Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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viernes, 29 de julio de 2011

Hambrientos de Deseo * Capítulo 12

Adaptación



CAPÍTULO 12:

Tic, tac; tic, tac.

Renesmee observó las manecillas del reloj moderno que colgaba de la pared. El tiempo pasaba tan despacio que no lo podía soportar. La espera la estaba destrozando. Jacob llevaba varias horas fuera de casa y su miedo y su preocupación aumentaban exponencialmente.
Se había sentado en el sofá de cuero del sótano, con Riley en el extremo opuesto. Pensaba en lo todo lo que había pasado durante los días anteriores e intentaba encontrar respuestas, sin éxito.
Justo entonces, se oyó el teléfono. Seth apareció en cuestión de segundos.
—Es para ti, Riley.
—¿Para mí? —preguntó el joven, extrañado.
Seth se encogió de hombros y le dio el teléfono inalámbrico.
—Es una chica. No sé cómo te ha encontrado, pero parece bastante desesperada. Creo que deberías hablar con ella.
Riley se alejó un poco y contestó la llamada. Renesmee decidió aprovechar la ocasión para ir a buscar una aspirina, así que se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. En ese momento, oyó un golpe seco a su espalda y se giró. Seth estaba tendido en el suelo, con una herida en la cabeza. Riley se encontraba junto a él, y el teléfono estaba manchado de sangre.
—¡Oh, Dios mío! ¿Qué ha pasado? —preguntó.
Se acercó a Seth y se arrodilló junto a él.
—Se recuperará —afirmó Riley—. No le he pegado demasiado fuerte… sólo lo justo para que pierda el sentido.
—¿Cómo sabes que se recuperará? ¡Lo has golpeado en la cabeza, Riley!
Riley se acercó a la cama, recogió la camiseta que Jacob le había prestado y se la puso. A continuación, se limpió las manos en las perneras de los pantalones y se giró hacia ella. Estaba muy pálido.
—Tienes que venir conmigo, Renesmee.
—¿Qué diablos te pasa, Riley? ¿Con quién has hablado?
Ella quiso alcanzar el móvil de Seth, que llevaba en la cintura, pero el joven se le adelantó y lo arrojó contra una pared, destrozándolo.
—¡No puedes llamar a Jacob! —exclamó—. ¡No puedes llamar a nadie!
Renesmee tomó aire e intentó mantener la calma.
—¿Por qué haces esto? ¿Quién te ha llamado? ¿James?
—Era Irina. James la ha secuestrado a ella y a la madre de Jacob.
—Oh, Dios mío… Pero ¿qué has hecho, Riley? Si eso es cierto, Seth nos podría haber ayudado…
—¡No! Tú no lo entiendes. Me ha dicho que las matarán a las dos si no vamos ahora mismo. Solos.
—Yo no pienso ir a ninguna parte.
Renesmee reaccionó rápidamente e intentó alcanzar el teléfono inalámbrico, que Riley había dejado sobre la cama. Sin embargo, el adolescente la atrapó con suma facilidad.
—Por favor, Renesmee —le rogó—. No quiero hacerte daño. Te estoy diciendo la verdad.
—¿Estás seguro de que era Irina? Podría ser una trampa.
—Estoy seguro. Y me ha pedido que te diga que también tiene el medallón con las fotos… ¿A qué se refería?
—Oh, esto no puede ser verdad… —declaró ella, desesperada—. Se refiere al medallón de Sara Black, que lleva dentro las fotografías de sus dos hijos. Tenemos que esperar a Jacob y a sus compañeros. No podemos ir solos.
—No, no, tenemos que marcharnos. No puedo dejar a Irina con ese hombre.
Riley
Renesmee sabía que no podría convencer al joven. Sólo esperaba que Jacob volviera a tiempo de ayudar a Seth; suponía que la herida de la frente no sería peligrosa para un hombre lobo, pero odiaba la idea de dejarlo allí, solo, tendido en el suelo.
—Está bien, Riley, de acuerdo. Te acompañaré.
Riley la agarró de la muñeca.
—Pues vamos. Démonos prisa.
Salieron de la cabaña. El cielo se había cubierto, bloqueando los rayos del sol de la tarde.
Renesmee sintió un frío repentino y se frotó los brazos. Había salido tan deprisa que ni siquiera se había podido poner una chaqueta, y el jersey que llevaba era demasiado fino.
Sabía que Riley no le haría daño, pero también sabía que James no la dejaría escapar bajo ningún concepto. Las utilizaría a Sara y a ella para atraer a Jacob a una trampa, y luego la obligaría a contemplar la muerte del hombre del que se había enamorado.
Jacob era más fuerte que James y, en circunstancias normales, habría acabado con él con cierta facilidad; pero James no jugaba limpio. Y en cuanto a Riley, era evidente que tampoco lo dejaría marchar.
—¿Les has mentido, Riley? —preguntó mientras se internaban en el bosque.
—¿Cómo?
—¿Has mentido a Jacob y a sus compañeros con lo de tu pesadilla? Dime la verdad, por favor.
—¿Crees que mentiría a Jacob? —preguntó, mirándola fijamente.
—¿Serías capaz?
—No. Por Dios, Renesmee… no tengo ningún deseo de que James se salga con la suya, pero no me ha dejado elección.
Riley, sé que estás asustado, pero necesito que me lo cuentes todo. No puedo ayudarte si no me lo cuentas.
—¿Ayudarme? Dios, Renesmee, eres la única persona que conozco que ofrecería ayuda al tipo que acaba de secuestrarla.
—Porque sé que no me harás daño, Riley. Y si quieres que salgamos de ésta, tendremos que trabajar juntos.
—No pierdas el tiempo conmigo. Ambos sabemos con seguridad que Jacob me matará cuando me encuentre.
Riley, deberías haber confiado en ellos. Te habrían ayudado.
El chico la miró con expresión de angustia, casi a punto de llorar.
—Eso ya no importa. Tengo que hacer algo… no puedo permitir que hagan daño a Irina. James la ha encontrado por mi culpa, y sacarla de allí es responsabilidad mía.
Renesmee no intentó huir de nuevo. Las cosas se habían puesto muy feas, pero no estaba dispuesta a abandonar al joven. Además, las vidas de Irina y de Sara estaban en juego.
—En eso te equivocas. También es cosa mía, Riley. No estás solo.


Antes de que Jacob pudiera llegar a la cara sur de Fiat Rock, Charlie lo llamó por teléfono para informarlo de que habían encontrado restos humanos en una cueva de la cara norte. Jacob subió al todoterreno y se reunió con sus compañeros; después, dedicaron varias horas a seguir el olor que habían dejado los asesinos, pero el viento soplaba con fuerza y dificultaba la tarea.
Como tenían que avanzar en silencio, quitó el sonido al teléfono y lo puso en modo de vibrar. De hecho, se pegó un buen susto cuando el aparato empezó a moverse en su bolsillo.
—¿Dígame?
—¿Sabes cómo consigo reunir a mis seguidores, Black? Les robo hasta su último resto de humanidad, tiento a la bestia que llevan dentro y me los gano con un asesinato. En cuanto prueban la carne humana, se quedan tan enganchados como un adicto a la heroína. Es una sensación maravillosa. No tienen ni la menor opción frente a mí… y tú tampoco la tendrás.
—¿Quieres apostar algo?
—Por supuesto; te acepto la apuesta que quieras. Pero me temo que tienes muy pocas posibilidades.
Jacob notó que algo iba mal.
—¿Sabes qué es lo que más me gusta de ella? Esa cabellera roja —continuó James—. ¿Tiene el pelo de ese color en todas partes? No, no me lo digas. Prefiero descubrirlo personalmente. Seguro que sabe a fresas…
—No sé qué estás tramando, pero no me voy a tragar el farol.
—Lo harás. Ya lo creo que lo harás —murmuró el hombre lobo—. Hasta pronto, Black.
La comunicación se cortó y Jacob se detuvo en mitad del bosque, paralizado. Sentía una angustia que no lo dejaba respirar, pero reaccionó enseguida, llamó a los otros y les ordenó que se reunieran con él junto al todoterreno. Pocos minutos después, conducían hacia la cabaña a toda velocidad.
Poco antes de llegar al callejón, llamó al teléfono de la casa y al móvil de Seth, pero nadie respondía. En cuanto se detuvieron, salió del vehículo y corrió hacia la entrada.
—¡Renesmee! ¡Seth! —exclamó.
No había signos de lucha en ninguna parte, pero ni Renesmee ni Seth estaban allí. Bajó al sótano a toda prisa y encontró a su amigo en el suelo, con una herida en la frente y un charco de sangre bajo la cabeza.
—¡Dios mío! ¡Seth, despierta! ¿Dónde está Renesmee?
Seth gimió y abrió los ojos.
—¿Jake? Oh, no… tengo que encontrarla…
—¿Qué ha pasado?
—Llamaron a Riley… por teléfono. Era una chica. No sé quién…
—Habla, Seth…
—Me golpeó por la espalda. No recuerdo más.
—Tiene que haber sido James; es la única explicación —dijo Jacob—. ¿Tienes idea de adonde han podido ir?
—Ojalá la tuviera, Jake, pero Riley sólo estuvo unos segundos al teléfono y luego me atacó.
Carlisle apareció en la puerta.
—Espero que tuvieras el buen juicio de sellar el pacto de sangre con ella, Black —declaró el irlandés—. Ya no llueve, pero su olor se habrá disipado. El vínculo que se establece con el pacto de sangre podría ser la única forma de encontrarla.
—¿De qué diablos estás hablando, Carlisle? —bramó Jacob—, Tenía entendido que sólo funcionaba con emociones o sentimientos.
Carlisle asintió.
—Sí, pero hay licántropos que afirman que también sirve para localizar físicamente a alguien. Por lo visto, deja una especie de señal que se puede captar como si fuera una emisión de radio… así que tranquilízate y concéntrate en ella. Seguro que sabes dónde está.
Jacob se sintió avergonzado y culpable por no haberlo hecho.
—Vamos, Jake, usa el vínculo —insistió Carlisle.
—Yo… no puedo.
—¿Qué quieres decir con que no puedes? —preguntó Charlie, de pie junto a su compañero—. No me digas que todavía no has establecido el vínculo… ¿Cómo es posible? ¿James la estaba persiguiendo y no te uniste a ella?
—Claro que no lo ha hecho. Estaba demasiado asustado… ¿verdad, Jacob?
La voz que sonó no era la de Charlie ni la de Carlisle, sino la de Billy Black, que acababa de aparecer en la escalera. Tenía sangre en la cabeza y su jersey estaba desgarrado.
Jacob lo miró con incredulidad.
—¿Qué te ha ocurrido? ¿Dónde está mamá?
—Sospecho que en el mismo lugar donde tienen a Renesmee —contestó—. ¿Me acompañas? Tenemos que salvarlas.
—¿Sabes dónde están?
—Por suerte, yo no tengo miedo de seguir los dictados de mi corazón —afirmó su padre—. ¡Por supuesto que sé dónde están!
Jacob se pasó una mano por el pelo, intentando mantener la calma.
—¿Vas a decirme lo que ha pasado? ¿O a seguir gritando?
—Tu madre quería darle unas cosas a Renesmee, de modo que decidimos volver a la cabaña. Alguien disparó a las ruedas de mi coche y nos salimos del camino… Yo quedé atrapado e inconsciente, y cuando desperté, se habían llevado a Sara. Pero basta de preguntas. ¡Tenemos que ir a buscarlas!
—¿Y dónde están?
—Te lo diré en cuanto alguien me traiga un mapa.
—Traeré el que tienes en el todoterreno —dijo Charlie.
Jacob ayudó a Seth a levantarse. Charlie volvió enseguida con el mapa, que extendió sobre la cama del sótano. Billy empezó a buscar la localización, y no tardó demasiado.
—Aquí, aquí es… aquí es donde las tienen.
—Caramba —dijo Seth—, ya me habían dicho que los pactos de sangre se pueden usar para localizar a una persona, pero nunca lo habría creído…
—Pues funciona —afirmó Billy.
Jacob miró a Seth y preguntó:
—¿Te sientes con fuerzas para acompañarnos?
—Intenta detenerme si puedes.
—Entonces, vámonos.
—Podemos ir en coche hasta las cercanías, pero el último tramo lo tendremos que hacer a pie —comentó Billy.
—Me da igual cómo lleguemos —dijo Jacob, que ya se dirigía a la salida—. Siempre y cuando lleguemos a tiempo.


