir mis dientes en ese maravilloso cuerpo que tienes.

Selena se rió.

— Para. ¡Esto es serio!

— ¿Serio? Por favor. Estoy aquí fuera en mitad del porche, el día de mi trigésimo cumpleaños, descalza, con unos vaqueros a los que mi madre les prendería fuego y abrazando un estúpido libro para invocar a un esclavo sexual griego que está en el más allá —miró a Selena—. Sólo conozco una manera de hacer que esto sea aún más ridículo…

Sosteniendo el libro con una sola mano, extendió los brazos a ambos lados, echó la cabeza hacia atrás y comenzó a rogar al oscuro cielo:

— ¡Oh! Fabuloso esclavo sexual, llévame contigo y hazme todas las cosas escandalosas que sepas. Te ordeno que te levantes —dijo, alzando las cejas.

Selena resopló.

— Así no es como debes hacerlo. Tienes que decir su nombre tres veces.

Grace se enderezó.

— Esclavo sexual, esclavo sexual, esclavo sexual.
Con los brazos en jarras, Selena le lanzó una furiosa mirada.

— Julián de Macedonia.

— ¡Oh! Lo siento —dijo Grace volviendo a apretar el libro sobre el pecho, y cerrando los ojos—. Ven y alivia el dolor que siento en mis partes bajas, ¡Oh! Gran Julián de Macedonia, Julián de Macedonia, Julián de Macedonia —se giró para mirar a Selena—. ¿Sabes? Esto es un poco difícil de pronunciar tres veces seguidas, y tan rápido.

Pero su amiga no le prestaba la más mínima atención. Estaba muy ocupada mirando por todos lados, esperando la aparición de un apuesto extraño.

Grace acababa de poner otra vez los ojos en blanco, cuando un ligero soplo de viento cruzó el patio y un suave aroma a sándalo las envolvió. Volvió a inhalar para recrearse de nuevo en el agradable olor antes de que se evaporara, y entonces la brisa desapareció, dejando de nuevo el caluroso y húmedo bochorno, típico de una noche de agosto.

De repente, se escuchó un débil sonido procedente del patio trasero, y las hojas de los arbustos se movieron.

Arqueando una ceja, Grace contempló como las plantas se mecían. Y entonces, el diablillo que había en ella cobró vida.

— ¡Oh, Dios mío! —farfulló y señaló a un arbusto del patio trasero—. ¡Selena, mira allí!
Selena se giró a toda prisa ante el nerviosismo de Grace. Un enorme seto se mecía como si hubiese alguien detrás.

— ¿Julián? —le llamó Selena, y dio un paso hacia delante.

El arbusto se inclinó y, súbitamente, un siseo y un miau rompieron el silencio, un segundo antes de que dos gatos cruzaran el patio como una exhalación.

— Mira, Lanie. Es el señor Don Gato que viene a poner fin a mi celibato —sostuvo el libro con un brazo y se llevó el dorso de la mano a la frente, en un simulacro de desmayo—. ¡Oh, ayúdeme Señora de la Luna! ¿Qué voy a hacer con las atenciones de tan desacertado pretendiente? Ayúdeme rápido, antes de que me mate a causa de la alergia.

— Dame ese libro —le espetó Selena quitándoselo de un tirón. Regresó a la casa mientras pasaba las páginas—. ¡Joder!, ¿qué he hecho mal?

Grace abrió la puerta para que Selena pasara al fresco interior de la sala.

— No hiciste nada mal, cielo. Esto es absurdo. ¿Cuántas veces tengo que decirte que hay un viejecillo sentado en la parte trasera de un almacén, escribiendo toda esta porquería? Apostaría a que ahora mismo está partiéndose de la risa por lo imbéciles que hemos sido.

— Quizás era necesario hacer algo más. Me juego lo que sea a que hay algo en los primeros párrafos que no puedo interpretar. Debe ser eso.

Grace cerró la puerta de cristal y suplicó un poco más de paciencia.

Y me llama testaruda, ¡a mí!

El teléfono sonó en ese instante y, al contestarlo, Grace escuchó la voz de Bill preguntado por Selena.

— Es para ti —dijo alargándole el auricular.

Selena lo cogió.

— ¿Sí? —se mantuvo en silencio unos minutos. Grace podía escuchar la voz nerviosa de Bill. Por la repentina palidez del rostro de su amiga, dedujo que algo había pasado.

— Vale, vale. Llegaré enseguida. ¿Estás seguro de que te encuentras bien? Vale, te quiero. Voy de camino… no hagas nada hasta que yo llegue.

Grace sintió un horrible nudo en el estómago. Una y otra vez, volvía a ver al policía en la puerta de su dormitorio, y a escuchar su desapasionada voz: Siento mucho informarle…

— ¿Qué pasa? —preguntó Grace.

— Bill se ha caído jugando a baloncesto y se ha roto un brazo.

Dejó escapar el aliento más tranquila. Gracias Señor, no ha sido un accidente de coche.

— ¿Se encuentra bien?

— Dice que sí. Sus amigos le llevaron a un médico de guardia que le hizo una radiografía antes de que se marcharan. Me dijo que no me preocupara, pero creo que es mejor que vuelva a casa.

— ¿Quieres que te lleve en mi coche?

Selena negó con la cabeza.

— No, has tomado demasiado vino; yo he bebido menos. Además, estoy segura de que no es nada serio. Pero ya sabes lo aprensiva que soy. Quédate aquí y disfruta de lo que queda de película. Te llamaré mañana por la mañana.

— Vale. Avísame si es grave.

Selena cogió el bolso y sacó las llaves. Se detuvo a mitad de camino y le alargó el libro a Grace.

— ¡Qué demonios! Quédatelo. Supongo que en los próximos días te ayudará a reírte a carcajadas cada vez que te acuerdes de lo idiota que soy.

— No eres idiota. Simplemente, un poco excéntrica.

— Eso es lo que decían de Mary Todd Lincoln. Hasta que la encerraron.

Grace cogió el libro, riéndose a carcajadas, y observó como Selena caminaba hacia su coche.

— Ten cuidado —gritó desde la puerta—. Y gracias por el regalo, y por lo que esté por venir.

Selena le dijo adiós con la mano antes de subirse a su Jeep Cherokee de color rojo brillante y alejarse.

Con un suspiro de cansancio, Grace cerró la puerta, echó el pestillo y arrojó el libro al sofá.

— No te vayas a ningún lado, esclavo sexual.

Grace se rió de su propia estupidez. ¿Acabaría alguna vez Selena con todas aquellas majaderías?
Apagó el televisor y llevó los platos sucios al fregadero. Mientras lavaba las copas, vio un repentino fogonazo.

Durante un segundo, pensó que se trataba de un relámpago.

Hasta que se dio cuenta de que había sido dentro de la casa.

— ¿Qué dem…?

Soltó la copa y fue hacia la salita de estar. Al principio no vio nada. Pero según se acercaba a la puerta, percibió una presencia extraña. Algo que le puso la piel de gallina.

Entró en la estancia con mucho cuidado y vio una figura alta, de pie delante del sofá. Era un hombre. Un hombre muy apuesto. ¡Un hombre desnudo!

Por y paRa siempRe * CapítuLo 13

Hola!! Perdón por el retraso, por no haber publicado antes, pero tuve algunos problemas, pero ya estan todos solucionados :)
Este capitulo es mas cortito que los demas, pero no queria dejarles mas dias sin publicar nada..
En fin.. disfruten del capituLo!!
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Hacia muy poco que me había quedado dormida, cuando sonó el teléfono, me estaban llamando, era Edward. Y aunque trate en los dos últimos días de olvidarme de él, en el mismo momento que escuche su voz, se me olvido todo.

-Es demasiado tarde?- preguntó con una voz dulce

Observe los números del despertador, y confirme que si, que era demasiado tarde, pero aun así, dije que no.

-No, no pasa nada

-Estabas dormida?

-Casi

-Me preguntaba si podría pasarme por ahí

-Es.. no es buena idea- le conteste mientras volvía a mirar el despertador

-Siento no haberte visto en el comedor, me marche después de la clase de lengua

-No pasa nada- le digo, aunque la verdad no sabia muy bien que decirle, ya que Edward y yo no somos pareja, y por tanto él no tiene porque darme explicaciones

-Seguro que es demasiado tarde?- volvió a preguntar en tono de persuasivo- Tengo muchas ganas de verte, y no me quedaría mucho rato

-Nos veremos mañana en clase de lengua- respondí mientras sonreía por el cambio de actitud de Edward

-Que te parece si te llevo al instituto?- su tono de voz, casi logró convencerme de que todo había cambiando. Borrón y cuenta nueva.

Pero aun así no logro convencerme.

-Tengo que pasar a buscar a Alice, nos vemos mañana en clase- y dicho eso, colgué, y tire el teléfono al otro lado de la cama.

····························

Como Alice se retraso, yo también me retrase, y cuando llegamos al aparcamiento del instituto, estaban todas la places ocupadas, excepto una, la mas deseada por todos los alumnos, la que estaba al lado de la puerta de entrada. Y mira tú por donde, estaba al lado del coche de Edward.

-Como lo has echo? -Preguntó Alice saliendo del coche y mirando a Edward

-Hacer que?- dijo Edward clavando la mirada en mi

-Reservar este sitio! Hay que ser de los primero, cuando empieza el curso, para poder tener los sitios privilegiados en el aparcamiento

Edward se río, mientras buscaba mi mirada con la suya. Pero yo solo lo salude con un ligero movimiento de cabeza

-Las clases van a empezar- dije mientras me dirigía a la verja de la entrada

························

-Oye, donde esta mi rosa?- preguntó Jessica mientras Edward y yo entrabamos a clase

-Lo siento, pero hoy no hay- contesto Edward mientras me observaba con la mirada y se reía.

Me senté deprisa en mi lugar, no quería ver la cara de la engreída de Jessica

-Porque tanta prisa? la señorita Angela no va a venir- dijo Edward inclinándose hacia mi

-Como sabes que..?- me calle antes de continuar hablando, como podía saber Edward que la señorita Angela no vendría?

-Es que vi a la sustituta, parecía muy perdida, y la acompañe a la sala de profesores, pero dime, que he echo para que estés tan enfadada conmigo?

Levante la mirada, y a parte de Edward, vi a Jessica y a Lauren como miraban en mi dirección, y me fulminaban con la mirada

-Pasa de ellas, les faltan neuronas- susurro Edward mientras apoyaba su mano encima de la mía- Siento no haber aparecido últimamente, pero tenia visita y no me podía escapar

-Esa visita era Tanya?- en el momento que hice la pregunta, me arrepentí, sonaba muy celosa, cuando tendría que haber sido fría y controlada. Me intentaba convencer de que desde que había aparecido Tanya nada había cambiado, pero no era así.

-Bella..- empezó a decir EdwardEn el momento que lo miro, su mirada me hipnotizo, caí presa de su hechizo, como un imán al irresistible magnetismo

-No es lo que piensas Bella- yo aparte la mirada diciendo en un murmullo no audible: “Tú no tienes ni idea de lo que yo pienso”- Dejame recompensarte, dejame sorprenderte, dejame llevarte a un sitio especial, por favor.

-Ya veremos

·························

Cuando salí de la clase de historia, Edward me estaba esperando a la salida, recostado contra la pared.

