Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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lunes, 4 de abril de 2011

Fantasía Prohibida * Capítulo 15

Adaptación----Lemmon


CAPÍTULO 15

Edward estaba sentado en la mesa de la cocina tomándose una taza de café. Ahora que el deseo había remitido era cuando empezaban los remordimientos.


Lo había jodido todo, pero no había podido evitarlo. A los 29 años se había enamorado. Y ahora ella era suya.

Miró a su primo y suspiró. Bueno, Bella era suya y de su primo. Y dada la obsesión de Emmett por preñarla y de él por evitarlo, su pasado acabaría saliendo a la luz. Algo que él no quería.

Has hecho lo que debías. – dijo Emmett de repente.

¿Hacer el amor con Bella? – dijo Edward encogiéndose de hombros – el tiempo lo dirá. Yo no lo creo, pero me encantaría equivocarme.

Bella te ama.

Eso no será de mucha ayuda cuando descubra la verdad.

Lo que le pasó a Tanya no fue culpa tuya.

Por supuesto que lo fue, o en gran parte. De hecho el padre de Tanya lo había culpado a él, acosándolo y acusándolo. A él no le había importado, porque pensaba que se lo merecía. Sólo Emmett pensó lo contrario.

Bella no parecía pensar de la misma manera que Tanya, pero quién le aseguraba que bajo ciertas presiones no acabara en su misma situación.

Ya hemos hablado de eso antes. No quiero darle más vueltas al asunto. - Emmett apretó los dientes.

Vas a tener que superarlo, antes de que te atrape de nuevo y destruya lo que tenemos con Bella. Ella no es otra chica insignificante más. Con ella tienes que darlo todo.

¿Y que coño se supone que debo hacer? ¿Ponerme de rodillas y declararme?

El tiempo pondrá las cosas en su lugar.

Edward estuvo a punto de decirle a Emmett que se declarara él. Pero se lo pensó mejor. Sabía que su primo no vacilaría en hacerlo, y entonces Bella pertenecería a su primo. Compartirla ya le estaba resultando suficientemente duro como para encima verla casada con su primo.

- Para empezar – continuó Emmett – creo que deberías contárselo todo.

¿Te has vuelto loco? Se va a enterar de todas maneras, y lo más probable es que salga huyendo. Prefiero posponer lo inevitable.

Hasta que no lo hagas, continuarás conteniéndote con ella, y eso le hará daño.

No me contuve anoche.

No hablo de sexo. No quieres decirle que la amas, ella a renunciado a muchas cosas por estar contigo: a los años de creer que amaba a Jacob, a su orgullo, a su virginidad, mientras que tu no quieres contarle ni el más pequeño secreto.

Edward se puso en pie, arrastrando la silla con brusquedad.

Que te jodan.

Emmett negó con la cabeza.

Tú allá. Pero déjame que te diga que si ella nos abandona no será por lo que pasó, si no por no haber confiado en ella. Por no creer que fuera lo suficientemente fuerte para saber que no iba a sufrir el mismo destino de Tanya.

Edward dio un paso hacia su primo, apretando los puños con fuerza. Emmett se quedó inmóvil. Edward y él no habían peleado desde hacía doce años.

Oyeron como se cerraba el grifo de la ducha. Los dos hombres se quedaron quietos, retándose con la mirada.

Será mejor que no me provoques – le advirtió Edward.

Claro. Si quieres darme una patada por intentar ser honesto y meterte algo de sentido común en esa cabezota que tienes…

¿Quieres hablar de honestidad y sentido común? Bien. Dime por qué no le devolviste las llamadas a Rosalie Hale. Está claro que quiere hablar contigo, pero la evitas para no tener que enfrentarte al hecho de que perdiste tu precioso autocontrol con ella.

Rosalie no es el tema de conversación – escupió Emmett.

Es una comparación. ¿Por qué no quieres explicarle a Rosalie la razón por la que te comportaste como un cavernícola con ella durante seis horas?

Seré honesto con Rosalie tan pronto como tú lo seas con Bella.

