Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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miércoles, 30 de junio de 2010

Ya Vi ECLIPSE!!!

hola mis dulces lectoras!! alomejor esto no os interesa, pero para mi es muy especial, estuve esperando muxo tiempo, y ya esta, por fin la vi!!! aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
Si mis niñas, fui a ver la maratón de la saga crepúsculo :D:D:D
Cuando empezó la primera peli, CREPÚSCULO, fue como empezar de nuevo, ver desde cero esta magnifica historia, y aunk parezca mentira, la gente (me incluyo) aplaudio al empezar y terminar la pelicula, aplaudieron cuando Edward y Bella se besan por primera vez, y hubo suspiros en la ultima escena de la pelicula..
Luego, fue el turno de LUNA NUEVA, y como en CREPÚSCULO, todos aplaudimos cuando empezó y cuando termino, reimos con los comentarios chistosos, volvimos a aplaudir con el rencuentro de Edward y Bella en Volterra, y aplaudimos y gritamos cuando Edward le pregunta a Bella si se quiere casar con él. Y por supuesto, subió la temperatura de la sala del cine cuando vimos a Jacob sin camiseta (vosotras ya me entendeis xD).
Y por ultimo, fue el turno de la esperada peli, ECLIPSE. No quiero contar nada sobre la peli, porque seguro que hay quien no la ha visto, pero os puedo asegurar, que vais a reir, vais a llorar, vais a maldecir, vais a suspirar, y vais a sufrir, tanto las team Jacob, como las team Edward.
Como anecdota os puedo decir que en la sala de cine, han dicho comentarios como "creo que me he enamorado" o "no sera tan guarra", cuando la veais, creo que sabreis porque vienen esos comentarios.
Y si quereis un resumen, solo podrias decir: (suspiro) WAW!!
Espero que la disfruteis tanto como yo, y por supuesto, espero vuestros comentarios al respecto de la pelicula.
Ahora solo me queda, despues que se me baje el subidón de haber visto ECLIPSE, empezar a contar los días que quedan para poder ver la primera parte de AMANECER.

OS QUIERO!!

PD: viva la señora Meyer por haber creado esta estupenda y increible saga, gracias a ella, he disfrutado con este linda saga. LA SAGA CREPÚSCULO.

sábado, 26 de junio de 2010

Saga Inmortal

Hola mis dulces fans de Crepúsculo!! xDxD
Quería informales que el proximo jueves, antena3, volvera a emitir Crepúsculo, a eso de las 22:00h, y aunque haya visto esa pelicula, ff.. muchas veces!! jajajaj no me canso de verla :P
Después de la pelicula, se emitira el desenlace de la mini-serie No Soy Como Tú.
Y si encima el mircoles ire a ver Eclipse.. aaaaaaaaaaaa!!!!!!!
SEMANA DE VAMPIROS!!!

viernes, 25 de junio de 2010

Mi inpiración * epílogo

**2 meses después..**


Bella y Jacob se fueron a vivir juntos tras una semana después de la boda de Alice. Los dos, tenían la extraña necesidad de estar juntos. Cuando no lo estaban, en su corazón se establecía un vació que les dolía. Y aunque en una relación normal, puede ser agobiante tener una persona pegada a ti casi las 24 horas del día, para Jacob y Bella, era necesario. Cuando el pintor y la musa estaban juntos, se sentían completos. Llenos. Se sentían como cuando pones esa ultima pieza en el enorme puzzle. Realizados.

Mientras Jake pintaba en el estudio, Bella sacó su vena curiosa, y empezó a rebuscar en lo que Jacob llamaba sus “obras mas preciadas”.

Entre ellas había un paisaje de un bosque en la estación otoñal, amenos así lo indicaban los arboles cuyas hojas eran de colores anaranjados. También había la pintura de dos niños jugando en una fuente, pero.. cuando Bella observo el retrato de una joven de cabellos color café y ojos achocolatados, las lagrimas empezaron a inundar sus ojos, y pequeños sollozos empezaron a escaparse dentre sus labios.