-Deja que deje mi mochila en la taquilla y vamos a comer

-No hará falta que la dejes, tu sorpresa empieza ahora

-Sorpresa?- pregunte en el mismo momento que me perdía en su mirada, y en el mundo solo estábamos él y yo.

-Verás, voy a llevarte a un sitio especial.. uno tan especial, que me perdonaras

-Y que pasa con las clase? Vamos a irnos el resto del día?- pregunte mientras cruzaba los brazos.
Edward se puso a reír, mientras se acercaba a mi, y acercaba sus labios a mi cuello

-Si

-Como?- pregunte, sabiendo que en realidad hubiera tenido que decir “No”

-No te preocupes- dijo con una sonrisa, mientras me agarraba la mano- Siempre estarás a salvo conmigo

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Hola mis dulces lectoras!! les gustó este capitulo? dejen sus comentarios, son muy importantes!!
LasQuiieRo!!
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sábado, 24 de abril de 2010

Amante de ensueño * capítuLo 1

— Cielo, necesitas que te echen un buen polvo.

Grace Alexander se estremeció al escuchar el grito de Selena en mitad del pequeño café de Nueva Orleáns, donde se encontraban apurando los restos del almuerzo, consistente en judías rojas con arroz. Desafortunadamente para ella, la voz de su amiga poseía un encantador timbre agudo que podía hacerse oír incluso en mitad de un huracán.

Y que en esta ocasión, fue seguido de un repentino silencio en el atestado local.

Al echar un vistazo a las mesas cercanas, Grace percibió que los hombres dejaban de hablar, y se giraban para observarlas con mucho más interés del que a ella le gustaría.

¡Jesús! ¿Aprenderá alguna vez Selena a hablar en voz baja? O peor aún, ¿qué será lo próximo que haga, quitarse la ropa y bailar desnuda sobre las mesas?

Otra vez.

Por enésima vez desde que se conocieron, Grace deseaba que Selena pudiese sentirse avergonzada. Pero su vistosa, y a menudo extravagante, amiga no conocía el significado de dicha palabra.

Se tapó la cara con las manos e hizo lo que pudo por ignorar a los curiosos mirones. Un deseo irrefrenable de deslizarse bajo la mesa, acompañado de una urgencia aún mayor de darle una buena patada a Selena, la consumían.

— ¿Por qué no hablas un poquito más alto, Lanie? —murmuró—. Supongo que los hombres de Canadá no habrán podido escucharte.

— Oh, no lo sé —dijo el guapísimo camarero moreno al detenerse junto a su mesa—. Seguramente se dirigen hacia aquí mientras hablamos.

Un calor abrasador tomó por asalto las mejillas de Grace ante la diabólica sonrisa que le dedicó el camarero, obviamente en edad de acudir a la universidad.

— ¿Puedo ofrecerles algo más, señoras? —preguntó, y después miró directamente a Grace—. O para ser más exactos, ¿hay algo que pueda hacer por usted, señora?

¿Qué tal una bolsa con la que taparme la cabeza y un garrote para golpear a Lanie?

— Creo que ya hemos acabado —contestó Grace con las mejillas ardiendo. Definitivamente, mataría a Selena por esto—. Sólo necesitamos la cuenta.

— Muy bien, entonces —dijo sacando la nota, y escribiendo algo en la parte superior del papel. La colocó justo delante de Grace—. Puede hacerme una llamadita si necesita cualquier cosa.

Una vez el camarero se marchó, Grace se dio cuenta de que había anotado su nombre y su teléfono en la parte superior del papel.

Selena le echó un vistazo y soltó una carcajada.

— Espera y verás —le dijo Grace, reprimiendo una sonrisa mientras calculaba el importe de la mitad de la cuenta con su Palm Pilot—. Me las pagarás.

Selena ignoró la amenaza y se dedicó a buscar el dinero en su bolso adornado con cuentas.

— Sí, sí. Eso lo dices ahora. Si yo estuviese en tu lugar, marcaría ese número. Es monísimo el chico.

— Jovencísimo —corrigió Grace—. Y creo que voy a pasar. Lo último que necesito es que me encierren por corrupción de menores.

Selena paseó la mirada por el preciso lugar donde el camarero esperaba, con una cadera apoyada en la barra.

— Sí, pero don Soy Igualito a Brad Pitt, que está ahí enfrente, bien lo merece. Me pregunto si tendrá algún hermano mayor…

— Y yo me pregunto cuánto estaría dispuesto a pagar Bill por saber que su mujer se ha pasado todo el almuerzo comiéndose con los ojos a un chaval.

Selena resopló mientras dejaba el dinero sobre la mesa.

— No me lo estoy comiendo. Lo estoy evaluando para ti. Después de todo, era de tu vida sexual de lo que hablábamos.

— Bueno, mi vida sexual es sensacional y no le interesa a la gente que nos rodea. —Y tras soltar el dinero en la mesa, cogió el último trozo de queso y se encaminó hacia la puerta.

— No te enfades —le dijo Selena mientras salía tras ella a la calle, atestada de turistas y de los clientes habituales de los establecimientos de Jackson Square.

Las notas de jazz de un solitario saxofón se escuchaban por encima de la cacofonía de voces, caballos y motores de automóviles; una oleada de calor típico de Louisiana las recibió al salir a la calle.

Intentado no hacer caso del aire, tan espeso que dificultaba la respiración, Grace se abrió camino entre la multitud y los tenderetes ambulantes, dispuestos a lo largo de la valla de hierro que rodeaba Jackson Square.

— Sabes que es cierto —le dijo Selena una vez la alcanzó—. Quiero decir, ¡Dios mío, Grace!, ¿cuánto hace? ¿Dos años?

— Cuatro —contestó ella con aire ausente—. ¿Pero a quién le interesa llevar la cuenta?

— ¿Cuatro años sin tener relaciones sexuales? —repitió Selena incrédula.

Varios mirones se detuvieron, curiosos, para observar alternativamente a Selena y a Grace.

Ajena —como era habitual en ella— a la atención que despertaban, Selena continuó sin detenerse.

— No me digas que tú has olvidado que estamos en plena Era de la Electrónica. O sea, vamos a ver, ¿alguno de tus pacientes sabe que llevas tanto tiempo sin echar un polvo?

Grace acabó de tragarse el trozo de queso y le dedicó a su amiga una desagradable y furiosa mirada. ¿Es que la intención de Selena era la de gritar a todo pulmón, en plena Vieux Carre, sus asuntos personales a todo humano y caballo que pasara por la zona?

—Baja la voz —le dijo, y añadió con sequedad—, no creo que sea de la incumbencia de mis pacientes si soy o no la reencarnación de la Virgen. Y con respecto a la Era de la Electrónica, no quiero tener una relación con algo que viene acompañado de una etiqueta con advertencias y unas pilas.

Selena soltó un bufido.

— Sí, vale, oyéndote hablar se diría que la mayoría de los hombres deberían venir acompañados de una etiqueta con esta advertencia: —alzó las manos para enmarcar la siguiente afirmación— Atención, por favor, Alerta Psíquica. Yo, macho-man, soy propenso a sufrir horribles cambios de humor, y a poner caras largas, y poseo la habilidad de decir la verdad a una mujer sobre su peso, sin previo aviso.

Grace soltó una carcajada. Había soltado de carretilla, en innumerables ocasiones, ese discursito sobre las etiquetas que deberían llevar los hombres.

— Ah, ya lo entiendo, Doctora Amor —dijo Selena imitando la voz de la doctora Ruth—. Usted se limita a sentarse y escuchar cómo sus pacientes le largan todos los detalles íntimos de sus encuentros sexuales, mientras usted vive como un miembro vitalicio del "Club de las Bragas de Teflón". —bajando la voz, Selena añadió:— No puedo creer que después de todo lo que has escuchado en tus sesiones, nada haya conseguido revolucionar tus hormonas.

Grace le lanzó una mirada divertida.

— Bueno, a ver, soy una sexóloga. No me beneficiaría mucho que mis pacientes se dedicaran a hacerme experimentar la petit mort mientras echan fuera todos sus problemas. En serio, Lanie, perdería el título.

— Pues no entiendo cómo puedes aconsejarles, cuando ni siquiera te acercas a un hombre.

Haciendo una mueca, Grace comenzó a caminar hacia el lado opuesto de la plaza, justo frente a la Oficina de Información Turística, donde Selena había instalado su puestecillo para echar las cartas y leer las líneas de las manos. Cuando llegó al tenderete —una mesa cubierta con una faldilla de color morado intenso—, suspiró.

— Sabes que no me importaría quedar con un hombre que se mereciera que me depilara las piernas. Pero la mayoría resulta ser una pérdida de tiempo tan evidente que prefiero sentarme en el sofá y ver las reposiciones de Hee Haw.

Selena le dedicó una expresión irritada.

— ¿Qué tenía de malo Gerry?

— Mal aliento.

— ¿Y Jamie?

— Le encantaba hurgarse en la nariz. Especialmente durante la cena.

— ¿Tony?

Grace miró a Selena y ésta alzó las manos.

— Vale, quizás tuviera un pequeño problema con lo de las apuestas. Pero es que todos necesitamos distraernos con algo.

Grace la miró furiosa.

— Eh, Madam Selene, ¿ya has regresado de almorzar? —le preguntó Sunshine desde el puestecillo situado justo al lado del suyo, en el que vendía objetos de loza y dibujos, hechos por ella.

Unos años más joven que ellas, Sunshine tenía una larga melena negra y siempre llevaba ropas que a Grace le hacían pensar que estaba delante de un hada. Su vestimenta de hoy consistía en una liviana falda blanca, que hubiese resultado obscena de no ser por los leotardos rosados que llevaba debajo, y una preciosa camisa de estilo medieval.

— Sí, ya he vuelto —le contestó Selena mientras se arrodillaba para abrir la tapa del carrito de la compra que todas las mañanas aseguraba a la verja de hierro con una de esas cadenas que se usan para las bicicletas—. ¿Algo interesante durante mi ausencia?

— Un par de chicos cogieron una de tus tarjetas, y dijeron que regresarían después de comer.

— Gracias —dijo Selena guardando el monedero en el carro, sacó la caja de puros azul donde guardaba el dinero y las cartas de tarot —siempre envueltas en un pañuelo de seda negra—, y un delgado, pero gigantesco, libro con tapas de cuero marrón que Grace no había visto nunca.

Selena se colocó su enorme pamela de paja, se dio la vuelta y se puso en pie.

— ¿Tus artículos tienen los precios marcados? —preguntó a Sunshine.

— Sí —le contestó ésta mientras cogía su monedero—. Sigo diciendo que trae mala suerte; pero al menos, si alguien quiere saber lo que valen cuando no estoy, puede averiguarlo.

Una motocicleta de aspecto desastroso frenó a cierta distancia.

— ¡Eh, Sunshine! —gritó el conductor—. Mueve el culo. Tengo hambre.

La chica le saludó sin hacer caso a la orden.

— No me agobies o comerás tú sólo —le contestó mientras caminaba sin prisas hacia él, y se subía a la parte trasera de la moto.

Grace movió la cabeza mientras les observaba. Sunshine necesitaba que alguien le aconsejara sobre sus citas, mucho más que ella. Les siguió con la mirada mientras pasaban delante del Café du Monde.

— ¡Oh! Un beignet sería un estupendo postre.