La brisa soplaba suavemente entre los árboles, como un susurro en una habitación. Jake estaba tan tenso que las manos y la frente se le habían cubierto de sudor mientras avanzaban por el bosque. Su padre abría camino porque se había ganado el derecho de dirigir la partida; a fin de cuentas, era su instinto el que les había indicado la localización.
Además, ya no tenían ninguna duda. Unos doscientos metros atrás, habían encontrado uno de los brazaletes de Renesmee, tirado en el suelo. Ahora sabía que Renesmee seguía con vida; pero no por cuánto tiempo.
Pensó que si le ocurría algo malo, no se lo perdonaría nunca. Se dijo que había sido un estúpido; se había dejado llevar por sus temores y se había resistido a sus sentimientos sin darse cuenta de que todo era inútil porque ya estaba perdidamente enamorado de Renesmee.
Deseó hundir los colmillos en la frágil base de su cuello, beber su sangre y completar lo que ya estaba escrito con letras indelebles en su corazón.
El grupo se detuvo en el preciso lugar en que el bosque daba paso a un claro de hierba alta, justo antes de la imponente pared de granito. En el interior de una cueva brillaba un fuego, como un dragón a punto de exhalar.
Jacob alzó la cabeza, olfateó el aire y distinguió el aroma de Renesmee, que le pareció el más perfecto y dulce del mundo. Desgraciadamente, también notó su miedo, cercano al terror.
Billy se dio cuenta de que estaba decidido a atacar de frente y lo detuvo.
—Aún no, Jacob. Tenemos que hacerlo siguiendo las normas de nuestra gente.
—De tu gente, querrás decir. No de la mía.
Jacob, tranquilízate. Si alimentas el odio, se quedará en ti y te devorará por dentro. Suéltalo y asume de una vez la suerte que tienes.
—¿Y qué hay de Renesmee? ¿Esto también te parece una suerte? Papá, le prometí que cuidaría de ella y mira lo que ha pasado. Está en manos de ese canalla por culpa mía.
Carlisle se acercó a ellos. Sus ojos grises brillaban como dos brasas.
—Los únicos licántropos que he podido oler son James y el chico —declaró—. Están solos, con las mujeres.
—Pero no lo estarán por mucho tiempo.
Jacob se abalanzó hacia la cueva en el preciso instante en que el sol se ponía en el horizonte, lanzando un destello de tonos rojos, dorados y naranjas. Ya había llegado a la entrada cuando oyó la voz de su adversario.
—No te molestes en llamar. Te estábamos esperando, Black. Entra y únete a nuestra pequeña celebración.
Jacob entró, seguido de su padre y del resto de sus compañeros, y se sintió enormemente aliviado al ver a Renesmee y a su madre a la derecha. Riley estaba tendido en el suelo, inmóvil, a pocos metros de las mujeres.
James descansaba sobre una roca enorme, con los codos apoyados en las rodillas. Su cara, sus brazos y su torso estaban cubiertos de sangre, y sus ojos parecían dos pozos profundos y sin vida.
Sin apartar la vista del hombre lobo, Jacob avanzó hacia las mujeres. Billy lo siguió.
—Míralas bien, Jacob —dijo James con una sonrisa de satisfacción—. Míralas bien, porque ahora son mías.
—¿Tuyas? Te has vuelto definitivamente loco —bramó.
El hombre lobo soltó una carcajada.
—No te preocupes; te permitiré luchar por su vida… y luego, cuando estés agonizando, me daré un festín con ellas mientras tú contemplas la escena.
—Has sobrepasado todos los límites de la perversión, James —intervino Billy, con voz gutural, rabiosa.
Billy estaba dispuesto a invocar las leyes de la Liga de los Ancianos, lo cual significaba que iba a desafiar a James. Jacob lo sabía perfectamente, así que se le adelantó.
Jamess, te reto a muerte.
El hombre lobo volvió a reír.
—Vaya, esto va a ser divertido —dijo.
Jacob gruñó y apretó a Renesmee y a su madre contra la pared de la cueva, para mantenerlas tan lejos como fuera posible de James.
—¿Qué le ha pasado a Riley? —les preguntó.
—Que tu mujer le ha dado un buen golpe —explicó Sara—. El chico estaba dispuesto a retar a ese monstruo cuando Renesmee le ha pegado en la cabeza con una roca. Le ha salvado la vida.
—No por mucho tiempo —murmuró Jacob—. Cuando se recobre, lo mataré.
—No puedes hacer eso. No ha sido culpa suya, Jacob —intervino Renesmee—. Sólo quería salvar a Irina; pero cuando llegamos, James ya había…
—¿Ha matado a la chica? —preguntó Jacob, furioso.
Renesmee asintió.
—Tuve que detener a Riley. Si se hubiera enfrentado a ese monstruo, habría muerto —explicó.
—¿Y lo has dejado inconsciente?,
—Me pareció la mejor solución.
—Eres increíble… —dijo, asombrado.
Seth se inclinó sobre Riley y miró su herida.
—Sospecho que tardará un buen rato en despertar… pero quién sabe, puede que el golpe de Nessi le haya devuelto la sensatez —comentó—. No puedo creer que pretendiera acabar con James sin ayuda.
—No tenía elección. ¿Te acuerdas de la llamada telefónica? Era Irina. Le dijo que James las había secuestrado a ella y a Sara y que las mataría si no me traía de inmediato. Cuando llegamos, ya había…
—No lo pienses, Ness —dijo Jacob—. Olvídalo.
Carlisle se acercó en ese momento a Jacob y le susurró:
—Va a ser casi imposible que lo derrotes en combate, Black.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Renesmee.
—La carne humana da una fuerza asombrosa a los licántropos. Se acaba de dar un festín y su sangre está llena de adrenalina.
—¿Y no hay nada que os dé más fuerza que eso? —preguntó Renesmee.
—Ahora que lo dices, sí… —dijo Seth—. Un pacto de sangre.
—¿Un pacto de sangre? Entonces, ¿a qué estamos esperando? Jacob, por favor, tienes que hacerlo —rogó Renesmee—. No queda otra salida.
Jacob sacudió la cabeza.
—No puedo hacerte eso; no después de lo que ha pasado esta noche. No puedo utilizarte de ese modo.
—¡Maldita sea, Jacob! ¡Hazlo de una vez! No quiero perderte… por favor…
—No puedo…
A Jacob le pareció una situación condenadamente irónica. Al principio, no se había atrevido a ofrecerle el pacto porque estaba seguro de que lo rechazaría; y ahora, cuando ella le rogaba que lo hiciera, no podía aceptar; porque si aceptaba y James lo vencía en combate, ella también moriría.
—Sé que no me amas, Jacob, pero no queda otra opción. No permitas que te mate —insistió, llorando—. Te prometo que me marcharé después y te dejaré en paz… te lo prometo. Pero no dejes que te mate. No podría vivir.
Renesmee, mírame.
Ella alzó la cabeza y lo miró.
—Te amo, Renesmee.
—¿Qué has dicho?
—Que te amo. Te amo tanto que ni siquiera sé cómo explicar lo que siento. Estás en mi corazón, en mi mente, hasta en el aire que respiro… Te amo.
—Entonces, ¿lo harás?-- El volvió a negar con la cabeza.
—No puedo hacerlo, cariño. Así, no. Has pasado por tantos peligros que…
—¿A quién le importa eso, Jake? Estoy viva, Jacob. Pero si te matan…
—Si me matan después de que sellemos el pacto, tú también morirás —le explicó—. Y no lo puedo permitir.
Jacob le dio la espalda a la mujer que amaba y avanzó unos pocos metros. Al acercarse al centro de la cueva, vio los restos de la pobre Irina, junto a la roca en la que James se había sentado.
Carlisle se aproximó, con un cigarrillo en la boca, y sacó un encendedor del bolsillo.
Billy —dijo—, creo que te corresponde trazar el círculo.
Billy llegó a su altura, tomó un puñado de tierra y lo dejó caer en cuatro puntos distintos, correspondientes a los cuatro puntos cardinales. Después, trazó un círculo amplio en el suelo de la cueva, pronunció las palabras del desafío y concluyó:
—Que así sea entonces. Combatid hasta que sólo quede un lobo con vida.
Jacob se acercó al borde del círculo, se quitó la camiseta y la dejó caer al suelo. James se acercó por el lado contrario.
—¿Luchamos como hombres lobo completos o sólo a media transformación? —preguntó.
—A media —respondió Jake.
James rió y guiñó un ojo a las mujeres.
—Sabía que diría eso.
Billy tocó en el hombro a su hijo y lo miró con ojos llenos de preocupación y orgullo.
—¿Algún consejo? —preguntó Jacob.
—Sí. Puede que Renesmee tenga miedo de nuestro mundo, pero cualquier humano lo tendría. Es una mujer fuerte, valiente y muy protectora contigo. Si la amas, confía en ella. Merece tu fe.
—Lo sé. Es mi compañera.
—En tal caso, es hora de que completes el pacto de sangre, hijo. No juegues con la suerte. La vida es demasiado corta.
Jacob sacudió la cabeza.
—Te prometo que le ofreceré el pacto si salgo con vida de esta cueva. Pero ahora no puedo ni debo hacerlo.
Billy entrecerró los ojos.
—Puede que sea tu única oportunidad de vencer, Jacob.
—Sí, puede ser. Pero por otra parte, la perspectiva de unirme a ella me dará fuerzas sobrehumanas.
Carlisle soltó una risa irónica a su lado. Jacob se giró, caminó hacia Renesmee y la besó en la boca.
—No te pondré en peligro, Ness.
Acto seguido, hizo un gesto a Seth, que se acercó y apartó a Renesmee del lugar donde iban a combatir.
—Te amo, Renesmee. Pase lo que pase, no lo olvides —dicho eso, Jacob tomó aire, inclinó la cabeza y entró en el círculo.