-Amor.. que te pasa?- preguntó preocupado Jacob

Bella lo único que pudo hacer fue enseñarle ese lienzo donde meses atrás, el pintor había pintados a Bella, su Bella, su musa.

-Bella, ya te dije que tú eras mi inspiración, la que hace que cada una de mis pinturas, se convierte en arte. Tú, tú, mi dulce inspiración.

Bella se lanzó a los brazos de Jake, y él la recibió gustoso. Sus labios se unieron en una armoniosa danza, y los dos, pintor y musa, se demostraron en ese momento, que no había nada mas hermoso que el hermoso retrato de sus cuerpos, fundiéndose en uno solo.

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Bueno.. y con este final, tan.. sin inpiración, y tan ñoño xDxD termino este fic, espero que les haya gustado, y que no me tiren muxos tomates.. jajajja
Les agradezco todo su apoyo y compresión. Gracias. Y como ya os dije siento terminar este fic así, pero si no no sabia como continuarlo.. lo siento.
Me dejan algun comentario? espero que si :):)
LasReQuiieRo^^

Mi inpiración * CapítuLo 8

Por la mañana, Jacob se dio cuenta, que la noche pasada, cuando había estado con Bella, no había pasado nada, pero al mismo tiempo, había pasado de todo. Solo con la mirada, se habían dicho lo mucho que se querían.

Pero aun así, el pintor, no estaba conforme, quería decirle, con palabras, todo lo que sentía.
Quería pasar a su lado toda su vida.

Así, que tomó una decisión. La boda de Alice, sería en una semana, ella la hacía llamar la boda del siglo, el porque?, porque sería perfecta. El plan se formaba en la cabeza de Jake, todo sería perfecto.

···························

En esa semana próxima a la boda, Bella y Jake, casi no se vieron. El pintor porque tenía demasiado trabajo ya retrasado y Bella tenia que ayudar a su prima Alice en la boda del siglo.

En esos 7 días que Bella no vio a Jacob, los segundos se le hacía minutos, los minutos se le hacían horas, y las horas eternas. Solo podía pensar en él, y en ese casi beso. No llegaba a entender como en tan poco tiempo empezó a sentir mariposas en el estomago con una persona que al principio creyó un idiota.

Pero en ese momento cuando se miró en el espejo, vio a una persona feliz, una persona enamorada, porque la primera vez que vio esos ojos verdes, para ella la ley de la gravedad, perdió sentido.

Bella, estaba decidida, el día de la boda de Alice, le diría a Jake todo lo que sentía. En ese momento, solo le quedó rezar, rezar para que ese pintor, sintiera lo mismo que ella.

··························

El gran día llegó. Alice había querido que la boda se celebrara en un claro donde ella jugaba de pequeña, y donde le traía tan buenos recuerdos.

Todo estaba perfectamente adornado de flores silvestres. Nada sobraba, ni nada faltaba.

Jacob, ocupaba el sitio al lado del novio como padrino de la celebración, llegaba un traje negro con camisa morada, petición de Alice, que se le ajustaba a cada uno de sus músculos.

La típica melodía que sonaba en todas las bodas, esa vez no sonó, sino que unas notas alegres, como la pequeña duende, hacían que en el rostro se dibujara una sonrisa, ocuparon aquel lugar.

Al fin, la novia, hizo acto de presencia, llevaba un vestido sencillo color blanco roto, de tirantes, ajustado hasta la cintura, y suelto hasta el suelo. La cabeza, estaba adornada con una corona de flores silvestres, estaba muy hermosa, y todo era muy Alice. Pero cuando Jacob pudo ver a la mujer de cabello color chocolate, no le importó ni Alice, ni Jasper, ni los invitados, solo le importó ella, su Bella.

Bella vestía de color morado, ahora entendía porque Alice quería ese color en su camisa. Su vestido era sin tirantes, ajustado debajo del pecho con un cinturón negro, y largo hasta encima de las rodillas. Estaba hermosa.

El pintor no pudo evitar una sonrisa al verla. La musa enrojencio.

.................................................

La ceremonia, termino después que los novios dijeran el “si, quiero”, y el sacerdote los anunciara oficialmente como marido y mujer.