— La comida no puede sustituir al sexo —le dijo Selena mientras colocaba las cartas y el libro sobre la mesa—. ¿No es eso lo que siempre dices…?

— De acuerdo, el punto es tuyo. Pero, Lanie, en serio, ¿a qué viene este repentino interés en mi vida sexual? Mejor dicho, en mi falta de ella.

Selena cogió el libro.

— A que tengo una idea.

El escalofrío que sintió ante las palabras de Selena le llegó hasta los huesos, y eso que el calor era agobiante. Y ella no se asustaba fácilmente. Bueno, a no ser que su amiga estuviera involucrada con una de sus ideas típicas de "mamá gallina".

— ¿No será otra sesión de espiritismo?

— No, esto es mejor.
En su interior, Grace se encogió y comenzó a preguntarse qué sería de su vida en esos momentos si hubiese tenido una compañera de habitación normal el primer año en Tulane, en lugar de Selena Quiero Ser Una Gitana Traviesa. De algo estaba segura: no estaría discutiendo de su vida sexual en medio de una calle llena de gente.

En ese momento, se fijó en lo diferentes que eran. Ella soportaba el húmedo calor con un ligero vestido sin mangas de seda color crema, de Ralph Lauren, y llevaba el pelo oscuro recogido en un sofisticado moño. En contraste, Selena llevaba una larga y vaporosa falda negra con un ceñido top de tirantes morado que apenas le cubría sus generosos senos. El pelo castaño y rizado, que le llegaba a los hombros, estaba recogido con un pañuelo de seda negra, con motas semejantes a las de un leopardo. El atuendo se completaba con unos enormes pendientes de plata, en forma de luna llena, que colgaban prácticamente hasta los hombros. Sin mencionar el yacimiento de plata que se había colocado en ambas muñecas, en forma de ciento cincuenta pulseras. Pulseras que tintineaban cada vez que se movía.

La gente siempre había reparado en sus diferencias físicas, pero ella sabía que Selena escondía una mente astuta y una gran inseguridad bajo su «exótico» atuendo. Por dentro, se parecían mucho más de lo que cualquiera podía imaginar.

Excepto en la extraña creencia que Selena había desarrollado por el ocultismo.

Y en su insaciable apetito sexual.

Acercándose a ella, Selena dejó el libro en las manos —poco dispuestas a cogerlo— de Grace y comenzó a pasar hojas. Se las arregló para no dejarlo caer.

Y para no poner los ojos en blanco por la exasperación que la invadía.

— Encontré esto el otro día, en esa vieja librería que hay junto al Museo de Cera. Estaba cubierto por una montaña de polvo; intentaba encontrar un libro sobre psicometría cuando de repente vi éste, ¡Voilà! —dijo señalando triunfalmente a la página.

Grace miró el dibujo y se quedó con la boca abierta.

Jamás había visto algo parecido.

El hombre del dibujo era fascinante, y la pintura estaba realizada con asombroso detalle. Si no fuese por las marcas dejadas en la página al haber sido impresa, se diría que se trataba de una fotografía actual de alguna antigua estatua griega.

No, se corrigió a si misma: de un dios griego. Estaba claro que ningún mortal podía jamás tener esa pinta tan fantástica.

Gloriosamente desnudo, el tipo exudaba poder, autoridad y una aplastante y salvaje sexualidad. Aunque su pose pareciera ser casual, daba la sensación de estar contemplando un depredador listo para ponerse en acción en cualquier momento.

Las venas se le marcaban en aquel cuerpo perfecto que prometía poseer una fuerza inigualable, diseñada específicamente para proporcionar placer a una mujer.

Con la boca seca, Grace observó los músculos, que tenían las proporciones adecuadas para su altura y su peso. Contempló la profunda hendedura que separaba los duros pectorales y bajó hasta el estómago —esculpido con forma de tableta de chocolate—, que suplicaba ser acariciado por una mano femenina.

Y entonces llegó al ombligo.

Y después a…

Bueno, no se les había ocurrido tapar aquello con una hoja de parra. ¿Y por qué deberían haberlo hecho? ¿Quién, en su sano juicio, iba a querer ocultar unos atributos masculinos tan estupendos? Y siguiendo con aquella línea de pensamiento, ¿quién necesitaría un artilugio con pilas teniendo aquello en su casa?

Se humedeció los labios y volvió a la cara.

Mientras contemplaba los afilados y apuestos contornos del rostro, y los labios —con una diabólica sonrisa apenas esbozada—, le asaltó la imagen de una ligera brisa agitando esos rubios mechones, aclarados por el sol, que se ensortijaban alrededor del cuello, especialmente diseñado para cubrirlo de húmedos besos. Y de aquellos penetrantes ojos de color azul metálico, mientras alzaba una lanza sobre la cabeza, y gritaba.

El sofocante aire que le rodeaba se estremeció ligeramente de forma repentina, y le acarició las partes de su cuerpo expuestas a la brisa.

Casi podía escuchar el profundo timbre de la voz del tipo, y sentir cómo aquellos musculosos brazos la envolvían y la atraían hacia un pecho duro como una roca, mientras su cálido aliento le rozaba la oreja.

Percibía unas manos fuertes y expertas que vagaban por su cuerpo, y le proporcionaban un deleite exquisito, mientras buscaban sus más recónditos lugares.

Un escalofrío le recorrió la espalda y el cuerpo comenzó a palpitarle en zonas donde nunca había pensado que aquello pudiese ocurrir. Sentía un dolor fiero y exigente que jamás había experimentado.

Parpadeó y volvió a mirar a Selena, para ver si también ella se había visto afectada del mismo modo. Pero si así era, no daba señales de ello.

Debía estar alucinando. ¡Exacto! Las especias de las judías le habían llegado al cerebro y lo habían convertido en papilla.

— ¿Qué opinas de él? —le preguntó Selena, mirándola por fin a los ojos.

Grace se encogió de hombros, en un esfuerzo por olvidar la hoguera que abrasaba su cuerpo.
Pero sus ojos volvieron a demorarse en las perfectas formas del hombre.

— Se parece a un paciente que tuvo cita ayer.

Bueno, no era exactamente cierto… el chico que había estado en su consulta era medianamente atractivo, pero nada que ver con el hombre del dibujo.

¡Jamás había visto algo así en toda su vida!

— ¿De verdad? —los ojos de Selena adquirieron un matiz oscuro que pronosticaba el comienzo de su sermón sobre las oportunidades de conseguir una cita y la intervención del destino.

— Sí —dijo cortando a Selena antes de que pudiese comenzar a hablar—. Me dijo que era una lesbiana atrapada en el cuerpo de un hombre.

Selena abrió la boca, muda de asombro. Cogió el libro, quitándoselo a Grace de las manos, y lo cerró con fuerza mientras la miraba furiosa.

— Siempre conoces a las personas más extrañas.

Grace alzó una ceja.

— Ni se te ocurra decirlo —dijo Selena mientras ocupaba su sitio habitual tras la mesa. Colocó el libro a su lado—. Te lo advierto; esto —dijo, dando dos golpecitos al libro— es lo que estás buscando.

Grace miró fijamente a su amiga mientras pensaba en lo absolutamente convincente que parecía Madam Selene —autoproclamada Señora de la Luna—, sentada tras sus cartas de tarot, con aquella mesa morada, y el misterioso libro bajo las manos. En ese momento, casi podía creer que Selena era en realidad una esotérica gitana.

Si creyera en esas cosas.

— Vale —dijo Grace dándose por vencida—. Deja de hablar con rodeos y dime qué tienen que ver ese libro y ese dibujo con mi vida sexual.

El rostro de Selena adoptó una expresión bastante seria.

— El tipo que te he enseñado… Julián… es un esclavo sexual griego que está obligado a cumplir los deseos de aquélla que le invoque, y a adorarla.

Grace se rió con ganas. Sabía que estaba siendo muy maleducada, pero no pudo evitarlo. ¿Cómo demonios iba creer Selena, una licenciada en historia antigua y en física, premiada con la beca Rhodes, y con un doctorado en filosofía, en algo tan ridículo, aun con todas sus excentricidades?

— No te rías. Lo digo en serio.

— Ya lo sé, eso es lo que me hace gracia —se aclaró la garganta y se serenó—. Vale, ¿qué tengo que hacer?, ¿quitarme la ropa y bailar desnuda en Pontchartrain a medianoche? —un leve intento de sonrisa curvó sus labios, sin importarle que los ojos de Selena se oscurecieran a modo de aviso—. Tienes razón, me encargaré de conseguir una buena sesión de sexo, pero no creo que sea con un espléndido esclavo sexual griego.

El libro se cayó de la mesa.

Selena dio un grito, se levantó de un salto y tiró la silla.

Grace jadeó.

— Lo empujaste con el codo, ¿verdad?

Selena negó con la cabeza muy despacio; tenía los ojos abiertos como platos.

— Confiésalo, Lanie.

— No fui yo —dijo con una expresión mortalmente seria—. Creo que lo ofendiste.

Moviendo la cabeza ante aquella necedad, Grace sacó del bolso las gafas de sol y las llaves. Bien, estupendo, esto se parecía a la época de la facultad, cuando Lanie le habló de usar una Ouija, y lo amañó todo para que le dijese que se iba a casar con un dios griego cuando cumpliera los treinta años, y que iba a tener seis hijos con él.

Hasta el día de hoy, Selena se negaba a admitir que había sido ella la que dirigiera el puntero.
Y, en este preciso momento, hacía demasiado calor bajo el implacable sol de agosto como para discutir.

— Mira, necesito regresar al despacho. Tengo una cita a las dos en punto y no quiero coger un atasco —le dijo mientras se ponía las Ray-Ban—. ¿Vendrás entonces esta noche?

— No me lo perdería por nada del mundo. Llevaré el vino.

— Bien, te veo a las ocho. —E hizo una larga pausa para añadir:— Dile a Bill que hola y que gracias por dejarte visitarme por mi cumpleaños.

Selena la observó alejarse y sonrió.

— Espera a ver tu regalo —susurró, y recogió el libro del suelo. Pasó la mano por la suave tapa de cuero repujado, y quitó unas motas de polvo.

Volvió a abrirlo y observó de nuevo el maravilloso dibujo; aquellos ojos habían sido dibujados con tinta negra, y aun así, daban la impresión de ser de un profundo azul cobalto.
Por una sola vez su hechizo iba a funcionar. Estaba segura.

— Te gustará Grace, Julián —murmuró dirigiéndose al hombre mientras recorría con los dedos su cuerpo perfecto—. Pero debo advertirte algo: acabaría con la paciencia de un santo. Y traspasar sus defensas va a resultar más duro que abrir una brecha en la muralla de Troya. No obstante, si alguien puede ayudarla, ése eres tú.

Sintió que el libro desprendía una súbita oleada de calor bajo su mano, y supo instintivamente que era la forma que Julián elegía para darle la razón.

Grace pensaba que estaba loca a causa de sus creencias, pero siendo la séptima hija de una séptima hija, y con la sangre gitana que corría por sus venas, Selena sabía que había ciertas cosas en la vida que desafiaban cualquier explicación. Ciertas corrientes de energía misteriosa que pasaban desapercibidas, esperando que alguien las canalizara.

Y esa noche habría luna llena.