No te metas en mis asuntos.

Tú no te metas en los míos – replicó Emmett - ¿No quieres hacer el amor con Bella tu solo?

Golpe bajo.

Podría subirme ahora mismo a ese bote de ahí e irme a casa, dejándote a solas con ella durante horas. Días…

Y su marcha haría a Edward responsable de todo lo que pasara.

Para – tragó saliva – Por Dios, para. No estoy preparado para decirle nada.

No esperes que Bella vaya a tener una paciencia infinita contigo. Se ha ofrecido a ti, se ha desnudado ante ti. Si no le das lo mismo, se irá.

En lo más profundo de su ser Edward temía – sabía- que Emmett tenía razón.

Bella apareció en la cocina.

Os he oído gritar, ¿pasa algo?

Edward miró a Emmett, que se calló y cruzó la cocina hacia ella.

Es la tele – masculló, luego le dio un beso en la mejilla fresca por la reciente ducha antes de salir al porche trasero.

Dejando solo a Edward con Bella.

Durante unos minutos ninguno dijo nada. Ella miró al televisor, dejándole claro a Edward que no se había creído las palabras de Emmett. Pero no dijo nada.

¿Hay más café?

Mascullando un sí Edward se giró u le sirvió uno, justo como a ella le gustaba.

¿Lo recuerdas? - Bella se sorprendió. Estaba emocionada.

Su cálida sonrisa le produjo un agradable calor en el corazón a Edward.

Si, bueno. No ha sido nada.

La sonrisa de Bella desapareció.

Mierda. Acababa de meter la pata hasta el fondo.

Bella se tomó el café en silencio. Un silencio que Edward no era capaz de soportar. Seguro que Bella esperaba que la tratara con cariño y ternura después de lo que había pasado entre ellos, y eso ero lo que hasta ahora todavía no le había dado. Se odió por ello. Pero lo intentaría por ella.

Él suspiró y se acercó a ella, sin tener claro qué hacer.

Bella lo miró, frunciendo el ceño, cuando él se acercó.

¿Qué pasa?

Edward no dijo nada, solo la cogió y se sentó, sentándola a ella en su regazo. Le apartó el pelo de la cara y le acarició suavemente la mejilla.

Conversar no es lo mío. Yo… - ¿Cómo podía resumir la confusión que sentía con las palabras adecuadas?-. Me encantó estar contigo anoche.

Le depositó un suave beso en la boca, muy orgulloso de sí mismo. Había sonado perfecto. Bella se escabulló de sus brazos.

Si te gustó tanto, ¿por qué te opusiste a ello de esa manera?

Gatita, ahora no.

Sí. Ahora. Sé que te pasó algo, y aunque no tenga derecho, quiero saber qué es.

Eso es parte del pasado. No tiene importancia.

Ella se apartó de él.

La tiene, puesto que te ha impedido acostarte conmigo hasta anoche. Está claro que es algo importante y que no ha quedado en el pasado.

Mierda. El no quería hablar de eso, y menos sin Emmett.

¿No podemos seguir como hasta ahora sin hurgar en el pasado?

Edward intentó agarrarla de nuevo, pero ella retrocedió.

No. Lo que sea que no quieres contarme es la razón por la cual no querías hacer el amor conmigo. Es la razón por la que te tiraste a la mujer de Jasper Whitlock.

Edward sintió como se ruborizaba.

Bueno, en realidad eso fue una petición de Jasper. Yo no…

Pero Jasper pensó en ti porque tu solo practicas menages. Y eso que te pasó es la causa. Y se interpone entre nosotros, y quiero saber por qué.

Joder. Bella había sabido unir muy bien las piezas del puzzle.

Edward suspiró.

Ahora estoy aquí contigo. No voy a ir a ningún lado. Se que soy testarudo, intransigente,… pero estamos juntos. Por ahora, es todo lo que cuenta.

Bella se cruzó de brazos, apretando los labios. Esto no acababa así.

Bien.

No estaba bien, pero el esperaba conseguir que se olvidara del tema. Si le contaba todo lo referente a ese estúpido error, ella saldría corriendo.