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Solo tú & yo * Capítulo 13

Adaptación



CAPÍTULO 13:

Aparco cerca de la playa de la Push y me dirijo al océano, atravesando el camino oscuro, determinada a localizar la cueva secreta de Edward aun cuando estuve ahí solo una vez, que resulta ser la vez que estuvimos también cerca de… hacerlo. Y lo hubiésemos hecho… si no hubiese sido por mí.


Creo que tengo una larga historia poniendo los frenos en los momentos cruciales. Eso, o termino muriendo. Así que obviamente estaba esperando que esta noche fuese diferente.

Pero en el momento que mis pies tocan la arena y me dirijo al escondite, me siento triste de ver que está casi tal cual lo dejamos: Mantas y toallas dobladas en una esquina, las tablas de surf contra la pared, un traje de baño sobre una silla… pero no hay rastros de Edward.

Y con solo un lugar por registrar en la lista, cruzo los dedos y corro a mi coche. Asombrada por la manera en que mis miembros se mueven con tanta rapidez y gracia, mis pies apenas rozan la arena, cubriendo la distancia en tan poco tiempo, apenas empecé y ya estoy en mi coche, saliendo de donde estacione. Preguntándome hace cuanto que puedo hacer esto, y cuantas otras maravillosas habilidades tengo.

Cuando llego a la puerta, la guardia de turno quien está acostumbrada a verme y ya sabe que estoy en la lista de visitantes aceptados de forma permanente de Edward, solo sonríe y me deja entrar. Y mientras me dirijo arriba de la colina hacia la casa de él y aparco en la entrada, lo primero que noto es que las luces están apagadas.

Y me refiero a todas ellas. Incluyendo la que se encuentra arriba de la puerta que él siempre deja encendida.

Me quedo sentada en el auto, con el motor encendido mientras miro esas ventanas frías. Parte de mi quiere tirar abajo la puerta, subir las escaleras, y entrar a su “cuarto especial”… En el cual el guarda sus más valiosas posesiones… los portarretratos suyos pintados por Picasso, Van Gogh, y Velázquez, junto con pilas de tomos de primeras ediciones... reliquias invaluables de su largo pasado, todas puestas en una habitación sobre poblada y mal iluminada. Aun cuando no puedo verlo, se que no necesito entrar para saber que él no está ahí. El frío, desolado exterior, con sus paredes recubiertos en piedra, techos de dos aguas, y ventanas vacías, está completamente desprovista de su cálida y amorosa presencia.

Cierro los ojos, luchando por recordar las últimas palabras que él dijo… algo sobre ir a buscar el coche así podíamos hacer una aún más rápida escapada. Seguro que él dijo Nosotros… que NOSOTROS íbamos a hacer una rápida escapada así podíamos estar finalmente juntos… nuestra búsqueda de cuatrocientos años culminando en esta noche perfecta.

Quiero decir, él no podía estar buscando una forma rápida de escaparse de mí… ¿O si?

Tomo un largo respiro y salgo del coche, sabiendo que la única forma de obtener respuestas es seguir moviéndose. Las suelas de mis pies mojados y fríos patinando por el camino de entrada mientras yo busco la llave, recordando demasiado tarde que la deje en casa, sin pensar en que la podía necesitar esta noche de entre todas las noches.

Me paro frente a la puerta, memorizando su arco de entrada curvo, sus detalles osados, antes de cerrar los ojos y me imagino uno justo igual. Viendo la puerta imaginaria sin trabar, abriéndose, sin haber intentado esto nunca, pero sabiendo que es posible después de haber visto a Edward destrabar una puerta en el colegio… Una que había estado bien cerrada unos momentos antes.

Y cuando abro los ojos nuevamente, todo lo que logre manifestar es otra puerta enorme de madera.

Y sin saber como deshacerme de ella (ya que todo lo que hice hasta ahora es manifestar cosas que quería quedarme, me apoyo contra la pared y me dirijo hacia el fondo.

Hay una ventana en la cocina, la que está justo detrás de los grifos que el siempre deja destrabada.

Y después de deslizar mi dedo debajo de la ventana y deslizarla toda hacia arriba, gateo sobre la pileta de la cocina llena de botellas de vidrio antes de saltar al suelo, mis pies aterrizando sin ruido mientras me preocupo si la vergüenza por entrar sin permiso a una casa se aplica también a novias preocupadas.

Miro alrededor del cuarto, divisando la mesa de madera y las sillas, la cafetera de alta tecnología, juguera… toda una colección de los más modernos aparatos para la cocina que la plata puede comprar y Edward puede manifestar. Seleccionados con cuidado para dar la apariencia de una casa normal, como accesorios en una casa moderna y decente, perfectamente combinados.

Reviso su nevera, esperando ver la abundancia usual en botellas llenas de jugo rojo, solo para encontrar una pequeña porción de las mismas. Y cuando reviso las alacena, el lugar donde deja que las nuevas fermenten y se marinen o lo que sea que hagan en la oscuridad por tres días… me sorprende encontrarla con pocas botellas también.

Me quedo parada ahí, mirando las pocas botellas, mi estomago encogiéndose, mi corazón acelerado, sabiendo que algo está terriblemente mal con lo que veo. Edward es siempre tan obsesivo en dejar mucho zumo a mano… más aún ahora que es responsable de darme algunas a mi también… que nunca dejaría que las cosas lleguen a este punto.

Pero de nuevo, el está pasando por muchísimo últimamente, tomando hasta el punto que su consumición se ha doblado. Asíque es posible que no haya tenido tiempo de hacer nuevas.

Lo que suena bien en teoría, claro, pero no posible en absoluto.

Quiero decir, ¿a quien quiero engañar? Edward es totalmente organizado con estas cosas, casi rayando lo obsesivo. Él nunca dejaría que esto se le pase… ni siquiera por un día.

No a menos que algo este muy mal.

Y aun cuando no tengo prueba alguna, lo sé en mi interior que la manera en la que está actuando últimamente… las repentinas miradas en blanco que son imposibles de pasar desapercibidas sin importar cuán rápido se pasen, sin mencionar el sudor, los dolores de cabeza, la inhabilidad de manifestar objetos, o acceder a Summerland… bueno, cuando sumo todo eso, está claro que el está enfermo.

Solo que Edward no se enferma.

Y cuando se pinchó el dedo con la rosa hace un rato, vi como sangraba justo delante de mí.

Pero aún así, quizás debería empezar a llamar a los hospitales… solo para estar segura.

Excepto que Edward jamás iría a un hospital. Lo vería como una forma de debilidad, de derrota. Hay muchas más posibilidades de que gatee como un animal herido, escondiéndose en algún lugar donde pueda estar solo.

Sólo que él no tendría herida alguna porque se cura instantáneamente. Además, el nunca se alejaría sin antes decírmelo.