Devolvió el libro a la seguridad del carrito de la compra y lo cerró con llave. Estaba segura que había sido cosa del destino que el libro llegara hasta ella. Había sentido su llamada tan pronto como se acercó a la estantería donde yacía.

Puesto que llevaba dos años felizmente casada, supo que no estaba destinado a ella. La usaba para llegar donde lo necesitaban.

Hasta Grace.

Su sonrisa se ensanchó. Cómo sería tener a este increíblemente apuesto esclavo sexual griego a tu disposición y disponer de él durante todo un mes…

Sí. Éste era, definitivamente, un regalo de cumpleaños que Grace recordaría durante el resto de su vida.

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Hola mis dulces lectoras!! aka les traigo este primer capitulo de "amante de ensueño". Espero que les guste. Dejen comentariios :):) Y recuerden que esta historia no es mia, es de Sherrilyn Kenyon, yo solo la publico para que podais disfrutar tanto como yo lo hice.
LasQuiieRo!!
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viernes, 23 de abril de 2010

Por y paRa siempRe * CapítuLo 12

Hola mis amores!! este capítulo nose porque, pero me costó mucho escribirlo.. pero en fin.. ya esta, ya lo publico!! Disfruten!!
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Esa noche cuando por fin me quede dormida, solo pude soñar con Edward. Las imágenes del sueño habían sido tan claras, que me había parecido real. Pero por la mañana solo recordaba imágenes sueltas, recordaba que yo y Edward corríamos a través de un claro, donde soplaba un viento helado.. corríamos hacia algo que no distinguía bien.

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El lunes por la mañana, me levante demasiado pronto para mi gusto. Me vestí con unos jeans y una sudadera gris, y me hice una coleta alta.

Cuando llegue a casa de Alice ella ya me estaba esperando fuera, mientras escribía un mensaje con su móvil, como no, a su novio Jasper.

-Un segundo, vale?- dijo mientras se sentaba en el sitio del copiloto- ya! Venga cuéntalo todo! Y quiero detalles!

-De que estas hablando?

-Recuerda lo que ocurrió con Edward. Me han dicho que te enrollaste con él bajo la luz de la luna..

-A donde quieres llegar con todo esto?- pregunte algo confundida

-Venga no te hagas la tonta Bella, estas en boca de todos! Quería llamarte ayer, pero mi padre me confisco el teléfono, quería que le acompañara a uno de esos ridículos partidos de béisbol.. pero dime, fue tan increíble como creíamos que seria?

-Siento desilusionarte- dije negando con la cabeza- pero no hay nada que contar

-No es lo que he oído, Rosalie dice..

-Vale! Nos besamos una vez, bueno.. quizá dos, no lo se no las conté!- dije al fin, con las manos sudorosas, la cara mas roja que un tomate, y rezando a todos los santos que conocía, para que Alice no se de cuenta de esos “pequeños” detalles, que sucedían cuando recordaba el beso con Edward.

-Y..?- pregunto ella ansiosa

-Y.. nada

-No te ha llamado? No te ha escrito ningún mensaje? No se ha pasado por tu casa?

Hice un gesto negativo con la cabeza, y me odie a mi misma, porque pensaba que lo llevaba mejor, eso que no había vuelto a saber de él después de lo del beso, pero vi que no cuando sentí una nudo en la garganta, que intente tragar sin mucho éxito, y los ojos húmedos.

-Pero.. que te dijo? Me refiero, a cuales son la ultimas palabras que te dijo antes de marcharse?

-Dijo: “me la das como recuerdo?”- y en el momento que dije esas palabras, me di cuenta, que nadie dice eso, excepto si no vas a volver. Me quede mirando a Alice y con sus ojos me dijo lo que con palabras no se atrevía a pronunciar.

·······················

Aunque ya había tomado la decisión, de no pensar mas en Edward, me quede un poco decepcionada, cuando entre en la clase de Literatura, y él no estaba.

Lo cierto, es que para mi ese beso, fue mas que un simple rollo, pero eso no significa, que para él sea lo mismo. Y aunque cada vez que lo intentaba olvidar, aparecía la imagen de Edward y Tanya juntos, él vestido como el perfecto conde Fersen y ella como la magnifica Maria Antonieta, y yo.. marginada en un rincón.

Cuando estaba a punto de encender el mp3, entró por la puerta Jessica y Edward, ella llevaba en la mano dos rosas blancas. Y cuando Edward empezó a venir hacia mi, coloque bien los folios, en acto de nerviosismo, y hice que no lo había visto.

-Hola- dijo mientras ocupaba su sitio

Edward se comportaba como si todo estuviera normal, como si nada hubiera pasado. Apoye la cabeza en mi mano, y disimule un bostezo. Estaba bastante aburrida, amenos eso es lo que quería aparentar. Cogí un folio en blanco y empece a garabatear, pero con mi mala suerte, se me cayo al suelo. Me agache para cogerlo, y cuando me levante, encima de mi mesa se encontraba un tulipán rojo.

-Que pasa? Te quedaste sin rosas blancas?- le dije mientras ojeaba los libros, como si tuviera algo importante que hacer

-Yo nunca te daría un capullo de rosa- dijo mientras buscaba mi mirada con la suya

Sin embargo, negué con la cabeza, me negaba a caer de nuevo en su mirada y con ello en su juego. Cogí la mochila con la intención de buscar algo dentro, pero maldije cuando la abrí, y estaba llena de tulipanes, y como no, todos rojos.

-Tú eres un chica tulipán.. una chica tulipán rojo- dijo mientras me sonreía.

-Me muero de la emoción..- murmure. Pero la verdad, es que no sabia que había querido decir con eso.

··························

A la hora de comer, estaba muy nerviosa, no sabia si Edward iba a aparecer, o Rosalie estaría por ahí.. porque aunque no había hablado con ella desde el día de la fiesta, estaba segura que aun me odiaba. Y aunque durante toda la hora anterior, estuve planeando un discurso de disculpa, cuando la vi, se borro todo de mi mente. Ya dicen que lo planeado sale mal.

-Mira quien esta aquí- dijo Rosalie mientras me observaba. Yo me senté al lado de Alice, aunque seguramente ni se dio cuenta, ya que estaba muy ocupada enviando mensajes- Le estaba diciendo a Alice, la noche estupenda que se perdió en Nocturno, pero ella esta decidida a ignorarme

-Te ignoro, porque antes, me obligaste a escuchar toda la historia, y llegue tarde a mi clase- dijo Alice con el ceño fruncido, y inmediatamente se volvió a concentrar en su teléfono.

-Lo que pasa es que te da rabia habértelo perdido- contraataco Rosalie, pero luego se me quedo mirando, y intento arreglarlo- Bella no es que tu fiesta no estuviera bien, porque si que estuvo bien, pero.. Nocturno, es mas de mi ambiente, me entiendes, no?

Yo solo me encogí de hombros, en gesto de indiferencia. Ya estaba harta de escuchar hablar de Nocturno y de Tanya.

-Debería haberlo visto, había una cola enorme, pero cuando vieron a Tanya, pudimos entrar de inmediato, y la noche, nos salieron todas la bebidas gratis! Incluso, estuve en su habitación. Se aloja en una maravillosa suite, hasta que encuentre algo mas permanente. Tendrías que verla: jacuzzi, mini-bar.. de todo! Bueno.. y cambiando de tema, donde esta Edward?- me pregunto Rosalie, a caso yo tendría que saberlo?

Le di un mordisco a mi manzana, la cual me había traído para desayunar, y me encogí de hombros.

-Pero.. que ha pasado? No estabais saliendo? Bueno.. da igual, quería pedirte perdón por como me comporte, el día de la fiesta, ya lo he superado, y me parece genial que vosotros esteis.. lo que sea- dijo mientras levantaba su dedo meñique.

Yo a regañadientes, levanto también el mio, y los entrelace. Intente examinar su mente, para ver si estaba mintiendo, pero me sorprendí mucho cuando me di cuenta que estaba diciendo la verdad.

-Rosalie..- empece a decir- por casualidad.. no os encontraste en el Nocturno a.. Edward, es que como se marcho poco después que vosotras.. pensé.. que quizá.. hubiese ido ahí.

Ella negó con la cabeza.

Yo en ese momento, miré todas las mesas del comedor. Edward no estaba.

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Hola otra vez!! :P les gustó? dejen sus comentariios, son muy importantes ;) LasReQuiieRo!!
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Enamorada de mi pResa * CapítuLo 1 "La elegida"

Hola mis lectoras!! este es un nuevo fic, que estoy escribiendo con mi hermosisima NanaCullen. Las dos lo estamos publicando en nuestros respectivos blogs, asi que pasense por el suyo y comenten tambiien. Disfruten!!
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- Quien eres?- preguntó el hombre, que, era sin duda una obra de arte, la obra maestra que nunca había podido imaginar, ahí estaba, vivo, mirándome a los ojos con sus ojos color Dorado, sin articular una palabra más ni realizar ningún movimiento para esperar mi respuesta.

- Soy Bella Swan, y tu? Que haces aquí?- pregunté sin dudarlo, mas nerviosa e idiotizada de lo que alguna vez estuve.

-Soy Edward,Edward Cullen, y estoy aquí, porque esta es mi casa. -QUE!! NO PODIA SER!! mi dios era un vampiro, pero el tenía los ojos dorados, y los vampiros los tenian rojos, que estaba pasando?

-Tú..tú..Cullen? No puede ser!! Tú eres un vampiro!?

Edward se me quedo mirando con cara de sorpresa, como si no se esperara esa pregunta, pero en el fondo era normal, quien en su sano juicio iba preguntando a la gente si eran vampiros?. Mi mente entro en un colapso nervioso lo mas parecido a un shock inmediato, y su voz encantadora y sus perfectos y delicados labios se movían y sonaban mil veces más en mi interior. Sin querer ni saber como retrocedí a un momento que jamás imagine volver. Por supuesto, a la primera vez que escuche ese apellido "Cullen".

FlashBack!

8 MESES ANTES.

- Despedida, como lo oyes, despedida - le conté a mi amiga Angela, aunque yo no me lo creía, así era, y todo porque no le quise hacer un " favorcito" a mi jefe, Mike.

Angela y yo nos conocíamos desde la preparatoria, y desde entonces, no nos habíamos separado.
Ella se había casado con Ben, y yo seguía solterona y sin compromiso a mis 28 años.

- Angela, hablamos luego - le dije mientras bajaba las escaleras que me llevaban al metro de la ciudad. Cogía ese mismo metro desde hacia ya bastante tiempo, pero tenia la sensación, que ese día iba a ser especial.

Cuando subí por fin en el vagón después de 10 minutos de retraso, anunció la voz de un señor mayor por los altavoces, que mi metro, no seria puntual - "Señores pasajeros, les informamos que el numero 425 ha tenido problemas, por tanto llegara con retraso" - me senté en el primer asiento que encontré disponible, entre un niño, y un señor con sobrero negro.

- Eres la elegida - dijo el hombre del sombrero en un tono apenas audible, segundos después de haber llegado yo.

- Perdón? - pregunte un poco desorientada

- Tú eres la elegida - repitió el hombre, que se había acercado más a mi y comenzaba a asustarme.

- Creo que se ha equivocado de persona - dije levantándome de mi sitio con rapidez y torpeza. El hombre me agarro del brazo y tiró de mi hasta que volví a sentarme en el mismo sitio del cual me levante.