Jake se acercó a Bella con las nervios a flor de piel, y aunque no era la primera vez que le declaraba a una chica sus sentimientos, si que era la primera vez que se había enamorado.

-Bella.. esto.. me puedes acompañar? Me gustaría hablar contigo..

-Claro- susurro Bella

El pintor y la musa se fue a un lugar apartado del bullicio de la gente. Jacob agarró las manos de Bella, y aunque le costaba mantener la mirada clavada en esos ojos achocolatados, encontró necesario hacerlo, sitio que Bella no vería la verdad en las palabras, sino en la sincera mirada.

-Bella.. no se por donde empezar.. ff.. lo encontraras chistoso, porque solo hace poco mas de un mes que nos conocemos, y creo que tu primera impresión de mi no fue la mejor- la musa soltó una risilla delante ese comentario- pero.. como decirlo? Desde que te conocí, no he podido pensar en otra cosa, que no fueras tú. Soñaba contigo, y hasta fuiste, y sigues siendo, mi inspiración. Te quiero como nunca he querido a nadie, es mas, te amo, como nunca hubiera podido imaginar.. no se si tú sientes lo mismo por mi, si compartes lo que yo siento, pero tenía que decirlo, tenía que decir que te amaba.. tenía que decirlo.. pero entenderé perfectamente si no correspondes a mis sentimientos, entenderé si quieres que solo seamos ami..

Bella no dejó terminar de hablar a Jacob, se tiró sobre sus brazos, y besó esos labios que tantas veces había soñado en besar. El besó fue delicado, dulce.. perfecto.

Ella también sentía lo mismo que el pintor, y su corazón se había acelerado ante tal declaración. ¿Pero quien no en su sano juicio, se le aceleraría el corazón mientras se te están declarando miradote a los ojos, y con esos ojos verdes como los arboles que rodeaban ese claro?

-Yo también te amo- dijo Bella mientras se separaba escasos centímetros de los labios de Jake. Pero cuando él escucho tal declaración acortó la distancia.. bastante rápido.
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Hola mis dulces niñas!! quería decirles, que este fic llegó a su fin, solo me queda publicar el epílogo.. el porque lo corte de esta manera? pues.. aunque parezca contradictorio con el título del fic, me quede sin inspiración con esta historia. Lo siento si había alguien al que le gustara el fic, pero de verdad no se como seguir.. En fin.. pido disculpas, si no es lo que se esperaban que fuera.
Ahora si, si quieren dejen sus comentarios, que de verdad, son muy muy importantes!!
Las Amo!!^^

domingo, 20 de junio de 2010

PoR y paRa siempRe * CapítuLo 21

Hola mis niñas y mi niño!! Bueno ya estoy de vuelta robando vuestro tiiempo xDxD Vuelvo con las baterias cargadas y con muxas ideeas en mi loka cabezita jajajaj
Espero que os guste el capítulo :)
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Aunque Rosalie se negó a contestar alguna de las cientos de nuestras llamadas, pude hablar con Alice. Y después de contarle lo que había pasado con Rosalie y.. Leah, la convencí para que pasara por casa con Jasper.

Los cuatro pasamos una noche divertida, comiendo, nadando, hablando y viendo pelis malas de miedo. La verdad es que fue agradable pasar una noche relajada con mis amigos, casi me pude olvidar de Rosalie, Leah, Tanya, la playa.. y todo lo que había pasado esa tarde.

Casi pude olvidar la mirada ausente que tenía Edward, cuando creía que nadie lo miraba.

Casi olvidé la preocupación que se palpaba en el ambiente.

Casi. Pero no del todo.

Cuando todos se fueron, le pregunte a Edward si se quedaba conmigo esa noche. Y aunque le insistí que Esme no estaba en la ciudad, Edward solo se quedó conmigo hasta que me dormí.

Luego se marcho sin hacer ningún ruido.

Así que cuando me desperté por la mañana, y lo encontré en la puerta de mi habitación con una bandeja con café y magdalenas, y una sonrisa en el rostro, no pude sentirme aliviada.