Pero de nuevo, yo también estaba convencida de que él nunca se hubiese ido sin mí, y miren como termino saliendo todo.

Reviso sus cajones, buscando las Páginas Amarillas… otro accesorio para parecer normal. Porque aún cuando es verdad que Edward nunca iría al hospital por sí mismo, si hubiese habido un accidente, o algún evento fuera de su control, entonces es posible que alguien más lo allá llevado al hospital sin su consentimiento.

Y mientras que eso contradice lo que Emmett (seguramente por maldad) dijo, de haber visto a Edward alejarse a toda marcha, eso no me frena de llamar a los hospitales de Orange County, preguntando si Edward Cullen ha sido admitido, y consiguiendo un no cada vez.

Cuando termino de llamar al último hospital, considero llamar a la policía pero decido no hacerlo rápidamente. O sea, ¿Qué les voy a decir? ¿Que mi novio de cientos de año, inmortal esta desaparecido?

Siempre puedo quedarme aquí, sabiendo que él va a volver eventualmente.

Subo las escaleras a su cuarto, y me conformo a mi misma pensando que aun cuando no puedo estar con él, al menos puedo estar con sus cosas. Y mientras me acomodo sobre su cama, miro las cosas que él mas aprecia, esperando seguir siendo una de ellas también.
 
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jueves, 28 de julio de 2011

Premios!

Hola mis dulces lectores!
Gracias a mari del blog http://sangreyhielo.blogspot.com/ por estos premios :) Siempre piensas en mi, y tengo que decir que los premios me encantan jajajaj
También gracias a mi pekeeee que la quiero mucho, del blog http://renesmeehistoria.blogspot.com por dedicarme estos premio! :)





-Si pudieras elegir vivir dentro de una película, ¿cuál elegirías?
Creo que Crepúsculo, Encantada, Harry Potter.... cualquiera que me lleve a un mundo no "normal" xD

-Sales de la ducha, ¿te entretienes dibujando algo en el espejo? ¿El qué?
Mi nombre! :P

-¿Qué hacías la última vez que tus acompañantes te rogaron que abortaras con esa situación?
pues... ni idea! siempre estoy haciedo alguna locura, pero suelo ser yo la que dice: ya está, no?
jajajajajaj

-¿Qué cosas absurdas o extravagantes te gustaría coleccionar?
mmm.... xapas!

-Que tipo de ropa usas: slips o boxer, bragas o culottes o tangas?
pues según el día... bragas, culottes o tangas :P
 
-¿En qué momento del sueño te despertaste y te jodió tanto que intentaste volver a dormir y seguir soñando?
en el momento del beso... xD
 
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martes, 26 de julio de 2011

Rescatando tu alma * Capítulo 1

Hola mis dulces lectores! Este fic es propiedad de Flawer Cullen, dejarle muchos comentarios :)




CAPÍTULO 1 "LA TRAGEDIA"

-Charlie, para por favor, para, deja que te explique, no es como tú piensas


-Cállate Bella, - ¡todo esto es mi culpa! -¡cómo no me di cuenta antes!, ¡¡que estúpido!!

¡Pero esto lo voy a arreglar!, no volverás a verlo nunca más, de eso yo me encargo

-¡Ho, Papa por favor para, yo lo amo! ¡Es tan difícil de entender! Ellos son tan buenos y me quieren como parte de su familia, nunca me harían daño

- ¡NO! No lo veras -¡es un monstro, -¡son unos monstros!-

-Bella lloraba a gritos y pedía que la dejara con el amor de su vida. Pero su padre estaba determinado a no dejarla y si era posible la encerraría toda su vida.

-Edward-

¡O Dios! Si tengo alma, como mi Bella dice entonces llévatela te la doy a cambio de que no la separen de mí, -no puedo culpar al ¡¡perro ese!! Sé que lo hizo por amor, yo también lucharía como él, “pero decirle lo que él y yo éramos” - ¡eso es pasarse de la raya!

- Me dijo que Bella no sería de él pero tampoco sería mía.- ¡Yo me decidí ir tras de ellos!- para que habláramos, pero no quería ir demasiado rápido, no quería que me metieran a la cárcel por perseguir a un oficial de la policía y por rebasar la velocidad permitida, pero el jefe Swan, ¡realmente corría como alma que lleva el diablo!

¡Yo podía escuchar lo que hablaban o más bien lo que gritaban dentro de la patrulla. Bella le pedía que la dejara regresar conmigo, ¡¡O Dios ella está sufriendo tanto!!

-De repente sonó mi móvil, no quería contestar porque sabía lo que me dirían -(¡regresa, ya lo hablaras con calma después, no hagas tonterías, etc.!)- Pero me resigne y conteste,¡¿Qué pasa Alice?! Edward no los sigas más por favor, escúchame, haaaaaaaags!!! - Alice, Alice, que pasa…¡¿?!

-Enfoque mi vista cuando escuche la voz de Bella gritar a su papa que tuviera cuidado, y todo paso como en cámara lenta.



-Bella-

-Papa cuidadoooo¡¡¡¡¡¡¡¡ o mi Dios ¡¡Edward mi amor!!Eso fue lo último que, de mi boca salió -¡¿Qué pasa no se nada, dónde estoy, que paso?! –Mi cuerpo, no lo siento,- ¡¡ me siento tan relajada y en paz!!

-¡¡ Escuchaba a lo lejos la voz que hacía que me fuera al cielo!! -¡tan aterciopelada!

-Bella mi amor, mi vida, contéstame no me dejes- ¡O! Dios no me la quites – ¡¡amor abre los ojos para mi ¡! Se fue apagando la voz, después llego una tremenda oscuridad y me perdí.

-Edward-

“volteé” y vi que un tráiler que transportaba troncos del aserradero, venia directo a la patrulla donde estaba -¡Ella!, mi vida!-, no puede hacer nada, solo ver, ¡¡que ante mi chocaban ambos vehículos!! Esto debe ser un mal sueño, es irreal, después de segundos interminables. Pare, como loco baje y fui a buscar a mi amor a la razón de mi existencia, no podía dar crédito a lo que mis ojos habían presenciado y solo deseaba que no les hubiera pasado nada grave.



-Alice-

¡¡ Edward por favor perdóname no pude verlo antes, no sé que me paso. Cuando llego la visión fue demasiado tarde,

--No te preocupes Alice lo sé, no te culpo—

-Pero Edward a pasado tanto tiempo tienes que resignarte, tienes que permitir que Car…….-¡Cállate Alice!!- ¡NO! - He dicho que no –



-Jasper-

-Pobre Edward,… -Alice, no te preocupes mas mi amor, déjalo tiene que aceptar tarde o temprano, y espero que sea pronto, el anda como zombi, no habla con nadie, solo lo necesario, con quien más habla es con Carlisle y Esmeralda, pero a nosotros ya ni nos voltea a ver y sé que no es por falta de amor a su familia a nosotros, -sino por el dolor ¡¡además de culparse por todo!! Ya tiene tanto tiempo que ocurrió la tragedia y no se da por vencido ¡¡ y yo estoy realmente cansado de lidiar con sus emociones, no puedo estar tanto tiempo cerca de él !!

-¡¡Lo sé, amor lo sé!!- Creo que todos nos sentimos igual.

-Emmett-

-Pobre de mi hermano, ha perdido la razón, mira que decir que puede oír o sentir a Bella!! Creo que ya lo perdimos, como perdimos desde mucho tiempo a Bella.

-Eso le quita el buen humor a cualquiera, pobre Bella, la extraño también a ella, y hasta mi Rose la extraña, ¡¡bueno también a él cabezota de Edward, dice que hasta yo cambie, ¡porque ya no bromeo como antes! Pero a quien le da ganas de estar escuchando tanta tontería que siempre decía para hacer reír a todos, se me ha ido la inspiración desde aquel día… ¡¡huuyyy!!! Que mal..

-Edward-

- ¡Hola mi Amor!-, te he traído tus flores preferidas, ¡¿cómo has amanecido?! -¡¿dormiste bien?! - no me he ido por mucho, amor, solo fui a…. caminar un poco por aquí muy cerca, ¡ya sabes!... Esme me reclama que estoy mucho tiempo sin hacer ejercicio y que eso me tiene así y no puedo hacerla enojar, sé que se preocupan por mí, pero les digo que yo estoy bien, solo quiero estar contigo.

-Todos me lo piden, ¡que ya es mucho tiempo y que estoy loco o que me falta poco para soltar el tornillo, solo por hablarte como si realmente estuvieras, pero yo se que sí que me escuchas!

-Yo sé que me escuchas y que me sientes y que tú alma esta aquí conmigo lo se, lo siento cada día y sé que volverás a mí-.

¡¿Edward, podemos hablar?! -Si padre, te escucho.
 
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lunes, 25 de julio de 2011

La princesa de Hielo y Fuego * OneShoot

Hola mis dulces lectores! Aquí os dejo otro OneShoot de la mano de Arancha :) espero que os guste y dejeís comentarios.



LA PRINCESA DE HIELO Y FUEGO:

Un día de invierno con muchas nieblas Nyx salió de su castillo de hielo por la mañana. Su madre le había dicho que no saliera porque había escuchado a la gente que vivía por los alrededores que había demasiados problemas. Ella no le hizo caso, y se fue. Al rato se adentro por el bosque, siguió andando, pero no se daba cuenta de que alguien la vigilaba bien de cerca y como no volviera al castillo antes del anochecer no se convertiría en princesa de fuego. Este poder se lo explicó su madre cuando ella era muy pequeña. Le dijo:

-Nyx cuando seas mayor te pasaré un poder muy especial, por la mañana serás princesa de hielo y por la noche de fuego.