- No me he equivocado de persona, tú, Isabella Swan, tú, eres la elegida.

- Como sabe mi nombre? – logre articular entre los nervios que recorrían mi cuerpo, cada vez estaba mas nerviosa.

- Eso no importa, pero... ya han empezado las pesadillas, verdad? - pregunto el hombre con una sonrisa, que hizo que me estremeciera.

Como demonios podía saber ese hombre que yo tenía pesadillas? Como lo sabia? No se lo había contado a nadie, pero hacia poco mas de un mes, que empece a tener la misma pesadilla, noche tras noche. Me veo Corriendo hasta que encuentro un callejón sin salida, en el que un muro me impide el paso, y cuando giro para volver atrás, un grupo de sombras me acorrala entre el muro y la salida.. Entonces, en ese preciso momento, suena el despertador.

- Bella, tú, serás la nueva cazadora - dijo el hombre mirándome ya alejado de mi, desconcertándome de nuevo antes de que las puertas del vagón se abrieran y el hombre del sombrero negro, saliera por ellas.

Que había pasado? Cazadora de que? Estaba bastante confundida, incluso llegue a pensar que tantas pesadillas estaban causándome transtornos y alucinaciones. Cuando por fin atravesé las puertas de mi casa. Deje el abrigo encima del sofa, y cuando iba prepararme un café, me di cuenta que había un mensaje en el buzón de voz del teléfono de la sala.

"Señorita Bella, encantado de volver a hablar con usted, soy Aro Vulturi, el hombre del metro, y su nuevo jefe. Como le he dicho antes, usted es la nueva cazadora, mas concretamente la nueva cazadora de vampiros. Un coche negro vendrá mañana por usted, a las ocho de la mañana, así que hasta pronto"

Vale, estaba oficialmente asustada. Todo lo que me estaba pasando parecía un película mala de acción, y con mucha suerte, a lo mejor era así, y todo se convertía solo en una pesadilla.

Me limite a el zapping en mi TV plasma, y debí haberme quedado dormida en el sillón luego de comer una barra de cereal y una manzana, cosa que deduje por la mañana, luego de ver los restos de la misma y el empaque vacio en el suelo.

Me levante, convencida de lo que había pasado la noche anterior había sido solo un mal sueño. Me vestí, me arregle, y desayune como lo hacia cada día.

Cuando salí de mi casa, para comenzar la búsqueda de un nuevo empleo, me sorprendió ver delante de la puerta, tal y como habia prometido la voz del contestador, un coche negro. La puerta de atrás se abrió, y salió el mismo hombre del metro con su sombrero negro, ese tal Aro.

- Bella, por favor.- Bella, incluso me llamaba como si me conociera de toda la vida, me indico que entrara en el coche. Yo no queria entrar, y me di la vuelta, para salir corriendo. Pero unas personas con unas extrañas túnicas negras, me impidieron el paso, y me obligaron a entrar en el vehiculo. Me pareció revivir una parte de mis pesadillas. En realidad no supe distinguir si eran personas u otra cosa, mas bien eran como unas sombras. Hasta cuando duraría este mal sueño?
Me pellizque en un vano intento de despertar de un supuesto sueño en el que creía estar y cuando llevabamos unos cinco minutos de silencio, debido a mi poco control de los temores y la paciencia del hombre, Aro empezó a hablar.

-Bueno, Bella, te preguntaras que haces aqui- yo asenti y me reí por lo bajo, era la afirmación más obvia del mundo, hasta un espectador hubiera sabido la respuesta- pues es muy simple, tú eres la nueva cazadora de vampiros, nosotros, tambien somos cazadores, y queremos erradicar esa apestosa especie de bebedores de sangre.

Mi rostro no expresaba mas que una fingida tranquilidad, en mi cabeza resonaron una y otra vez risas, burlas, miedos, quien sabe cuantas cosas, seguro que esto era otro de esos programas de la tv en donde ponen una cámara escondida para hacerte una mala jugada. Yo me mantuve en silencio y deje que hablara, esperando en cualquier momento una interrupción.

Me explico todo, sobre una tal asociacion, cada paso, cada movimiento, todo. Y no se porque, acepte. Me limite a asentir con la cabeza como si me hubieran hipnotizado, yo sabia que era algo absurdo, los vampiros no existen, yo sabia que podía ser una broma, sabia que eso estaba mal, pero no podía detenerme, simplemente acepte como idiota cada uno de los términos que me puso Aro.

Las siguientes semanas transcurrieron de forma muy extraña, a penas si me daba chance de mirar el reloj y darme cuenta que el día había terminado para mi, y comenzaba uno nuevo para esos seres despreciables y frios, en los cuales me habían hecho crecer y enseñado a odiar y repeler.

De la noche a la mañana, me habia vuelto cazadora.

En los meses siguientes me enseñaron a luchar contra aquellas criaturas míticas. Y sin querer me habia convertido en la mejora, pero solo era la mejor en eso, pues había perdido cualquier contacto que tuviera con los demás de mi especia humana, no sabia que era tener una vida social. Incluso algunos me habían dado por muerta. Mi mundo se había reducido a entrenar, conocer seres extraños, ver vampiros y a las mismas personas de esa tal asociación. Era traumático pero reconfortante. La remuneración en dinero era bastante, así que luego buscaría la forma de mejorar mi situación.

Aro, estaba orgulloso de mi, justo cuando tenía siete meses en entrenamiento continuo y comenzaba a desesperarme, me dijo que tendria que cumplir una misión.

-Bella, esta es una misión muy importante, estos vampiros, tienen poderes, son muy peligrosos, seguro que estas preparada?

-Claro!- Estaba mas que preparada, ansiosa, deseosa de poder sacar a flote mis dotes y todo lo aprendido en tantos meses de reclusión.

Mientras Aro, me indicaba donde podia encontrar ese grupo de vampiros, y me daba cada recomendación que se le ocurriera a cerca de los que se hacian llamar, Cullen, y querian pasar como humanos, yo estaba eligiendo las armas necesarias, para destruirlos, y acabar con ellos, como habia echo con otros muchos vampiros. En prácticas, por supuesto y alguna que otra defensa mínima.

Cuando llego el tiempo de marcharme, pasé dias y noches enteras buscando ese aquelarre, pero no lo encontraba, se habian escondido bien. Cuando ya me estaba dando por venncida, recibí un chivatazo de que los Cullen se escondian en el bosque de Forks. Así, que me dirigi hacia allí, justo, en el centro del bosque se encontraba una gran masion, y dentro de ella, esos vampiros.

Prepare mis armas, me concentre y cuando estaba a punto de atacar, alguien me tocó el hombro el por detrás y yo contube un chillido antes de darme la vuelta. Cuando giré sobre mi misma, me encontre, con el hombre más hermoso, que jamas hubiera visto. Tenía los ojos dorados, como los rayos del sol, que se colaban por las copas de los arboles, su cabello era igual que el bronce, un bronce desordenado y sexy, tenía una sonrisa radiante, y los musculos se le marcaban a través de la camiseta. El olor que expedía de su cuerpo era hipnotizante y me hizo tragar grueso cuando nuestras miradas se encontraron…
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Que les pareció?? dejen sus comentariios!! son muy importantes!! LasReQuiieRo!! besos&abrazos
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miércoles, 21 de abril de 2010

Amante de ensueño * Prólogo

Hola mis amadas lectoras!! La encuesta para saber si quereis que publicara este libro, quedo cerrada, y como se pueden ver en los resultas, la gran mayoria de vosotras, quereis que publique este libro. Así que aqui teneis el prólogo. Disfrutad!! Y recordad, que esta novela no es mia, es de la magnifica Sherrilyn Kenyon, yo solo la publico para que podais disfrutarla tanto como yo!!
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Una antigua leyenda griega.
Poseedor de una fuerza suprema y de un valor sin parangón, fue bendecido por los dioses, amado por los mortales y deseado por todas las mujeres que posaban los ojos en él. No conocía la ley, y no acataba ninguna.
Su habilidad en la batalla, y su intelecto superior rivalizaban con los de Aquiles, Ulises y Heracles. De él se escribió que ni siquiera el poderoso Ares en persona podía derrotarle en la lucha cuerpo a cuerpo.
Y, por si el don del poderoso dios de la guerra no hubiera sido suficiente, también se decía que la misma diosa Afrodita le besó la mejilla al nacer, y se aseguró de que su nombre fuese siempre guardado en la memoria de los hombres.
Bendecido por el divino toque de Afrodita, se convirtió en un hombre al que ninguna mujer podía negarle el uso de su cuerpo. Porque, llegados al sublime Arte del Amor… no tenía igual. Su resistencia iba más allá de la de cualquier mero mortal. Sus ardientes y salvajes deseos no podían ser domados.
Ni negados.
De cabello y piel dorados, y con los ojos de un guerrero, de él se comentaba que su sola presencia era suficiente para satisfacer a las mujeres, y que con un solo roce de su mano les proporcionaba un indecible placer.
Nadie podía resistirse a su encanto.
Y proclive como era a provocar celos de otros, consiguió que le maldijeran. Una maldición que jamás podría romperse.
Como la del pobre Tántalo, su condena fue eterna: nunca encontraría la satisfacción por más que la buscase; anhelaría las caricias de aquélla que le invocara, pero tendría que proporcionarle un placer exquisito y supremo.
De luna a luna, yacería junto a una mujer y le haría el amor, hasta que fuese obligado a abandonar el mundo.
Pero se ha de ser precavida, porque una vez se conocen sus caricias, quedan impresas en la memoria. Ningún otro hombre será capaz de dejar a esa mujer plenamente satisfecha. Porque ningún varón mortal puede ser comparado a un hombre de tal apostura. De tal pasión. De una sensualidad tan atrevida.
Guárdate del Maldito.
Julián de Macedonia.
Sostenlo sobre el pecho y pronuncia su nombre tres veces a medianoche, bajo la luz de la luna llena. Él vendrá a ti y hasta la siguiente luna, su cuerpo estará a tu disposición.
Su único objetivo será complacerte, servirte.
Saborearte.
Entre sus brazos aprenderás el significado de la palabra «paraíso».
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lunes, 19 de abril de 2010

Por y paRa siempRe * capítuLo 11

Que mas me podía pasar?

A Rosalie, le dio un ataque de celos, y Edward.. había echo todo lo posible para mantenerme distante con él, de comportarme de una manera fría cuando me lo cruzaba por el instituto, pero verlo esa noche, disfrazado de mi media naranja.. no sabia muy bien que pensar. Quería decir, que a juzgar por lo que había visto, prefería a la rubia, a Jessica, o a cualquiera antes que a mi.

Las encandilaba a todas, con su físico, su carisma, sus trucos de magia..

Hundí la nariz en el ramo que me había traído, una docena de tulipanes rojos. Y aunque suene raro, los tulipanes no son famosos por su aroma, pero esos tenia un perfume dulce y embriagador.

Los olí otra vez con fuerza, antes de admitir para mis adentros, que Edward me gusta. Me gustaba de verdad. No puedía evitarlo, y aunque me esforcé para que no fuera así, no podía cambiar las cosas.