Edward acortó la distancia entre ellos cautelosamente, y la envolvió con sus brazos. Ella permaneció rígida, con los brazos aun cruzados.

Él ignoró su resistencia y simplemente la abrazó. Le acarició la espalda, y le dio besos en el cuello, la frente, la boca. No podía recordar cuánto tiempo hacía que había besado a una mujer sin intentar tirársela a los 10 minutos. Pero con Bella eso era tan fácil. Le bastaba con estar así, respirando su perfume, y era todo un placer.

Peleas sucio – masculló ella, ladeando la cabeza para darle más acceso al cuello.

Esto no es una pelea. Es un placer. ¿Te importa?

Antes de que ella pudiera contestar el teléfono interrumpió el silencio de la sala. Edward dio un brinco.

¿Diga?

Edward. – Era Félix. Parecía tenso.

Sí, soy yo.

No es nada bueno – suspiró – Bella…

Dímelo.

Félix le contó lo que había sucedido y Edward soltó una palabrota.

¿Qué ha pasado? - preguntó Bella.

Se lo contaré – prometió Edward justo antes de colgar.

¿Contarme qué? – Bella parecía desesperada.

Edward la tomó de la mano y se sentó en un silla con ella sobre su regazo. Inspiró profundamente.

Dime lo que sea, por favor – le tembló la voz.

Bella, tu padre…

Oh, Dios mío. No me digas que…

No, no. Él está vivo – le besó la palma de la mano para distraerla – Ayer le hicieron nuevas pruebas y se dieron cuenta que tenía un cuerpo extraño en la cabeza, que le causaba hinchazón. Tuvieron que operarle esta mañana, y tuvo una crisis. Ha entrado en coma.

Bella se derrumbó. Las lágrimas cubrieron sus ojos. Edward con gusto habría soportado todo su dolor con tal de que ella no estuviera sufriendo. Pero la vida no funcionaba así.

La envolvió en sus brazos y la dejó llorar. Bella se deshizo rápidamente de su abrazo y se puso en pie.

Tenemos que ir al hospital, ahora.

Bella sé que estas preocupada, pero aun hay un psicópata…

No me importa. Mi padre podría morir y yo quiero estar allí para despedirme.

No tiene por qué morir.

¡Está en coma! Y por eso podría morir.

Edward le dijo con suavidad:

Pero hay personas que se recuperan por completo.

No voy a correr el riesgo de no volver a verlo con vida.

Bella se adentró en el dormitorio, quitándose la bata por el camino y empezó a hurgar en los cajones buscando su ropa. Edward le arrancó la camisa y la ropa interior de las manos.

No vas a ir a ningún lado. Y menos sola.

Tú no vas a detenerme.

Si tengo que tumbarte en esa cama y atarte a ella para que no seas la víctima se ese loco lo haré.

Bella se dirigió a la puerta.

- Ya soy mayorcita, y tomo mis propias decisiones. No eres mi dueño.

Edward la agarró por el brazo y la estrechó contra su cuerpo.

Te recuerdo que anoche te reclamé. Tomé lo que no le habías ofrecido a nadie más. Según mis reglas, eso te hace mía. Y yo no voy a dejar que seas el blanco de nadie. Aquí estás a salvo. Y vas a seguir estándolo.

Eres un hijo de p… ¿qué coño haces?

Edward la arrastró por el dormitorio hasta la cama. La lanzó sobre el colchón y la sujetó con toda la suavidad que pudo. Iba a protegerla, incluso de sí misma.

Mantenerte a salvo.

¿Qué está pasando aquí? – preguntó Emmett, observando la escena horrorizado.

Edward le contó lo que había hablado con Félix, y que Bella quería ir al hospital a ver a su padre. La chica intentó buscar un apoyo en Emmett. Pero este estaba del lado de su primo.

Bella, cariño. Llama a Félix. Dile que le ponga el teléfono en el oído a tu padre y así podrás hablarle. Pero no puedes salir de aquí y exponerte.