Ella lo recordaba eso muy bien pero en medio del bosque, ella se quedo pensativa, y fue entonces cuando alguien la cogió de la cintura y se la llevó. Nyx intento soltarse de él, a ella le pareció un hombre porque le sujetaba muy fuerte para que no se soltara y era mucho mas alto que ella. Al llegar al castillo del Señor que le había raptado, Nyx se quedó paralizada en la entrada, ella no podía pasar porque sino se desharía al estar formada de hielo.

-Señor, por favor, podría traerme una capa es que me molesta mucho la luz que os entra por la cristalera que tenéis en el techo. Muchas Gracias- dijo ella.

Al rato vino el sirviente con la capa pero ni rastro del raptor.

-Señorita por favor, acompáñeme a sus aposentos.

Ella enfadada le acompaño y por el camino a sus aposentos le dijo que no le llamara señorita, que le dijera Nyx o Princesa. El sirviente ni la escucho. Al rato cuando llegó a sus aposentos, el sirviente le comentó que solo recibía órdenes de su amo y señor, de nadie más pero que lo que le había pedido antes ella, era una excepción.

-Quédate aquí, pronto vendrá mi amo.

Antes de que se fuera ella empezó a chillar:

-Quiero ver a mi raptor, quiero ver a mi raptor, quiero ver a mi raptooooor!!!!!!!!!!!

-Pero señorita, por dios……… cálmese, que lo va a despertar.- Dijo el.

-Me importa mil narices si se despierta o no, lo único que quiero es hablar con el, nada mas. Por lo menos debería de tener un respeto, ya que soy princesa de hielo.

Al rato, se abrieron las puertas de mis aposentos, de repente me quedé más helada de lo que ya era de por si. En la puerta había un hombre alto, muy fuerte, moreno, guapísimo, con ojos claros me pareció ver, parecía un guerrero antiguo, pero su cara reflejaba lo contrario, al final lo adivine, era un guerrero antiguo vampiro, uno de los pocos ya que quedaban. Le dijo a su sirviente que se fuera, que le dejara a solas porque iba a hablar con ella.

-Me llamo Thor y no quiero hacerte daño.

Va y Nyx le dice:

-Pues ya me has hecho bastante daño con solo transportarme de esas maneras hasta tu castillo. Porque estoy segura que tu has sido el que me raptó, verdad?

-Si, fui yo. Pero por favor, cálmate, te vuelvo a repetir que no te voy a hacer daño, solo quiero conocerte. Como te llamas?

-Me llamo Nyx y soy princesa de hielo por la mañana y princesa de fuego por la noche. Sorprendidooo!!!!!!

-Si estoy muy sorprendido por eso llevas una capa para que no te den la luz en tu pequeño cuerpo.

Si, le dijo ella.

-Me puedo sentar?, le preguntó el.

-Si- dijo ella.

-Bueno a lo que iba, te he raptado porque quería conocerte y ya veo que te has quitado la capucha y me pareces una princesa muy guapa. Pelirroja, pequeñita pero matona con ojos verdes, como me gustan a mi.

Ella se quedó pálida pero al rato le dijo:

-pues tú no eres mi prototipo de hombre pero no estas mal.

-Guaaaauuuu!!!!! Eres la primera que me lo dice y también es la primera vez que lo escuchó.

-Pues conmigo la escucharas mas veces, imbecil!!!!

-Bueno ya veo que tienes mucho genio, en fin, a lo que quería explicarte: Soy guerrero antiguo vampiro, uno de muy pocos que quedan y como ves aunque me insultas y todo, estoy teniendo mucha paciencia contigo.

De repente, Nyx empezó a notar el cosquilleo en todo su cuerpo, Thor asustado le preguntó:

-Te pasa algo? Puedo ayudarte?

Y ella con la voz suave y nerviosa le dijo:

-Si que me pasa algo, ahora, en estos mismos momentos me estoy transformando en princesa de fuego y necesitó que alguien me lleve y me tumbe en la cama hacia arriba con mucho cuidado. Si la persona que me lleva en brazos esta mucho tiempo conmigo en brazos mientras este aún en princesa de hielo, le puedo hacer heridas muy graves, si me toca mucho. Cuando acabe mi transformación y sea princesa de fuego ya me podrás tocar tranquilamente pero de momento dejame en cama tumbada y siéntate tranquilamente a esperar.

Thor se quedó pálido, no sabía que hacer, pero le hizo caso a Nyx y se quedó a que se terminara de transformar. Cuando lo hizo, ya era de noche y ella se fue despertando poco a poco, cuando abrió los ojos, a él, se lo encontró dormido a su lado sentado en una silla, al levantarse se le quedo mirando y le dio un beso en la mejilla. Este al despertarse, se dio cuenta que le quemaba el beso que le había dado ella en el moflete derecho.

-Porque has hecho eso?- Le pregunto el.

-Porque te tenía que dar las gracias por traerme aquí y no quería dártelas en forma de princesa de hielo sino te habría echo mucho daño y me culparía por ello toda mi eternidad. Con este beso que te dí, ya estoy unida a ti para siempre, porque te he pasado parte de mi energía a ti.

-Eso quieres decir, que quieres estar conmigo para toda le eternidad aunque te haya contado lo que soy?

-Si Thor, si quiero estar contigo para toda la eternidad aunque seas vampiro.

Se abrazaron y se dieron un super beso de película.

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viernes, 22 de julio de 2011

Hambrientos de Deseo * Capítulo 11

Adaptación



CAPÍTULO 11:

Jacob estaba junto a la ventana de la cocina, contemplando los pálidos rayos que intentaban abrirse camino en el cielo del alba. Las sombras de la noche todavía dominaban la arboleda. Todo estaba muy tranquilo. Todo excepto él, sumido en un caos.

Renesmee había dormido plácidamente. En cambio, él había soñado.

No recordaba cómo había empezado su sueño. De repente, se vio corriendo por el bosque, con un suelo húmedo bajo sus pies y un ambiente cargado, como si se avecinara una tormenta. Estaba agotado y le dolía todo el cuerpo, pero no se podía detener. Tenía que llegar a alguna parte, aunque desconocía su objetivo. Las ramas y las piedras le hacían daño en los pies porque iba descalzo, y no llevaba nada salvo unos vaqueros.

Súbitamente, alguien lo agarró de un hombro y lo obligó a detenerse en seco. Él se dio la vuelta para enfrentarse a su enemigo y se encontró con su hermano. Edward era tan alto y tenía un aspecto tan orgulloso como siempre; incluso seguía con la pequeña cicatriz junto a la boca, un recuerdo de sus peleas de niños.

Estaba abrazando a una mujer pequeña y delicada, de cabello negro, que llevaba un camisón y parecía enormemente pálida y frágil en comparación con él.

Jacob la reconoció al instante. Era Bella. Y también reconoció el camisón, el mismo que se había puesto la noche en que un incendio acabó con su vida.

En el sueño, Jacob cerró los ojos con fuerza e intentó contener el horror y la angustia del pasado.

—La estás perdiendo, hermano —dijo Edward.

—¿Cómo?

—Escúchame, Jacob, hazme caso. ¡La estás perdiendo! —exclamó.

Jacob sacudió la cabeza, confundido.

—¿Te refieres a Renesmee? —preguntó.

—No sientas lástima de mí. Yo tengo a Bella… me está esperando en casa y seguirá conmigo para siempre. El amor no nos debilita, Jacob. El amor nos hace más fuertes. Recuérdalo.

—Edward —gimió Jacob—. Edward…

—Abre tus ojos antes de que sea demasiado tarde. Abre los ojos y mira. No quiero que termines solo.

Antes de que pudiera reaccionar, Edward empujó a Bella a sus brazos y Jacob vio que ya no era Bella, sino Renesmee. El impacto del descubrimiento fue tan fuerte que cayó de rodillas al suelo. Ella alzó la cabeza y le dedicó una sonrisa de pura felicidad.

—Te amo, Jacob.

Apenas había pronunciado esas palabras cuando se levantó una ráfaga de viento tan feroz que le arrancó a su amada de los brazos y se la llevó volando. Jacob intentó alcanzarla, pero descubrió que sus pies estaban hundidos en el suelo, como si hubiera caído en unas arenas movedizas.

—¡Te amo! —gritó ella—. ¡No me abandones! Te amo…

Jacob despertó un momento después, aterrorizado y empapado en sudor. Cuando se giró, vio que Renesmee seguía en la cama, durmiendo tranquilamente, apretada contra él.

Tras pasar unos minutos en la cocina, contemplando el paisaje, sintió la necesidad de volver al dormitorio. En cuanto se sentó en la cama, ella se despertó.

—¿Qué haces levantado? —preguntó.

—He tenido una pesadilla.

—Oh, yo sé mucho de pesadillas… Si vuelves a la cama, me encargaré de que te sientas mejor —le prometió.

Jacob le acarició la sien y le apartó un mechón de la cara.

—No lo dudo en absoluto, pero creo que debes descansar un poco después de lo de anoche. Seguro que todavía no te has recuperado.

Ella se ruborizó de tal modo que lo hizo reír.

—¿Has preparado café? —preguntó.

—Más que una pregunta, eso parece una petición desesperada… —bromeó él—. Casi tengo miedo de admitir que no lo he preparado.

—Oh, Dios mío —dijo, con un gemido exagerado—. Eres terriblemente cruel.

Jacob sonrió y la besó en la frente.

—¿Cómo puedes decir que soy cruel después de lo que hemos hecho? —murmuró, mordiéndole el lóbulo de la oreja—. Sabes que sólo quiero cuidar de ti, que quiero tenerte completamente satisfecha.





Renesmee suspiró.