Me senté en una de las butacas de la piscina, y estaba tan sumergida en mis pensamientos, que no me di cuenta de la presencia de Edward

-Hola – me saludo con una sonrisa. Cuando lo hizo una oleada de calor, recorrió mi cuerpo – Esta genial la fiesta, me alegro por haberme colado – se sentó a mi lado, y clavo la vista en frente, sabia que estaba bromeando, pero estaba demasiado nerviosa como para contestarle – Te queda muy bien el disfraz de Maria- dijo mientras acariciaba mi peluca.

Me sentía nerviosa, y con ganas de salir corriendo, pero respire hondo, y me tranquilice. Tenia que empezar a vivir un poco.. aunque solo fuera una noche.

-Y a ti te queda muy bien el del conde Fersen

-Llamame Alex, por favor- dijo entre carcajadas

-Te cobraron por el agujero?- le pregunté mientras señalaba con el dedo una zona deshilachada.

Por no decir nada de su olor a ropa vieja.

-Esto.. es producto de un autentico fuego de artillería, de una bala.. que como se suele decir, falló por poco.

-Bueno si no recuerdo mal, en esa escena, intentabas perseguir a una chica de pelo oscuro – le dije mientras recordaba la época, en la que me resultaba fácil coquetear.

-Se ha producido un cambio de ultima hora en el argumento- dijo sonriendo- y en esta nueva versión, soló estamos nosotros. Y tú Maria, conservas tu cabeza.

Pasó su dedo por mi cuello, provocandome un agradable hormigueo, siguió el recorrido por el hombro, bajando por el brazo, hasta que llego a mi muñeca.

-Como te hicite eso?- preguntó mientras acariciaba la cicatriz, que tanto me había torturado.

Estuve a punto de decírselo, pero no lo hice. Era la única noche del año, que podía ser otra persona, que podía olvidarme de que fui, la responsable del accidente. Esa noche solo pensaba en coquetear, jugar y tomar decisiones arriesgadas, de esas de las que te arrepientes el resto de tu vida. Porque esa noche no era Bella, era Maria. Y si Edward se hubiera parecido en algo al conde Fersen, se habría callado, y ya me habría besado.

-No quiero hablar de eso- respondí

Me quede con la mirada fija a los globos que habían en la piscina, que estaban adoptando la forma de un tulipán.

-De que quieres hablar?- susurro Edward mirándome con esos ojos, que hacían que se me olvidara respirar.

-No quiero hablar- murmure, y contuve el aliento cuando sus labios rozaron los míos.

·······················

Si pensaba que Edward tenía una voz maravillosa, que silenciaba todo lo que había a mi alrededor, si creía que su contacto era increíble, por la forma que hacia poner mi bello de punta.. podía asegurar que la forma de besar era de otro mundo, y aunque no era experta en besos, si que había estado besándome con otros chicos, pero tampoco para decir que era experta, estaba por poner la mano en el fuego, que ese beso tan completo y espectacular, es uno de esos que solo te pasa una vez en la vida.

Cuando se apartó de mi para mirarme a los ojos, yo lo agarre de la chaqueta y lo volví acercar a mi.

-Os he estado buscando.. me tendría que haber imaginado que estaríais por aquí escondidos..- dijo Rosalie

Me aparte de Edward, por haber sido atrapada con las manos en la masa, poco después de haber jurado que no me gustaba.

-Solo estábamos..

-Bella ahorrame los detalles, solo quería decirte que yo ya me voy. Mi amiga Tanya pasaba por aquí, y me invito a otra fiesta, podéis venir si queréis.. pero a lo mejor estáis muy ocupados- dijo escondiendo una sonrisa

-Tanya?- preguntó Edward, que se puso de pie tan rápido, que su cuerpo parecía un borrón.

- La conoces?- preguntó Rosalie
Pero Edward no contesto , sino todo lo contrario, salio tan deprisa, que casi no podíamos seguirlo.
Corrí detrás de Rosalie, quería explicarle lo que había sucedido, pero cuando la agarre por el hombro, ella se giro y me miró con una de esas miradas que congelan.

-Ya te dije que se te daba mal mentir- dijo con desprecio

Rosalie, se volvió a girar, para seguir a Edward, y yo la seguí a ella, tenia que aclara las cosas, pero cuando llegamos al vestíbulo, me encontré con Edward y Tanya juntos. Él vestido con el magnifico traje del siglo XVIII, y ella vestida de Maria Antonieta, tan guapa, esplendida, y exquisita, que me dejó a mi a la altura de la suela de los zapatos.

-Tú debes de ser..- dijo mientras clava en mis ojos sus ojos

-Bella- susurre mientras me fijaba en su perfecta peluca rubia platino, su inmaculada piel, y el montón de perlas que rodean su garganta. Sus labios rojos están entreabiertos, y dejan ver sus esplendidos dientes blancos, que no parecen reales.

Me gire hacia Edward, para que él me explicara, porque la rubia del restaurante, estaba en mi vestíbulo. Pero aun así, él no me dijo nada, estaba muy ocupado mirándola.

-Que estas haciendo aquí?- le pregunte en un susurro

-Rosalie me invito- respondió con una sonrisa

-De que os conocéis?- pregunte al ver que el comportamiento de Edward había cambiando, que ahora se comportaba de una forma fría y distante..

-Conocí a Rosalie en el Nocturno, y es allí donde vamos ahora, espero que no te moleste que te la robe- dijo con una sonrisa falsa

Estaba molesta, y intente pasar por alto el nudo que se me formo en el estomago, mientras intentaba entrar en la mente de esa tal.. Tanya. Pero no pude, su mente tenia algo.. algo que hacia que no pudiera ver.

-Ay que tonta! Tú te referías a Edward y a mi, verdad?- al ver que no respondía, siguió hablando- pues nos conocimos en Nuevo México.

Aunque en el mismo momento que Tanya dijo Nuevo México, Edward la corrigió, y dijo Nueva
Orleans, lo que hizo que Tanya soltara una carcajada.

- Digamos que nos conocemos desde hace mucho tiempo- afirmó mientras, alargaba su mano hacia mi manga y tocaba mi vestido, apretando con su mano en mi muñeca- un vestido precioso, te lo has echo tú?

Libere mi brazo de un tirón, no porque se estuviera burlando de mi, que eso la verdad, eso me daba igual, sino porque sus manos estaban congeladas, y sus largas uñas, se me clavaban en la piel, provocando que la sangre de mis venas se congelara.

-No es genial?- dijo Rosalie, mientras mira con cierta admiración a Tanya- Tenemos que marcharnos ya si queremos llegar al Nocturno antes de medianoche, puedes venirte con nosotras si quieres..- añadió Rosalie, pero lo que en verdad pensaba, lo que de verdad quería es que dijera que no.

-El chofer nos espera- dijo Tanya mientras nos miraba a Edward y a mi.

-Ve tú si quieres, yo no puedo irme de mi propia fiesta..- le dije a Edward

En el rostro de tanya apareció el asombro cuando Edward negó con la cabeza y cogió mi mano

-Ha sido un enorme placer conocerte Bella, estoy segura de volver avernos- digo la rubia mientras subía a la limusina que las esperaba en la entrada de la casa.

Observe como se marchaban, y cuando las perdi de vista, me gire hacia Edward.

-Bueno.. a quien debo esperar ahora? A Jessica, a Lauren?

En el mismo momento en que las palabras salieron de mi boca me arrepentí de haberlas dicho, ya que el comentario pone de manifiesto que estaba celosa. Sabia muy bien como estaban las cosas, que a Edward le gustaba coquetear, no tendría que sorprenderme. Esa noche me había tocado a mi.

-Bella..- dijo mientras acariciaba mi mejilla con su pulgar, pero me separe, reacia a escuchar sus escusas- Debería marcharme..

-Vale, gracias por haber venido- le contesto secamente, mientras me separo mas de él.

Sin embargo él se acerca y me quita una pluma negra que había colocado en mi peluca de modo de adorno.

-Me la das como recuerdo?- pregunta mientras acaricia mi cuello con ella

Apenas me dio tiempo a responder, él entró en su coche, y desapreció. Me senté abatida en las escaleras de la entrada, apoyando la cabeza en mis manos, y desee retroceder en el tiempo, y comenzar de nuevo. Sabia que jamas debería haber permitido que me besara, que nunca le hubiera tenido que dejar entrar en mi casa.
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Hola mis amores!! que les parecio este capitulo? en este me dio la inspiración, y lo hizo mas largo :P dejen sus comentariios son muy importantes!! LasReQuiieRo
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Hoy RecomiiendO..

Hola mis lectoras!! Os quiero recomendar el libro "La Sociedad de la Sangre" de Susan Hubbard.
"Hace mucho tiempo alguien comentó: es una lástima que no haya más vampiros que divulguen la realidad. Bueno, pues yo estoy compliendo con mi parte: Soy Ariella Montero y vivo con mi padre. Yo, no sé quién soy. Nunca he conocido a mi madre y mi padre es un libro cerrado, absorto en su laboratorio de biotecnología. A veces me aterra pensar que pueda ser como mi padre, aveces la sola idea es demasiado atractiva como para sacarla de la cabeza, pertenecer a la Sociedad de la Sangre.."
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domingo, 18 de abril de 2010

Cambiiando La rutina * capítuLo 2

Hola mi amores!! como veo que la conexiion, parece aguantar un poquito.. decidi subir este capiitulo!! :P

A quien se le ocurrió la estúpida idea del juego? En su momento me pareció divertida, y hasta podría decir que excitante. Pero en ese momento, solo me podía preocupara para no desvelarle a Edward el secreto que escondíamos. Y me resultaba muy difícil, porque yo nunca le había escondido nada, siempre se lo había contado todo, y al igual que cuando era humana, se me daba fatal mentir.

Pero de todas formas, iba a superar esta difícil y tonta prueba, al menos por las chicas.
No se como lo haría, pero tenia que llevar a Edward al balneario que se encontraba a las afueras de Forks. Seria un poco complicado, pero siempre le podía decir que me apetecía un baño de burbujas.

Me mire al espejo, y me dije a mi misma que todo iba a salir perfecto. Eso subía mi autoestima, y hasta me vi mas guapa.

Baje a velocidad normal (amenos para un vampiro) las escaleras de la mansión Cullen.

Edward estaba tocando el piano, supe que tocaba mi nana. Me acerque por detrás y lo abrace, provocando que él dejara de tocar, y se girara para unir nuestros labios.

-Sabes que Edward? Me apetece que esta noche sea especial- dije con la mejor de mis sonrisas

-Quieres que sea especial? Y que quieres hacer mi dulce Bella

-mm.. ya se, pero primero, tienes que ponerte elegante

Él me cogió, y me giro en el aire, y volvió a unir nuestros labios, pero esta vez era un beso mas profundo que el anterior, con su lengua lamió mi labio inferior, y yo gustosa le di permiso para que sumergiera su lengua en mi boca.

Aunque mi cuerpo pensaba en darle por culo a ese juego, mi cabeza, estaba del lado a seguir con las reglas. Así que muy a mi pesar, me separe de Edward, que se quedo atónito, ya que yo nunca le decía que no.

-Mi Bella, que tendrás en mente?- preguntó sin dejar de rodear sus manos en mi cintura.

-Ya lo veras! A las nueve en el piano.

-A caso esto es como una cita?- dijo con una de esas sonrisas torcidas, que me quitaban el aliento

-Podría decirse que si

-mm.. vale entonces no me hagas esperar

-Nunca – y dicho eso me deshice de su agarre, y me dirigí a la habitación, para elegir lo que me pondría esa noche.