¿Así que ahora soy vuestra prisionera?

Considéralo como quieras. Pero no vas a salir de aquí – contestó Edward.

Emmett cruzó los brazos sobre el pecho.

Sabes que en cuanto le demos la espalda va a intentar escaparse.

Emmett vaciló.

Eso parece…

A Edward se le ocurrió una idea.

Sujétala.

Bella intentó escaparse del agarre del chef, pero no lo consiguió. Tenía mucha mas fuerza que ella.

Edward fue hacia el armario de Jasper y empezó a mirar, en busca de unas esposas, hasta que las encontró. Justo a las esposas encontró varios juguetes sexuales que metió en el bolsillo para cuando los humos se bajasen. Bella insultaba a Emmett, que permanecía impasible sobre ella, sujetándole las muñecas.

En menos de dos segundos, Bella se encontraba atada a la cama, con las piernas abiertas. Y solo entonces Edward se percató que la chica estaba desnuda.

Y a su merced.

No pudo evitar recorrer con su mirada los pezones de la chica.

Ya está – se obligó a interrumpir sus pensamientos – Dame un par de días. Encontraré la manera de que puedas ir a ver a tu padre sin que sea peligroso para ti.

¿Y qué pasa si no aguanta tanto? – suplicó con la mirada Bella - ¿No podemos ir ahora? Por favor.

No – ojala pudiera decirle que sí – pero te prometo que iremos en cuanto sea posible.

Pero…

Gatita, sabes que si tu padre estuviera consciente estaría de acuerdo conmigo. – ella suspiró resignada.

Por favor, arréglalo todo lo antes posible.

Edward salió de la habitación. Sabía que no podía hacer eso, pero si no lo hacía le haría daño a Bella, y era lo que menos quería.

Con un suspiro cogió el teléfono y llamó a Félix, a Jasper y a otros amigos. Cuando regresó al dormitorio Bella ya no estaba atada, sino entre los brazos de Emmett, escuchando sus tranquilizadoras palabras.

Jasper y Félix se pondrán pronto en contacto con nosotros – interrumpió a Emmett para decírselo a ambos – Iremos a ver a tu padre. Idearemos un plan, te lo prometo. – La besó en la boca suavemente.

Con un gemido Bella le abrió los labios y se arqueó hacia él. Edward abrió los ojos sorprendido. Luego aceptó el beso que le ofrecía la chica. Al cabo de un rato, levantó la cabeza.

¿Bella?

Abrázame por favor. – no se le daba bien eso de consolar, así que se limitó a hacer lo que ella le pedía al mismo tiempo que le acariciaba suavemente el pelo.

Él se relajó a su lado, enterrando la cara de la chica en su cuello.

Aquí estoy.

Tócame. – el se limitó a tocarla con ternura. – Edward. – continuó ella.

¿Sí, gatita?

Haz que desaparezcan mis preocupaciones por un rato. Por favor – apretó sus caderas contra las de él – Ámame.

Bella, cariño…

Sé lo que te estoy pidiendo. Tócame. Sé que puedes conseguirlo. Sé que puedes conseguir que me olvide de todo.

Edward observó a Emmett, que no dijo nada, pero se puso duro al instante. Bella también se dio cuenta de eso.

Ves, me deseáis.

Distraerla podía apartarla de sus preocupaciones. Entonces, ¿por qué no hacerlo?

Edward se desnudó, al igual que Emmett.

Gatita, si es esto lo que quieres juro que haré que te olvides hasta de tu nombre.

Edward se tumbó sobre ella en la cama, y la miró fijamente. Incluso tan triste era hermosísima.

Necesito esto, te necesito. Os necesito.

Lo sabemos – contestó Emmett –Nosotros nos ocuparemos de que te sientas viva.

Tras esas palabras Emmett se dedicó a torturar uno de sus pezones mientras que Edward se ocupaba del otro.

Bella gimió.

Edward fue bajando en un camino de besos desde sus pechos a sus caderas. La chica empezó a jadear.