La noche anterior, cuando lo vio llegar lleno de magulladuras y cortes, pensó que la vida era tan frágil que se le podía escapar de entre los dedos y decidió que ya no quería perder el tiempo.

Sabía que había tomado la decisión adecuada. Y la noche había resultado absolutamente perfecta.

—¿Sabes una cosa? Seth estaba en lo cierto.

—¿A qué te refieres? —preguntó él.

Jacob le acarició el estómago.

—A esto —murmuró ella—. Este asunto de ser compañeros, del amor a primera vista, es una maravilla.

—¿Del amor a primera vista?

Ella se quedó helada. Lo había dicho sin darse cuenta.

—No, no, eso no es lo que quería decir… me refería al deseo, sí. Al deseo a primera vista —puntualizó, nerviosa.

Los dos se quedaron en silencio. En el fondo de su corazón, Renesmee esperaba que lo sucedido aquella noche hubiera cambiado las cosas; sin embargo, Jacob parecía tener la misma actitud.

—No te preocupes tanto, Jacob, no le des importancia —dijo con suavidad—. Dijiste que sólo es algo físico. Lo comprendo.

—Renesmee, lo siento mucho. Me gustaría que fuera de otro modo, pero…

—Fuiste sincero conmigo. No tienes por qué disculparte.

—Sí, pero de todas formas…

Renesmee sacudió la cabeza.

—¿No has oído lo que acabo de decir?

—Sí, lo he oído, pero no me siento mejor por eso… Lo de anoche no ha cambiado nada entre nosotros.

Renesmee sabía que hablar de amor, cuando sólo llevaban tres días juntos, era sumamente arriesgado. Pero aquello era diferente. Había encontrado el mundo mágico de sus sueños y no quería salir de él. Sin embargo, Jacob sólo le había prometido cariño y fidelidad, no amor.

Sacó las piernas de la cama, alcanzó la camiseta grande que Jake le había prestado el día anterior y se la puso con brazos temblorosos. Lo último que deseaba en ese momento era estar desnuda delante de él.

—Necesito ducharme —murmuró.

Él se levantó y se dirigió hacia ella, pero Renesmee lo detuvo antes de que llegara a tocarla. Estaba tan emocionada que tenía miedo de romper a llorar.

—No, por favor.

El ambiente se cargó de repente.

—Lo solucionaremos, Renesmee. Sé que puedo hacerte feliz, lo sé. Y no quiero perderte —le confesó—. Nunca habría imaginado que llegaría este día, que encontraría a una mujer que fuera mía y sólo mía. Nunca habría imaginado que llegaría a sentir algo tan fuerte como este lazo que nos une. ¿No podríamos dejarlo así, sin complicarlo más?

Renesmee parpadeó y deseo poder aceptar su oferta.

—No, no es posible, Jacob. Te deseo con locura, pero sé que sin amor, te alejarás de mí y me abandonarás.

—Pero anoche dijiste que eras mía… y yo no te voy a abandonar.

—Lo harás —insistió.

—Duda de mí todo lo que quieras, Renesmee, pero no me llames mentiroso. Te he dicho que eres la mujer de mi vida, la única mujer, y es verdad.

—¿En serio?

Jacob cerró los ojos y maldijo en voz baja.

—Jacob, por favor, dime de una vez lo que te pasa. Porque es evidente que algo te preocupa.

Jacob alcanzó una camiseta, de color verde, y se la puso.

—No te he hablado de mis padres, ¿verdad?

—No —contestó ella.

—Vendrán hoy. Quieren conocerte —la informó—. Y conociéndolos, sé que llegarán estúpidamente temprano y que traerán el desayuno. Viven en las montañas, a veinte minutos de aquí.

—¿Tus padres? —preguntó ella, sin saber qué decir.

—Sí, mis padres; mi padre y mi madre, para ser exactos —dijo con humor—. Aunque te resulte difícil de creer, no soy la creación de un demonio.

—Pero… ¿Por qué? ¿Por qué quieren conocerme?

—Porque si no los hubiera llamado para hablarles de ti, se habrían enterado de otra forma y me habrían retorcido el pescuezo por no decirles nada. Créeme, es mejor que nos enfrentemos a ellos cuanto antes.

—Esto es una locura… —dijo ella, confusa.

—Yo que tú, me daría prisa.

Jacob salió de la habitación sin pronunciar una palabra más.

Renesmee se sentó en la cama, miró el suelo y se preguntó qué podía hacer.

La esperanza, que la había calentado tan dulcemente durante las horas pasadas, le empezaba a quemar.





Una hora más tarde, cuando se dirigió a la cocina al oír voces, Renesmee seguía hecha un lío.

Se detuvo en el arco de la entrada y miró a la pareja que se había sentado a la mesa. Jacob estaba sirviendo unos rollitos de canela que, evidentemente, debía de haber llevado su madre. Seth se encontraba en su sitio de siempre, junto a la pila, y la pareja reía por algo que él acababa de decir.

Eran el señor y la señora Black. Los padres de Jacob. En carne y hueso.

Por fin, sacó fuerzas de flaqueza e hizo ademán de entrar en la cocina; pero se quedó helada, como un ciervo sorprendido por los faros de un coche, al ver que todos la estaban mirando.

Jacob la observaba con inquietud, como si no supiera cómo iba a reaccionar.

—Mamá, papá… os presento a Renesmee.

Su madre se levantó y le dio dos besos. Sus ojos, marrones como los de Jacob, brillaron con calidez.

—Encantada de conocerte…

Billy y Sara Black resultaron ser dos personas maravillosas, con las que congenió inmediatamente. Seth llevó una silla del salón y desayunaron entre historias sobre las aventuras juveniles de Jacob.

Sara le contó que una vez, de niño, se había subido a un árbol de diez metros de altura y que luego no se atrevía a bajar. También le contó que, a los trece años, se dedicó a ahorrar durante meses para poder regalarle el medallón que siempre llevaba encima; de hecho, se inclinó hacia delante y lo abrió: llevaba una foto de Edward y otra de Jacob.

Al cabo de un rato, cuando ya habían retirado los platos y los cubiertos, Seth se excusó.

—Disculpadme un momento. Tengo que ir a ver a Riley.

La mención del joven le recordó a Renesmee que todavía estaban en mitad de una pesadilla.

Billy, un hombre distinguido y tan atractivo como su hijo, aunque en una versión más adulta, se recostó en la silla, frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el jersey gris que llevaba.

—Nos dijiste que tenías más cosas que contarnos, Jacob.

—Así es, me temo.

—¿Quién es Riley? —preguntó Sara.

—Es una larga historia…

Jacob se frotó la nuca.

—Entonces, empieza de una vez —lo instó su padre.

Durante los diez minutos siguientes, Jacob se dedicó a explicarles todo lo sucedido. Sara escuchó con expresión de absoluto espanto; su padre, con una expresión tan sombría y terrible que habría aterrorizado a Renesmee en cualquier otra circunstancia.

—Como veis, ahora se dedican a manipular a adolescentes como Riley —dijo Jacob—. Alimentan sus deseos naturales, los dominan con ellos y los obligan a hacer cosas que no habrían hecho por sí mismos. Nos enfrentamos a algo que rompe todas las normas de los clanes. Seth y yo luchamos con James a plena luz del día, y estaba completamente transformado. Pero eso no es lo peor… sus seguidores también pueden transformarse del día; y por si fuera poco, han aprendido a ocultar su olor. No sabemos cómo lo hacen.

—Yo, sí —dijo Billy.

Jacob miró a su padre con asombro.

—¿Lo sabes?

—Sé cómo se hace y cómo enseñar a alguien a transformarse de día. Es una de las primeras cosas que se les revela a los ancianos. Pero ese tipo de transformación sólo se usa para fines militares, como arma de guerra… por eso no lo habías oído hasta ahora, porque no se ha utilizado desde hace siglos.

—Comprendo…

—Cuando un hombre lobo se transforma de día —continuó su padre—, deja de producir su aroma normal y deja un olor ácido que trastorna el olfato de sus perseguidores y le da ventaja.

Jacob sacudió la cabeza.

—¿Y lo has sabido todo el tiempo? ¿Por qué no me lo habías dicho?

Billy suspiró con pesadez.

—Lo siento, Jacob. No te lo he dicho antes porque no me estaba permitido.





—¡Maldita sea! —exclamó Jacob, profundamente irritado—. ¡Otra vez tu lealtad a la Liga de los Ancianos! No puedo creer que sigas con eso después de que dieran la espalda.

Renesmee lo miró con expresión de sorpresa, así que Jacob explicó:

—Sí, el hombre que estás viendo fue miembro de la Liga. Hasta que se enamoró de mi madre, por supuesto… como tenía un gran sentido del honor, informó a sus colegas y éstos premiaron su sinceridad con su expulsión del clan. Creen que ningún hombre lobo puede servir al clan si su corazón pertenece a una humana. Y aunque mi padre sabe que eso es una estupidez, sigue siendo fiel a los canallas que lo apuñalaron por la espalda.

—¿Qué pretendes, Jacob? ¿Qué malgaste mi vida odiando a todo el mundo? —preguntó Billy—. ¿Para qué? Tengo amor y una familia a la que adoro… tu enfado no me honra en modo alguno, hijo. ¿Cómo podría quejarme, si soy uno de los hombres más afortunados que conozco?

—Padre…

—Jacob, sé que es difícil para ti —intervino Sara—, pero tienes que superar tu ira. Ya basta… mira a esta joven tan maravillosa. Has recibido un gran regalo. No lo desaproveches.

Jacob miró a su madre y la comprendió perfectamente. Pero no podía hacerlo.

—Renesmee no tiene nada que ver con esto —afirmó.