Tratamos de llamar a Rosalie otra vez, incluso le dejamos un par de mensajes en el contestador de vos, pero no hacía falta tener poderes para darse cuenta que ella no quería hablar con nosotros.

··························

Después de haber pasado el día tumbados en las hamacas y nadando en la piscina, me decidí por volver a llamar y pedir otra pizza. Pero antes de marcar el primer número, Edward me quitó el teléfono de las manos.

-Me gustaría hacer la cena

-Sabes cocinar?

-Dejaré que seas tú quien decida- me contestó con una sonrisa

-Necesitas ayuda?

Edward me respondió con una movimiento negativo antes de dirigirse hacía los fogones, así que mientras yo me fui a ducharme y cambiarme.

Cuando me llamó a cenar, me quedé sorprendida al descubrir la mesa del comedor. Estaba preparada con la mejor de la vajillas de Esme, manteles de lino, velas, y una gran jarrón en el centro, repleto de tulipanes rojos.

-Mademoiselle.. - dijo con un perfecto acento francés, mientras me retiraba la silla para que me pudiera sentar.

-No puedo creer que hayas echo algo así

-Es todo para ti

-Solo para mi? Tú no vas a cenar?

-Claro que si, pero casi todo lo echo para ti. Una linda chica no puede alimentarse a base de pizzas.

-Te sorprenderías..

Me eche a reir, mientras cortaba un jugoso trozo de carne, y me lo llevaba a la boca. Mientras comemos, y aprovechando que Edward casi no probó bocado, aproveche para formular algunas preguntas.

Le pregunté cosas que siempre había querido saber de él, pero que cuando me miraba a los ojos se me olvidaban. Cosas sobre su familia, su infancia, las mudanzas constantes, lo de vivir solo..

Le pregunté porque sentía curiosidad, pero también porque me parecía extraño estar saliendo con alguien sin conocerlo apenas.

Cuanto mas hablábamos mas me daba cuenta de las cosas que teníamos en común. Los dos eramos huérfanos, aunque él desde mucho antes que yo. Y aunque me dio pocos detalles, no podía decirse que yo tuviera muchas ganas de hablar de mi situación, así que no le presione demasiado.

-Entonces.. que lugar te gusta mas?

-Este- dijo sonriendo

Edward apenas había comido nada, pero se le daba muy bien lo de marear la comida de un lado al otro del plato.

-En serio, soy muy feliz aquí- me respondió mientras miraba mis ojos

-Y no eras feliz en Roma, París, Nueva York?- de pronto sus ojos se llenaron de una tristeza extraña, y apartó la mirada para dar un sorbo de su extraña bebida de color rojo.

-Que es eso?- le pregunte mientras observaba la botella

- Te refieres a esto?- dijo mientras sujetaba la botella en alto- es una receta secreta familiar.

La mezcla parecía una combinación entre vino, sangre y algo brillante.

-Puedo probar?- no sabia muy bien si quería hacerlo, pero sentía curiosidad.

Edward sacudió la cabeza.

-No te gustaría, sabe a medicamento. Probablemente es porque es medicamento.

Sentí un nudo en el estómago, mientras lo miraba con la boca abierta, y pasaban por mi mete, una serie de enfermedades incurables, molestias graves..

Sabía que era demasiado bueno para ser real” pensé

-No te preocupes. En ocasiones me quedo corto de energías, y esto me ayuda- me dijo mientras reía y me agarraba la mano.

-Y.. de donde lo sacas?

-Como te he dicho, es una receta familiar- dicho esto se levantó de la mesa- Nos damos un baño?

-No se supone que hay que esperar una hora después de haber comido?- le pregunté mientras lo miraba con detenimiento. Sin embargo, él soltó una risotada y buscó mi mano.