Emmett empezó a rozarle el clítoris, hundiendo dos dedos en su canal, explorándola sin piedad.

Edward olió su esencia, y la impaciencia lo arrastró, pero dejó que su primo siguiera preparándola, para él.

Las mejillas de Bella estaban sonrosadas, igual que sus labios y sus pechos.

Edward se inclinó sobre ella y la besó desesperadamente. Bella gimió cuando él profundizó el beso. Su erección palpitó en respuesta, y entonces no pudo ignorarlo más. Interrumpió el beso y murmuró en su oído:

Córrete para Emmett, gatita.

Bella asintió y levantó las caderas. Estaba cerca, pero no lo suficiente. Edward continuó hablando:

Ya veo que estás ardiendo. Pues en el momento en que dejes de correrte, voy a bajar a tu sexo y a tomarte con la boca. Emmett solo te está preparando para mí – mordisqueó su lóbulo. – Una vez que esté ahí, ¿te volverás a correr para mí?

Sí, ¡Sí! – gritó Bella mientras arqueaba la cabeza hacia atrás, transitando un poderoso orgasmo.

Sus pechos se alzaron en el aire, y Emmett acudió al instante a ellos, chupándolos y succionándolos.

Edward recordó algunos de los juguetes que había visto en el armario de Jasper. Metió la mano en el bolsillo y sacó lo que estaba buscando. Hizo bailar el objeto delante de la cara de su primo, diciendo:

¿Sabes que es esto?

Emmett se lo arrebató, lleno de excitación, como un niño con un juguete nuevo.

Ya me parecía a mí que lo sabrías.

Edward no hizo esperar más a Bella. Abriéndola con los pezones, se hundió en ella y la tomó con la boca. Le mantuvo los muslos abiertos con sus hombros mientras los acariciaba de arriba abajo con sus manos.

De repente se puso rígida y jadeó… y no solo de placer. Con una mirada turbia, levantó la cabeza para ver que Emmett le había colocado las pinzas en los pezones.

No son tan dolorosas como parecen – la tranquilizó el chef – Espera unos minutos.

Edward miró a su primo con un poco de ira, luego volvió a centrar su atención en Bella.

¿Te hacen demasiado daño, gatita?

Bella tenía la mirada perdida y oscurecida de deseo. Se mordió el labio conteniendo un grito.

¿Gatita?

Penétrame – jadeó – penétrame ya.

Edward frunció el ceño, luego le pasó la lengua por la entrada de la vagina y el clítoris.

Pero aún no estás preparada para…

¡Ya! – Bella se volvía más exigente cuanto más excitada estaba.

Gateando encima de la cama, se alzó sobre su cuerpo y se deslizó en ella con un solo movimiento.

Siii. – dijo al tiempo que miraba a Emmett y le señalaba un lugar en el colchón – Ven aquí.

Emmett se acercó con rapidez, y entonces Bella abrió la boca y condujo su miembro en su garganta.

Edward miró la cara de éxtasis de su primo. Y por primera vez se preguntó por qué el compartía. ¿Por qué no estaba él con una sola mujer? Quería que fueran tres, pero ¿por qué?

Bella gimió.

Tómala – le ordenó Emmett – Llénala.

Acaso Emmett también estaría enamorado de Bella.

No sería raro, pero en ese momento dejó de pensar en ello y se dedicó a la extasiante sensación de su miembro envuelto en la calidez de Bella.

Empezó un suave vaivén, embistiéndola con delicadeza.

Cuando Bella se tensó y contuvo el aliento, Emmett le quitó las pinzas de los pezones. Y Bella comenzó a gritar.

Luego se corrió en un orgasmo descomunal, llevándose con ella a Emmett. Tras unas cuantas embestidas más, Edward se rindió. Se derramó en ella, dándole hasta su alma.





OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO





Dos horas después, Bella estaba en el dormitorio enfurruñada. Estaba enfadada porque quería ver a su padre, y Edward y Emmett no la llevarían a verlo, porque era peligroso.