Delante del espejo me vestí. Para las ocasión había elegido unos shorts, con una botas por debajo de la rodilla de tacón. Y arriba me puse una camisa, que se ajustaba a las curvas de mi cuerpo. Y como no, el collar de perlas negras, que caía perfectamente entre mis pechos.

Acomode mi cabello de tal forma que cayera en forma de cascada por mi espalda, y me aplique un poco de maquillaje.

Y como acorde con Edward, a las nueve estaba al lado del piano. Él ya se encontraba ahí, y como siempre estaba mas que guapo. Se había puesto unos jeans, que marcaban y hacían aun mas, su trasero sexy. Y se había puesto una camiseta color violeta, que con ella marcaba cada uno de sus músculos, y como siempre su cabello estaba indomable y alborotado, pero eso es lo que hacia que estuviera para comérselo.

Cuando me vio, se acerco y deposito en mis labios un dulce beso.

-Y donde que quieres ir?- pregunto sonriendo

-Quiero un baño de burbujas – susurre en su oído muy sensualmente. Entonces abrí mi escudo, para que él pudiera ver lo que estaba pensando. Me concentre al máximo para no enseñarle el secreto que le escondía, pero también me asegure de mostrarle todas las imágenes posibles de nosotros dos en el jacuzzi de burbujas.

-Sus deseos son ordenes, esto.. esperate aquí.. que.. voy a por el coche- dijo separándose de mi cuerpo, con mucha dificultad, la lujuria ya se empezaba a mostrar en sus ojos, y en sus cuerpo.

En un pestañeo, lo tenia de vuelta a mi lado, y en dos pestañeos mas ya estábamos los dos dentro del coche, dispuestos a disfrutar de un muy agradable baño de burbujas.

El balneario estaba vacío, ya que los dueños estaban disfrutando de unas vacaciones en el Caribe, o amenos eso es lo que ponía en una cartel que estaba en la puerta del lugar.

Empezamos a besarnos antes de llegar al jacuzzi, nos deseamos demasiado el unos al otro, como para resistir la tentación.

Edward apretó un botón para que el jacuzzi empezara a burbujear, y tiró de mi camisa, eso provoco que se soltaran todos y cada unos de los botones, dejándome con los pechos al descubierto, ya que no traía puesto el sujetador, Edward gruñó al darse cuenta de ese detalle.

Termine de desnudarme mientras Edward hacia lo propio con su ropa, pero yo en ningún momento me quite el collar largo de perlas, que muy sensualmente quedo entre mis pechos.

Sin dejarnos de besar entramos los dos dentro del jacuzzi. Edward con sus manos recorrió, mis pechos, y cuando se cansó, jugueteo con mis pezones y el collar, el roce que hacían las perlas en ellos, hicieron que se me pusieran duros y erectos.

Si previo aviso, Edward introdujo dos de sus dedos en mi intimidad, hubiera gritado de placer, si no hubiese sido que tenia mis labios sellados con los de Edward. Cuando llegue a los mas alto del placer, me separe de sus dedos, y me senté a horcajadas encima de él, introduciendo de un solo golpe su erección en mi intimidad.

Empece a moverme en círculos, provocando que mi marido, susurrara mi nombre, en seco me pare, y cambie de movimiento, subía y bajaba, encima de su erección, Edward coloco sus manos en mi cintura, para que me resultara mas fácil moverme, el agua del jacuzzi, se movía a las misma velocidad que nosotros, y eso provocaba, que salpicara en nuestros cuerpos, ofreciéndonos una agradable sensación.

-Edward!! - grité cuando llegue al orgasmo, él llegó al poco tiempo después que yo.

-Creo.. que voy a comprar.. uno de estos..- dijo mi marido entre jadeos refiriéndose al jacuzzi, y el maravilloso baño de burbujas.
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Hola de nuevo!! disfrutaron del capii?? dejen sus comentariios :)
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miércoles, 14 de abril de 2010

··Aviso!!

Hola mis lectores!! porque me tenia que pasar a mi? :'(
Resulta, que hace mas de 2 dias que no puedo publicar nada, a causa de las lluvias y el viento, porque tengo conexion inalambrica.. y cuando consigo publicar, resulta que no puedo estar mas de 5 minutos con el internet puesto porque sino se me cuelga el ordenador. y Encima esos 5 minutos la conexion es pesima, muy muy lenta!!
Y si con eso no tenia suficiente, entro en el escriptorio del blog, y me pone que yo no sigo ningun blog O_O , pero como es posible??
hoy he publicado un capitulo de mi inspiracion, y crei que no podria hacerlo, porque me salia error, una y otra vez :(
cuando se solucione todo este lio con las conexiiones (espero que sea ya!!) prometo publicar todo lo que tengo escrito, porque tantas horas sin conexion, me sirvieron para escribir (algo bueno tenia que haber :))
asi que no piensen que estoy desaparecida por gusto, sino por todo lo contrario..
no me dejen a un lado durante mi ausencia.. porque yo siempre pienso en mis queridos lectores :P
LasReQuiieRo!! Besos&abrazOs!!
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Mi inspiración * capítuLo 6

La cena había resultado sencillamente perfecta. Jacob se paso toda la velada observando a Bella, y Bella sin poder evitarlo, se la pasó mirando a Jacob.

Alice y Jasper, escondían como podían las risas que les provocaba el juego. Se veía tan divertido como se miraban “disimuladamente” para que el otro no lo viera.

Después de la cena se fueron a un nuevo local de música, que gracias a las influencias de Alice, pudieron entrar sin la necesidad de hacer esa larga cola, que doblaba la esquina.

La musca que sonaba en el interior, era pegadiza, y te hacia mover las caderas y los brazos sin darte cuenta.

Los cuatro se sentaron en una mesa libre, que quedaba en la esquina opuesta de la barra, pero bien cerca de el centro de la pista de baile.

-Bailas?- pregunto Jacob ofreciendo su mano a Bella

Bella agarro la mano del pintor, y él tiró de ella, hasta que estuvieron en el mismo centro de la pista.

Una bachata muy sensual empezó a sonar. Era el momento indicado para que Jacob demostrara a Bella, que las clases de baile ( que tuvo que ir obligado por Alice ), le habían servido para algo, y no solo para perder el tiempo.

Jacob agarro a Bella por la cintura, apretando su cuerpo al suyo, de tal forma, que entre ellos no quedaba ni un mero centímetro.

Movió las caderas al son de la música, y sus cuerpos se movían con coordinación, como si aquella primera vez, no hubiera sido la primera, sino la ultima de una larga lista.

Jake, sentía el aliento de su musa en el cuello, y sus pechos aplastados contra el suyo. Las manos de Bella se movían sensualmente por la espalda del pintor, haciendo que este sintiera hormigueo por todo el cuerpo.

Bella, empezaba atener calor, y no esa calor, de estar bailando, sino una calor que salia desde el mismo centro de su cuerpo, y se expandía por todo él. Las manos de Jacob, la agarraban por la cintura, y se sentían fuertes y seguras, y eso a ella le encantaba. Extrañamente, empezaba a sentir atracción por ese hombre de ojos verdes, por ese imbécil, que.. y porque lo llamaba imbécil? Eso ya no le importaba.

Cuanto hacia que lo conocía? Menos de 24 horas, y aun así.. le daba igual, quería estar con él, y probar su dulce piel..

·······················

-Chicos, nos vemos mañana!- grito Jacob desde dentro de su coche, que estaba estacionado enfrente de casa de Jasper y Alice con el motor encendido. Ellos hicieron un gesto con la cabeza, en señal de despedida, pero cuando Jake fue a poner en marcha el coche, alguien pico en la ventanilla.

El pintor pegó un bote, y giro la cabeza hacia el lado del copiloto. Al ver quien era, Jacob con una gran sonrisa, bajó la ventanilla.

-Hola Bella! Querías algo?- preguntó Jake disimulando su entusiasmo.

-Esto.. no.. solo quería decirte que me lo pase muy bien, y que me encantaría repetirlo.

-Cuando tú quieras

-Buenas noches..- dijo Bella sonrojándose

-Buenas.. esto Bella, porque no te vienes mañana con tu prima el estudio, me encantaría enseñarte alguno de mis cuadros.

-Estaría encantada!

-Entonces.. nos vemos mañana?

Bella asintió con la cabeza, y giro sobre si misma para dirigirse al interior de la casa. Intentaba por todos los medios que Jake no hubiera notado ese sonrojo, que tantas veces le delataba. Y se intento convencer así misma, que gracias a la oscuridad de la noche, él no se hubiese percatado.

-Buenas noches Bella- dijo Jacob mientras encendía el coche y aceleraba en dirección a su casa.

Mientras iba conduciendo, no podía dejar de pensar en su musa, en como habían bailado, en como él la sentía a ella.. en como se había sonrojado mientras hablaban, porque estaba seguro, que ella tenia el rosto teñido de un bonito color rojo.

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Al día siguiente, no hizo falta que el despertador de Jacob sonara cada cinco minutos durante media hora, ya que como estaba tan emocionado se despertó el primer aviso del ruidoso despertador.

Se sentía feliz, y a la vez nervioso, así que decidió que lo mejor, seria darse un ducha de agua fría, para que por lo menos, le bajara el nerviosismo.

Al terminar, Jake se vistió con unos lindos tejanos desgastados, una camiseta, y las deportivas elegantes, como decía Alice: “no solo hay deportivas para hacer deporte, sino que también hay otras que sirven para vestir, y dar un toque informal a nuestro vestuario”.

El pintor como siempre desayuno su vaso de café frió, y un par de ensaimadas, del día anterior.

Lo primero que hizo Jacob al llegar al estudio, fue, mirar el reloj, y darse cuenta que aun quedaban diez minutos para que la puntual de su amiga no entrara por la puerta. Así que se dirigió donde tenia un lienzo tapado con una sabana vieja. El lienzo que no quería que viera Bella, al menos no en ese momento. Allí donde estaba pintada su inspiración. Allí donde estaba pintada ella.

Lo agarró con mucho cuidado de no dañarlo, y lo escondió, en el armario donde guardaba sus obras mas valiosas, esas que nunca vendería.

En el mismo momento que cerraba la puerta del armarios y escondía la llave, alice entro por la puerta, y como no la seguía Bella.

-Buenos días Duende-saludo Jacob mientras despeinaba a su amiga-Buenos días Bella.

-Buenos días Jake- dijo Bella con la cabeza gacha. Alice se miraba la escena divertida, sabia que estaba sobrando, pero de momento, tenia que arreglar un par de cosas, luego, ya les dejaría su intimidad.
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Hola mis lectoras!! les gustó este capiituLo? dejen sus comentariios :)
a partir de ahora las historia entre Jacob&Bella, se pondra muy interesante xDxD
OsReQuiieRo!! Besos!!
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lunes, 12 de abril de 2010

Expreso PampLona * capítuLo 3

Tay y Rob no se lo podía creer, no tenían una belleza a sus pies, si no dos

- Amm, y como sería la cosa?- pregunto Rob nervioso

- Pues yo elegí a Tay primero y Marie te escogió a ti, pero lo dejaremos a su criterio

-a mi me parece bien- digo Tay con una sonrisa - y a ti que te parece?- le pregunto a su amigo

- Supongo que...bien- y que haremos, osea como lo haremos?- pregunto confuso.