-No te preocupes, no permitiré que te ahogues.
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Bueno.. que les pareció? dejen sus comentariios, ya saben que son muy muy importantes.
Pronto volvere a publicar :)
OsQuiieRo^^

jueves, 17 de junio de 2010

Aviso

Hola mis dulces niñas, se estaran preguntado el porque no he subido nada en toda la semana, pero resulta que estoy enferma.. fiebre, ojos inchados.. un asco!!
asi que lo que menos me apetece es ponerme delante del ordenador, espero que lo entiendan, y que tengan un pokito de paciencia..
a la minima que yo me encuentre bien, prometo subir los capitulos!! :):)
Las quiero muxo!!

Besos&abrazoS^^

lunes, 14 de junio de 2010

MUCHAS GRÁCIAS!!

Uff.. por donde empezar?
muchas graxias porque ya pase de las 10.000 visitas!! impresionante!! nunca pense que llegaria a tanto.. y ya veis, siete meses despues de haber abierto este blog (para ser sinceros nunca pense que pasaria del mes.. xDxD), con mas de 190 entradas, 97 seguidores, muchos comentarios, y por su puesto estas 10.000 visitas tan importantes.. solo puedo decir que muchas graxias!!
que espero estar mucho mas tiempo por aqui, haciendos perder tiempo con mis tonterias, y mis locuras.. xDxD
Os QuiieRo!! Graciias por apoyarme, porque en los momentos malos, en los momentos buenos, se que puedo confiar en vosotros, mis dulces lectores..
Ahora solo espero.. PODER DUPLICAR esas cifras!! jajaja

Nunca me cansare de decir.. Muchas Gráciias!!

Besos&abrazoS^^

Y llegaste tú..

Hola mis lectores!!
Bueno aquí os dejo este OS dedicado a mi Lobiita Annie!! porque el día 17 será su cumplaños, y pues.. decidí hacerle un regalito :):)
Lobiita espero que te guste!!
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**Y LLEGASTE TÚ**

-Venga Seth! No seas aguafiestas.- se quejó Quil

-No soy aguafiestas, pero ya sabéis, que no me gusta lo de salir, prefiero quedarme en casa.

-Pero.. vamos toda la manada!!- insistió Jared

-Bueno.. toda, toda.. tampoco. Lo que pasa que Sam prefirió quedarse en casa con Emily, ya sabéis que como ahora esta embarazada.. la sobre protege, y Leah.. todos sabéis como es ella.- intervino Paul

-Da igual chicos.. dejar a Seth aquí- dijo Jacob a la manada – pero tú te lo pierdes- dijo ahora dirigiéndose a mi- todos hemos decidido que hoy no estaríamos con nuestras chicas, para tener una noche de lobos, pero si tú prefieres quedarte en casa como un viejo de ochenta años, estas en tu derecho. Venga chicos vayámonos o llegaremos tarde!!

-Esta bien, esta bien- grité a los chicos- iré con vosotros a ese maldito lugar, que tengo que decir que no me gusta para nada, pero iré porque habéis dejado a vuestras lindas imprimaciones en casa. Solo por eso- puntualice.

A los chicos, se les dibujo una sonrisa en el rostro. Eramos como una gran familia.

Fuimos a por nuestras motos, no teníamos coche, aunque hubiese sido lo mas normal en un lugar donde llueve casi los 365 días al año, pero Jacob nos contagio eso de.. la peligrosidad.

Después de quince minutos, pero que en realidad tendrían que haber sido treinta (nos gustaba quemar rueda), llegamos al nuevo local que habían abierto en Forks: “Luna Llena”.

Era una especie de karaoke, donde la gente se subía al escenario y daba lo mejor de si (aunque a veces era lo peor..) y cantaba una canción a el azar.

Entramos a ese lugar, y la verdad es que me sorprendió bastante, yo me imaginaba un lugar oscuro, sucio y lleno de gente bebida.. pero no fue así, había buen ambiente, las luces eran tenues, suficientes para poder ver y no tropezarte con alguien, el sitio estaba limpio, y lo que mas me agradó fue que no se servia alcohol, hacían todo tipo de bebidas, pero con nada de licor.

Otro punto para “Luna Llena”.

Los chicos y yo nos sentamos en la mesa del rincón, la mesa era redonda. Nos acomodamos, y al momento llegó la camarera que nos atendería esa noche, era una chica unos dos años mayor que yo, castaña de cabello lacio, y sus ojos eran azules.