Pero también estaba preocupada, y no sólo por su padre, si no porque volviera a pasar lo que la noche de la explosión, exponiéndose ella a que le pasara algo.

Edward y Emmett apenas la dejaban ir al baño sin que uno de ellos la acompañara.

Y encima no podía odiarlos por lo que hacían, porque ellos lo único que querían era protegerla.

- ¿Quieres comer algo? – dijo Emmett suavemente.

- No.

Emmett entró en la habitación y le acarició suavemente el hombro derecho.

Cariño, tienes que comer algo. Te saltaste el desayuno.

Me olvidé.

Emmett se aclaró la garganta.

Llevas un rato molesta. Me partes el corazón. Vas a acabar conmigo.

Bella bufó.

Te haré una manzana flameada con brandy para el postre.

Oh, oh, Emmett jugaba sucio. Pero no se dejaría embaucar. Además con todo lo de su padre se le cerraba el estómago.

Bella negó con la cabeza, apretando los labios.

Edward apareció, empujando a su primo a un lado.

Este es el trato. Comerás algo, aunque sea ligero, y luego hablaremos.

¿Sobre qué? Ya hemos hablado hoy, dos veces, en el lenguaje que mejor entiendes: follando.

Edward contuvo una sonrisa.

Si lo que pretendías era insultarme, has fallado. Me siento halagado.

Era lo que se podía esperar de ti – masculló ella.

Ves, Alice, ya te lo dije, Bella es una terrible compañía.

Bella giró la cabeza. Sí, allí estaba Alice Whitlock, una mujer que ella sabía que Edward había llevado a la cama. ¿Y Edward pensaba que ella querría la compañía de Alice? Aunque no supiera que Edward, Jasper y ella habían practicado un menage, le habría envidiado de cualquier forma. Alice era hermosa, muy femenina, y además de ser una celebridad, sabía vestir muy bien. Seguramente sería lista, y ocurrente, y admirada por cada hombre que conocía.

La vida era una mierda.

Que te den – murmuró.

¿Dónde? – preguntó Edward – No importa. Me hago una idea.

Bella gimió.

Vete. – por el rabillo del ojo vio como Edward se acercó a Alice.

Probablemente no quiera jugar a disfrazarse contigo para ir al hospital.

Se puso en pie y corrió hacia él.

¿Has dicho ir al…?

Edward la agarró y la interrumpió con un rudo beso en la boca.

Al hospital. Sí. Ya lo he arreglado todo, pero hay reglas – le advirtió.

Bella asintió con impaciencia. No les importaba cuáles fueran. Iría a ver a su padre, y esperaría que su presencia allí le ayudara en algo.

Lo que sea.

Bien. Reservaré eso para más adelante – dijo, guiñándole el ojo.- Alice te ayudará a disfrazarte. Ya tiene todo lo necesario. Nos iremos cuando se ponga el sol. Si alguien te pregunta algo, dirás que has ido a ver a una amiga que acaba de tener un bebé. Tendrás quince minutos, ni uno más. Yo estaré allí, y Félix y Jasper, también. Puede que también esté Seth. Pero no puedes desviarte del plan. No te lo permitiremos. No vamos a dejar que ocurra nada. ¿Entendido?

Sí – las lágrimas le nublaban la vista, y el profundo amor que sentía por Edward le oprimió el pecho.

Edward iba a dejarla ir al hospital, a pesar de lo preocupado por ella que estaba. Y eso le indicaba que tarde o temprano, Edward acabaría abriéndole esa parte de su alma.

O al menos eso esperaba.

1 comentario:

  1. OH dios pobre Charlie y gracias al cielo que la llevan al hospital pero podria pasar algo alli...Y la verdad estoy intrigada en que fue lo que paso con Tanya que atormenta tanto a Edward pero x lo visto no solo el guarda secretos parece que Emmentt tambien...Sigue asi..Besos...

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Graciias por dejar tus palabras, estas hacen que quiera seguir escribiendo, y que cada día le ponga más ganas!!

Gracias al blog smilersheart.blogspot.com
por esta firma :)
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