—Creo que ese comentario es una insinuación para que me marche —dijo Renesmee—. Si me perdonáis, tengo cosas que hacer…

—No, no te marches, Renesmee —dijo Billy—. Quédate, por favor. Eres parte de este asunto y la conversación te concierne.

—No creo que sea necesario…

—No digas tonterías —dijo Sara, sonriendo—. Es obvio que estáis emparejados, Renesmee, pero hay algo que me extraña un poco… ¿Por qué no has hecho el pacto de sangre con ella, Jacob? Deberías hacerlo. Sobre todo si es verdad que vuestra vida está en peligro por culpa de ese James.

—Madre… —dijo Jacob, en tono de advertencia.

—¿Pacto de sangre? —preguntó Renesmee.

—¿No te lo ha explicado? —preguntó Billy.

Renesmee sacudió la cabeza.

—Cuando dos personas se emparejan en el mundo de los licántropos —explicó Jacob—, pueden hacer un pacto de sangre. Uno muerde al otro en el cuello, hundiéndole los colmillos… es una metáfora de los lazos que los unen.

—Oh… —dijo ella, en voz baja—. Yo creía que si un hombre lobo mordía a una humana, la transformaba en hombre lobo…

—No, eso no pasa en la pareja. Un hombre lobo no puede transformar a su compañera si es humana. Pero el pacto los une para siempre, Renesmee. Potencia de tal forma la conexión que los une, que pueden sentirse el uno al otro incluso en la distancia.

—¿Por qué no me lo habías dicho, Jacob? ¿Por lo de mis pesadillas?

—En parte; sé lo que piensas de los licántropos y supuse que nunca te prestarías a ello —respondió—. Pero hay algo más… hace tiempo, me prometí que no sellaría un pacto de sangre con mi compañera, por mucho que la quisiera. El pacto crea un vínculo emocional, un vínculo basado en…

—¿En el amor, Jacob?

Jacob la miró a los ojos durante unos segundos y contestó:

—Sí.

Ella asintió.

—Ahora lo entiendo todo.

—Renesmee, no eres consciente del peligro que implica —se defendió él—. El vínculo que tenemos se haría más fuerte, sí, pero hay un precio: si me matan, tú también morirías. No puedo arriesgarme a eso. No puedo hacerte eso.

—Seth me contó lo que le ocurrió a tu hermano, pero no imaginé que… —dijo Renesmee, entre lágrimas—. A eso se refería Carlisle, ¿verdad? A que no hemos hecho el pacto. Y todos lo saben.

Jacob asintió.

—Sí, lo saben. Los licántropos notamos esas cosas.

—No sólo los licántropos —intervino su madre—. Yo soy humana y noto perfectamente que estás…

Antes de que pudiera terminar la frase, Renesmee la interrumpió.

—Disculpadme. Tengo que salir de aquí —dijo.

—Renesmee… —le rogó Jacob.

Renesmee no hizo caso; se sentía enferma.

Antes de salir, miró al señor y a la señora Black y dijo:

—Me alegro de haberos conocido.

Billy miró a su hijo con disgusto. Jacob sabía que le había hecho daño otra vez, pero se alegró de que se marchara con la cabeza alta y sintió una honda e intensa admiración por ella.

—No me había sentido tan decepcionada en toda mi vida —declaró Sara—. No te crié para que te comportaras de esta forma, Jacob. Le estás rompiendo el corazón. ¿Qué demonios te pasa?

—No me pasa nada —contestó, apretando los dientes—. Salvo que tengo miedo de perderla porque hay un psicópata que me la quiere arrebatar.

—A veces, el miedo es saludable —intervino Billy—; y a veces, es una excusa para alejarnos de las cosas que más deseamos. Asume la verdad de tu corazón. Haz el pacto de sangre. Y no temas a la muerte, hijo mío… todos tenemos que morir. Lo único que cabe hacer es disfrutar de la vida mientras podamos.

—Y el amor nos da fuerzas para afrontar las dificultades —declaró su madre—. Lo que le pasó a Edward fue una tragedia, pero no permitas que el dolor te domine hasta ese punto. Eres muy valiente, Jacob, y estamos muy orgullosos de ti. Sin embargo, tienes que confiar en lo que sientes. Si no aprendes a confiar en el amor, la perderás. No conviertas algo hermoso en algo feo. El pacto de sangre podría llegar a salvarla. El amor puede…

—¿Protegerla? ¿El amor la va a proteger? ¿De verdad? —ironizó Jacob—. ¡El amor no la mantendrá a salvo!

Su padre lo miró y se levantó lentamente.

—Vámonos a casa, Sara. Hablar con Jacob cuando se encuentra en este estado no nos llevará a ninguna parte.

Sara besó a Jacob en la mejilla y se marchó con su esposo. Jacob abrió uno de los armarios, sacó una botella de whisky y se sirvió una copa. Poco después, cuando ya había echado el primer trago, apareció Seth en compañía de Carlisle y de Charlie.

—Acabamos de cruzarnos con tus padres. ¿Qué te ha dicho Billy? —preguntó Carlisle, que se sentó a la mesa—. ¿Alguna noticia?

Jacob miró al irlandés. Tenía un ojo morado.

—Oh, ya lo creo que sí. Por lo visto, lo de transformarse a plena de luz del día es un truco que se les enseña a todos los integrantes de la Liga de los Ancianos. Se usa como arma de guerra, y el olor acre que notamos es una forma de tener ventaja en el combate.

—Por todos los diablos —dijo Seth.

—Dios mío…

—Sí, Dios mío —dijo Jacob—. Porque eso significa que James tuvo que aprender el truco de…

—De un miembro de la Liga —concluyó Carlisle—. Esto se está complicando cada vez más.

Seth se sirvió una copa de whisky y les ofreció a Carlisle y a Charlie, que lo rechazaron.

—¿Por qué no te lo había dicho antes? Es una información demasiado importante para mantenerla en secreto. No entiendo que tu padre se la haya callado hasta ahora.

—Mi padre sigue siendo leal a los mismos idiotas que lo traicionaron. Creo que tenía la esperanza de que no lo llegáramos a saber.

—Pues lo hemos sabido —dijo Seth—. Y por las malas.

—¿Pero te ha contado cómo se hace? —preguntó Charlie.

—No, ni yo he preguntado. Por lo que a mí respecta, que la Liga tenga tantos secretos como le venga en gana. Sólo quiero encontrar al responsable de todo esto y matarlo.

—Me pregunto quién será —dijo Carlisle.

—Lo desconozco, pero creo que podemos descartar Aro —observó Jacob—. Es el mejor amigo de mi padre y prácticamente crecí con él. Además, no tiene carácter para hacer algo así.

—Jane es una amargada —declaró Seth, refiriéndose a la única mujer de la Liga—. Me la imagino perfectamente en el papel de dominatrix maligna.

—No digas esas cosas, Clerwater… Qué horror —dijo Carlisle—. Jane, como dominatrix. Creo que voy a tener pesadillas.

—Vamos, vamos, irlandés, pensaba que te gustaban las mujeres con carácter… —bromeó Seth.

—Al contrario. Me gustan dulces y facilitas.

Jacob echó un trago de whisky y bramó:

—¿Os importa que volvamos al asunto?

—Podrían ser el viejo Marco y Elezar —murmuró Charlie, frotándose la barbilla—. Son un par de reaccionarios.

—No os olvidéis del más evidente de todos —dijo Seth, cruzándose de brazos—. Stefan es un racista que odia a los humanos. No me extrañaría nada que se tratara de él.

—Estoy de acuerdo en lo de Stefan —dijo Jacob—. En cuanto al resto de los miembros de la Liga, no sé qué pensar… llevan poco tiempo en el cargo y no los conocemos bien.

—Eso es verdad. No los conocemos bien —afirmó Carlisle—. No podemos saber si son capaces de hacer algo así.

—¿Qué tal si preguntamos a Embry Call? —intervino Charlie.

—Buena idea —dijo Seth—. Quizá pueda ayudarnos.

—Por desgracia, está ilocalizable —explicó Jacob—. Además, es tan leal a la Liga como a nosotros. Necesitamos a otra persona… y sólo se me ocurre una: Kate.

Seth miró a su amigo con incredulidad y dijo:

—No, eso nunca. Tendrás que pasar por encima de mi cadáver.

—Si no conseguimos ayuda, lo de tu cadáver podría ocurrir muy pronto —afirmó Jacob—. Necesitamos hablar con alguien que conozca bien el clan y la Liga. ¿Y quién mejor que Kate?

—No querrá —dijo su compañero—. No le importamos nada.

—En eso no estoy de acuerdo —contraatacó—. Kate siempre ha querido lo mejor para la gente. En primer lugar, no sería capaz de involucrarse en un asunto tan turbio; y en segundo, Embry y ella son los miembros más progresistas del clan de los Crestas Plateadas. Si le pedimos ayuda, nos la prestará. Y necesitamos su ayuda.

Seth sacudió la cabeza.

—No me gusta nada…

—Ya lo sé. Pero ¿por qué no aprovechas la ocasión para preguntarte por qué te molesta tanto esa mujer?

—No me preocupa —mintió—. Simplemente, sé que no saldrá bien.

—¿Tienes una idea mejor?

Seth abrió la boca para contestar, pero Carlisle interrumpió su discusión.

—Se me ocurre que uno de nosotros debería volver a Shadow Peak, aceptar el puesto que un día nos ofrecieron los Crestas Plateadas en su clan y buscar al traidor desde dentro.

Charlie, Seth y Jacob miraron a Carlisle con tanto asombro y solemnidad que el irlandés soltó una carcajada.

—Si os vierais las caras ahora… —se burló.

Charlie frunció el ceño.

—Maldito canalla. Es un plan diabólico —afirmó.

—Pero brillante —observó el irlandés.