- Que son vírgenes o que?- inquirió divertida

- Pues no señorita, pero si no me crees puedo darte una demostración- soltó el moreno levantándose de su asiento para quedar en frente de Annie que no paraba de sonreírse

-estaría en cantada- contesto Ann poniéndose de pie delante de aquel moreno, lo cogió de la mano y se dirigió hacia el baño mas cercano

Salieron del vagón y la gente del lugar los miraba sorprendidos, varias chicas gritaron y reclamaron por la atención de Tay pero el estaba ocupado en algo mejor.

Ambos entraron en el baño, Annie cerró la puerta con llave y luego sentó a Tay en el retrete. Y ella sobre el

Ann empezó a acariciar los duros pectorales de Taylor, de ahí paso a sus fornidos brazos, para terminar por enredar sus dedos en el pelo negro del hombre mas sensual que nuca hubiera visto.

Tay no aguanto mas, y pidió con deseo los labios de Annie. los dos se unieron en el beso mas candiente, sensual, y delicioso que nunca habían probado. enredaron sus lenguas para poder rastrear cada parte de la boca
del otro

- Taylor, eres muy hermoso- soltó entre suspiros

-y tu Ann, eres magnifica- digo taylor mientras acercaba a Annie a su cada vez mas pronunciada erección

Los ojos de Taylor se adaptaron a la oscuridad, aun que no estuvo muy seguro de eso, por que era como si el cuerpo de Annie irradiara luz propia. No podía desviar la vista de sus jugosos labios. Esos mismo labios que la recorrían el rostro, esos labios se succionaron el lóbulo de su oreja.

- No creo que puedas con las dos, en espacial si yo soy la primera- murmuró contra su oído.

Sensualmente pasó
su lengua por su cuello y Taylor sintió como su cuerpo casi se convulsionaba del placer
poco a poco Ann fue quitando la sudadera de Taylor, y así dejar a la vista ese espectacular abdomen bien marcado. Por otra parte Tay hizo lo mismo con la diosa, fue desabrochando los botones de la camisa, uno a uno, para darle mas excitación al juego que tenían, aunque si fuera por él se los arrancaría sin contemplaciones.

Ella sonrió con malicia mientras observaba la expectacion de su rostro mientras él le quitaba la camisa. Pero fue aun mas chistoso cuando Taylor observó atónito sus pechos desnudos, con ojos hambrientos. Como si nunca hubiera visto nada mas delicioso que esos pechos que con gracia se balanceaban al ritmo de su respiración...

-Woow- exclamo Tay

-Que pasa? Es que nunca viste una mujer desnuda?- se carcajeo Ann mientras veía como Taylor la comía con la mirada

-Si que las vi, pero no como tú

Al decir eso Ann se lanzo deseando a los labios de el morenazo en el que estaba sentada. Sin esperar ni un minuto mas, desabrocho los pantalones de Tay, y así libero su enorme erección de la prisión de los pantalones

- Que no usas ropa interior cariño?

No, cuando se que me a encontrar con una morena como tu!- Ann rio

Annie se relamió los labios al notar el tamaño del instrumente de taylor. Estaba muy bien, pero que muy bien.

Los dedos largos de Annie se deslizaron por el glande de Taylor acariciándolo desde la punta hasta la base...

Los besos de Tay se volvieron mas ansiosos, y su pulso se disparo
sin poder evitarlo, Tay agarro los pechos de ann, y los masajeo, mientras sentía que una diosa lo masajeaba a él. Cuando Taylor estuvo a punto de correrse, aparto a los deliciosos dedos de ann, y la levanto para poder colocar su erección en el punto mas sensible de Annie. No quería llegar el solo al mas maravilloso de los orgasmos, quería llegar con la diosa que tenia entre los brazos

Ambos gimieron al unisono. Tay estaba sorprendido de lo preparada que ella estaba. Húmeda y excitada.

Se deslizó suavemente trazando semicírculos en su interior.
fue como una explosión para ann, se sentía maravilloso tenerlo dentro, era caliente y duro. ella ya había estado con otros hombres antes, pero tay.. el si que era un hombre!! ann no se lograba imaginar como seria sentir a rob, porque si era igual, o hasta peor que el hombre que le estaba haciendo sentir el mejor de los placeres, iba a jurar por todos los dioses, que cogería el tren todos los días de su inmortal vida.
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Hola!! que les pareció? xDxD dejen sus comentariios, y recuerden que este fic tambiien le pertenece a Annie!!
Besos!!
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Por y paRa siempRe * capítuLo 10

Apenas faltaban unos días para hallowen, y yo aun no tenia mi disfraz terminado. Rosalie iba ir de vampiresa (en su caso, la sexy vampiresa), y Alice se iba ha disfrazar de pirata, según ella, la pirata mejor vestida de todos lo tiempos.

Esme se había ofrecido voluntaria, para dejarme la casa para hacer la fiesta. Me había extrañado mucho, porque ella nunca se había interesado por temas como esos. Cuando las dos nos pusimos a hacer la lista de invitados, la columna de Esme, tenia muchos mas invitados de los que creía, en cambio yo, mi patética lista, se reducía, a mis dos amigas, y sus posibles acompañantes.

Así que, mientras Esme y Alice se encargaban de la hostelería, Rosalie, se encargo de la música.

Y eso me quedaba a mi como completa encargada de la decoración, y como Esme me entrego una tarjeta de crédito y un catálogo con instrucciones especificas de no reparar en gastos, me pase los dos últimos días, transformando la elegante casa de mi tía, en un horrible y espeluznante castillo del terror.

Lo cierto, es que fue bastante divertido, y me recordó, cuando decoraba la casa con mi familia, para navidad, pascua..

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Llegó la noche de hallowen, y la casa había quedado espectacular. Había colocado telarañas por todos los rincones, y arañas gigantes en ellas.

Coloque murciélagos por el techo, puse dedos ensangrentados esparcidos por la mesa, y hasta una bola de cristal en un rincón, al lado de un cuervo. Vestimos zombis, y los escondimos en los rincones, donde seguro que alguien pegaría un grito al verlos. También habían calderos humeantes, ratas, gatos negros, ataúdes, velas, esqueletos.. lo necesario para la mejor fiesta de hallowen.

Estaba delante del espejo, sujetándome el cabello con unas horquillas, para prepararme para ponerme una peluca rubia, mientras escuchaba la gran indecisión, que tenia mi tía Esme al ponerse una nariz con verruga incluida.

Cogí el vestido negro que había encima de la cama, con escote bajo y cuadrado, mangas tres cuartos y un corpiño super ajustado.. igual que el de Maria Antonieta llevó en el baile de mascaras. Después de subir la cremallera de la espalda, con bastante dificultad, me puse la peluca rubio platino, me aplique un poco de barra de labios roja, me coloque el antifaz negro transparente en los ojos, y me puse unos pendientes largos de diamantes falsos.

Cuando mi disfraz estaba completo, me situé delante del espejo, y una sonrisa salio de mis labios.

Tanto esfuerzo valió la pena.

Rosalie apareció con una amiga animadora, y Alice con su nuevo novio Jasper, que estaba seguro que detrás de la mascara del zorro, se escondía un chico guapísimo.

-No puedo creer que no invitaras a Edward- me regañó Rosalie, que paso delante mio sin saludar, porque llevaba toda la semana enfadada conmigo porque se entero que él no estaba en mi lista de invitados.

Hice una mueca, y respire hondo. Estaba harta de defender lo evidente, que ha Edward, no lo había alejado yo, sino todo lo contrario, que se había ido él por voluntad propia con Jessica y su grupo de “somos las mejores”, que sacaba de todos los lados capullos de rosa blancos y se los regalaba. Sin contar, que a parte, de los tulipanes rojos, la nota misteriosa de la clase de arte, y sus miradas, Edward no quiso saber nada de mi en las ultimas dos semanas.

-No habría venido de todos modos- me quejo a Rosalie- seguro que ya tenia planes con jessica, la rubia, o..

-Espera, espera- me interrumpió – también hay una rubia?- mi amiga entorna los parpados, y desapareció entre la gente.

···············

Esme estaba hablando con sus amigos, Rosalie y su amiga animadora, estaban bebiendo de las bebidas, que sin que nadie la viera echaron alcohol, y Alice y Jasper, estaban bailando en medio de la pista.

Justo en el momento que había decidido al salir yo también a la pista de baile, sonó el timbre de la puerta. Me quede sin palabras cuando al otro lado de esta, se encontraba Edward. Llevaba un ramo de flores en una mano, un sombrero de copa en la otra, y el pelo hacia atrás, en lo que se podía llamar intento de cola de caballo. Traía una camisa blanca de volantes, una chaqueta con botones dorados, medias, y puntiagudos zapatos negros. En ese momento comprendí de quien iba disfrazado, y me dio un vuelco el corazón.

-Conde Fersen – murmure casi sin aliento

-Maria..- dijo Edward mientras sonreía y realizaba una elegante reverencia.

-Pero.. era un secreto..- dije, ya que había mantenido a la sombra de que me iba a disfrazar, nadie lo sabia.- y.. tampoco estabas invitado. Susurre mientras miraba por encima de su hombro para ver si le acompañaba Jessica o esa estúpida rubia. Ya que estaba segura que por mi no había venido.

-En ese caso, sera una afortunada coincidencia- dice refiriéndose a los disfraces, mientras me sonríe, y me entrega el ramo de flores.

Trague saliva. Y dirigí a Edward allá donde estaba la fiesta. Mis mejillas ardían, y mi corazón latía de una manera descontrolada. En mi cabeza solo se formulaba la pregunta de porque Edward, se había presentado en mi casa vestido de mi media naranja.

-Pero.. si Edward esta aquí!!- gritó Rosalie, cuando lo vio aparecer en la fiesta. Su sonrisa se apago cuando se dio cuenta de que Edward venia disfrazado del conde Axel Fersen, el no tan secreto amante de Maria Antonieta- Vale! Cuando planeasteis disfrazaros así?- dijo fríamente

-No hemos planeado nada- respondí

-Pura chiripa- contesta Edward, mientras me pasaba un brazo por la cintura. Y aunque fueran pocos segundo lo que duro ese gesto, sentí un extraño hormigueo por todo el cuerpo.

Cuando Edward se fue a coger algo de beber, Rosalie se me acerco.

-No puedo creer lo que has echo, sabes lo mucho que me gusta- dijo Rosalie enfadada.

-Te juro que yo no he echo nada, se trata de una coincidencia, ademas no se que esta haciendo aquí, si sabes que yo no lo invite.

-Se que a ti te gusta

-A mi no me gusta! Que quieres que haga para que me creas?- pregunte

-No, da igual, si le gusta, pues le gustas a Edward, que se le va hacer que le gustes tú mas a los chicos, porque eres mas guapa y inteligente que yo, y si encima te van sin la capucha.. tengo todas las de perder.

-Estas haciendo una montaña de un grano de arena, lo único que tenemos en común Edward y yo son los disfraces y las películas. Nada mas, lo juro.

-Sabes que? Hazme un favor.

Yo asentí, estaba dispuesta a todo, para terminar con aquella discusión.

-Deja de mentir, se te da fatal.-dijo Rosalie, mientras se alejaba
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