—Y supongo que estás dispuesto a presentarte voluntario, por supuesto —dijo Seth, entrecerrando los ojos.

—¡Por nada del mundo! —exclamó Carlisle, sacudiendo la cabeza—. No estoy tan mal de la cabeza.

Charlie asintió como si acabara de tener una idea.

—Podríamos echarlo a suertes —propuso.

—No me gusta esa idea —dijo Seth.

—A mí tampoco, Seth, pero es lo mejor que podemos hacer —comentó Jacob—. Si tuviéramos a un hombre dentro, podríamos acceder a todos los medios del clan; podríamos trabajar con Kate y llegar al fondo de este asunto antes de que nos estalle en la cara.

—Dios mío —dijo Seth—, y yo que pensé que tu propuesta de hablar con Kate era una locura…

En ese momento oyeron un ruido fuerte, procedente del sótano.

—Es Riley —dijo seth

Los cuatro amigos se levantaron a la vez.

—¡Black! ¡Clerwater! —exclamó el chico.

Cuando Jacob abrió la puerta que daba al sótano, encontró a Riley en lo alto de la escalera, cubierto de sudor.

—¿Qué ocurre, Riley?

—Yo… estaba soñando… he tenido una pesadilla —acertó a responder, entre jadeos—. Me he acordado de aquella noche… sé dónde está el lugar. Había agua y un precipicio… creo que se oía una catarata.

—Es la descripción de Fiat Rock —afirmó Seth—. Está al oeste de aquí.

—Pues vayamos a comprobarlo —ordenó Charlie, que ya se dirigía a la salida—. Pero tendremos que cubrir toda la zona.

Carlisle asintió y dijo:

—Nosotros iremos por el norte.

—Yo iré por el sur —dijo Jacob.

—No puedes ir solo, Black —protestó Charlie.

—Seth no está en condiciones de acompañarme. Además, necesito que se quede aquí, con Renesmee —declaró—. Si me busco algún problema que no pueda solventar yo solo, os llamaré al móvil.

—Eso espero.

Charlie y su compañero salieron de la casa.

—Lo has hecho muy bien, Riley —dijo Jacob al joven.

Riley asintió con expresión de pesadumbre y Jacob sintió lástima de él. Si se había acordado de lugar, también habría recordado los detalles de la muerte de aquella mujer.

—No te preocupes, se recuperará —dijo JSeth—. Venga, márchate de una vez, a ver si averiguas algo.

—Dile a Renesmee que me he marchado.

—Se lo diré. Y hagas lo que hagas, mantén la calma.

Seth se llevó a Riley al sótano. Jacob se disponía a marcharse cuando oyó que lo llamaban.

—¿Te marchas?

Era Renesmee. Estaba en la entrada del salón.

—Puede que tengamos una pista sobre el paradero de James —explicó—, pero debemos actuar con rapidez. Seth te lo explicará todo.

Ella asintió. Se había quedado pálida.

—Ten cuidado, Jacob.

—Lo tendré —le prometió.

Al mirarla, Jacob sintió la necesidad de tumbarla en el suelo y hacerle el amor apasionadamente.

—Si no fuera tan importante, no me iría —añadió.

Ella asintió, pero permaneció en silencio.

—Riley está bastante alterado. Tal vez deberías bajar a hablar con él. Le vendría bien un poco de compañía.

—Por supuesto.

Jacob contempló la cara de Renesmee y pensó que tenía muchas cosas que decirle. Pero no era el momento más adecuado.

—¿Me esperarás? —preguntó.

Ella dudó un momento y dijo:

—Claro.
 
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jueves, 21 de julio de 2011

Solo tú & yo * Capítulo 12

Adaptación



CAPÍTULO 12:

En el momento en que cruzo la calle me agacho detrás de un edificio, espío por la esquina, y espero que el Aston Martin rojo cereza de Emmett salga a la calle y se aleje. Luego espero un par de minutos más hasta estar convencida de que él realmente se fue y no va regresar pronto.


Necesito encontrar a Edward. Necesito saber qué es lo que le paso, por que desapareció sin decir nada. O sea, él espero (nosotros esperamos…) esta noche por cuatrocientos años, así que el hecho de que no este acá conmigo prueba que algo ha salido terriblemente mal.

Pero primero necesito un coche. Así que cierro los ojos e imagino lo primero que se me viene a la mente… un VW Bug azul cielo…

Recordando su figura de dibujito animado, redondeado, y con el techo negro que parecía tan glamoroso y aun así inconveniente cada vez que llovía. Imaginándolo tan claramente como si estuviese frente a mi… brillante, curvado y adorable. Sintiendo mis dedos agarrando el picaporte de la puerta, y sintiendo el suave cuero mientras me deslizo por el asiento, y cuando planto un único tulipán rojo justo en frente mío, abro los ojos y veo que mi coche esta completo.

Solo que no sé cómo ponerlo en marcha.

Me olvide de imaginarme la llave.

Pero como eso nunca pareció frenar a Edward, solo cierro los ojos nuevamente y enciendo el coche, recordando el ruido exacto que hacía el motor.

Y en el momento en que se enciende, me dirijo a Montage, el lugar donde supuestamente nos teníamos que encontrar.

El tráfico es denso a esta hora de la noche, pero eso no me detiene. Solo me concentro en los coches de alrededor, sabiendo cual va a ser el movimiento siguiente de los demás, y luego acomodando los míos a los de ellos. Me muevo rápido y sin problemas a los espacios vacíos, hasta que llego a la puerta de entrada, salto fuera del Bug, y corro por el lobby.

Parando solo cuando el vallet me llama a mis espaldas y dice:

-Hey! ¡Espera! ¿Qué hay de las llaves?

Hago una pausa, mi respiración agitada, dándome cuenta de que no solo me faltan las llaves si no que también los zapatos. Y aun así, sabiendo que no puedo hacer una manifestación justo delante de él, corro y atravieso la puerta gritando

-Déjalo encendido, me voy a tardar solo un segundo!

Llego hasta una fila frente al mostrador del frente, paso a las personas amontonadas con las maletas, y me cruzo frente a una pareja de mediana edad que era la siguiente, mientras los de la fila comienzan a protestar.

-Se ha registrado Edward Cullen ya?- Pregunto, ignorando las protestas de detrás, mientras mis dedos se curvan con la forma del borde del mostrador y yo lucho por controlar mis nervios.

-Lo siento, qué?- La encargada le lanza una mirada a la pareja de detrás de mí, una que dice:

-no se preocupen, terminare con esta malcriada pronto!

-Edward Cullen.- Le repito lentamente, con más paciencia de la que realmente tengo.

Ella me mira, sus labios apenas moviéndose cuando dice:

-Lo siento, esa información es confidencial,- tirando su cola de caballo por sobre el hombro en un movimiento final, que quiere decir

que termino conmigo, como un punto al final de una oración.

Entrecierro los ojos, concentrándome en su aura naranja sabiendo que significa que organización y auto-control son las virtudes que ella mas aprecia… algo de lo que yo mostré muy poco cuando me salte la fila hace unos momentos. Y sabiendo que tengo que agradarle si quiero obtener algo de información, resisto la tentación de actuar indignada, y en voz calmada le explico que yo soy la otra persona que se va a quedar en el cuarto.

Ella me mira, mira a la pareja detrás de mí luego dice:

-Lo siento, pero vas a tener que esperar tu turno como todo el mundo.

Y sé que tengo menos de diez segundos antes de que llame a seguridad.

-Lo sé- Bajo mi voz y me acerco mas a ella. -Y realmente lo siento, es solo que…

Me mira, sus dedos acercándose al teléfono, mientras yo miro si larga y estrecha nariz, labios finos sin adornar, y la hinchazón debajo de los ojos, y justo ahí, me doy cuenta de cómo puedo hacer para ganarla.

La han dejado plantada. La han dejado plantada recientemente y todavía llora por las noches por eso. Reviviendo lo que paso todos los días, todo el día… la escena persiguiéndola a donde quiera que vaya, cuando esta despierta y en sus sueños.

-Es solo que…-Hago una pausa, tratando de que parezca como si doliese demasiado decir las verdaderas palabras, cuando la verdad es que ni siquiera sé que las palabras exactas que voy a utilizar. Luego meneo la cabeza y hablo de nuevo, sabiendo que siempre es mejor que tenga algo de verdad para que la mentira parezca sincera. -Él no se presento cuando debería de haberlo hecho, y por eso…bueno… ni siquiera sé si el va a venir.

Trago con dificultad, asombrándome cuando noto que las lagrimas en mis ojos son verdaderas.

Pero cuando la miro nuevamente, viendo como su cara se suaviza… la mueca en su boca, los ojos entrecerrados, el gesto petulante de su barbilla… de pronto transformados por la compasión, solidaridad y unidad… se que funciono. Somos como hermanas ahora, miembros leales de una tribu puramente femenina, recientemente abandonada por los hombres.

Veo como ella anota algo en el ordenador, penetrando su energía para poder ver lo que ella ve… las letras de la pantalla aparecen frente a mí, mostrando nuestro cuarto, la suite 309, todavía vacía.

-Estoy segura que solo está llegando tarde- dice, aunque no lo cree. En su mente, todos los hombres son basura, de eso está convencida. -Pero si me muestras alguna identificación y me muestras quien eres yo podría…

Pero antes de que termine de hablar yo ya me fui, corriendo hacia afuera. No necesito una llave. No podría entrar jamás a esa habitación triste y vacía, esperando a mi novio que claramente no va a aparecer. Necesito seguir moviéndome, seguir buscando. Necesito ir a los únicos 2 otros lugares en los que él podría estar. Y mientras salto a mi auto y me dirijo a la playa… ruego encontrarlo.
 
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