Cuando le pedimos a la camarera unos refrescos para beber, todos los lobos se giraron al verme.

-Seth!! no te distes cuenta? Esa chica no paraba de mirarte y sonreírte- dijo Embry con una gran sonrisa

En el mismo momento que terminó la frase, toda la manada estalló a carcajadas, pero yo no les hice caso. Querían que le pidiera su numero de teléfono, pero yo me negué.

Aunque nunca se lo había dicho a los chicos, amenos de viva voz, porque siendo un lobo no puedes tener secretos.. yo iba a esperar a esa chica que hiciera que mi corazón parase y mi dejara de respirar.

Si, lo admito, era un cursi y un romántico, pero era lo que sentía.

Las horas fueron pasando, y la verdad, es que me lo pasé muy bien viendo como los chicos hacían el ridículo encima del escenario.

Ya nos íbamos a ir, porque el local estaba al cerrar, pero una actuación de última hora, nos hizo regresar a nuestros sitios.

La chica que subió al escenario era increíblemente hermosa, amenos a mi me pareció así, sus fracciones eran dulces y equilibradas, su cabello negro igual que la noche, su sonrisa encantadora y sus ojos.. sus ojos.. en ese momento el tiempo se paró, no existía nada, solamente ella y yo, no había gravedad que hiciera que me quedara pegado al suelo, sino era ella que hacía que pisara la tierra, sentía como la tierra había parado de girar al rededor del sol, para que yo pudiera empezar a girar al rededor del mio propio.

Sabía lo que me estaba pasando, pero para mi esa palabra era bastante fría, yo me conformaba con llamarlo: amor a primera vista.

Ella empezó a cantar, y con sus notas y su voz inundó toda “Luna Llena”.

Hoy mi mente se echa a volar
y sin más te imagina.. a ti
todo se transforma en color
un presentimiento despierta muy dentro..
no importa ni cuando si tarde o temprano
siento que vas a llegar
y mi corazón te quiero entregar!
tengo mucho que dar no te conozco aun
pero voy a esperar hasta que llegues tu..
será tan mágico
tan intenso y único
tanto amor que entregar hasta que llegues tú.
Eres quien yo siempre soñé
una luz que ilumina mi ser..
nuestro encuentro un amanecer
será hermoso y lo sé
te reconoceré..
unida a ti toda la eternidad
con tus manos voy a tocar
solo con tus ojos voy a mirar..
tengo mucho que dar no te conozco aún
pero voy a esperar hasta que llegues tú!
será tan mágico
tan intenso y único..
tanto amor que entregar hasta que llegues tú!
te imagino cerca de mi
tu presencia puedo sentir!
te imagino cerca de mi..
es mágico, único, real
te imagino cerca de mi
tu presencia puedo sentir!
te imagino cerca de mi
es mágico, único, real..... oooooooooouu!
tengo mucho que dar no te conozco aun
pero voy a esperar hasta que llegues tu!
será tan mágico
tan intenso y único!
tanto amor que entregar hasta que llegues tú..
hasta que llegues tu..
te imagino cerca de mi
tu presencia puedo sentir..
te imagino cerca de mi
es mágico, único, real..
te imagino cerca de mi
tu presencia puedo sentir..
te imagino cerca de mi
es mágico, único, real..
La canción había terminado, y hasta creí que el destino se había aliado con el azar, para que ella le tocara cantar esa canción.
Me acerque a paso rápido al escenario, y le ofrecí mi mano para que pudiera bajar las escaleras sin hacerse daño. Cuando ella agarró mi manos, sentí una fuerte y agradable descarga que recorrió mi cuerpo.
-Hola.. soy Seth- me presenté ya había terminado de bajar las escaleras
-Hola me llamo Annie
Sin poder evitarlo, con la mano que tenía libre, ya que la otra aun estaba agarrando la mano de Annie, acaricie su rostro, su piel era suave y delicada. Ella cerró los ojos y eso me demostró que no tenía miedo, sino todo lo contrario, que estaba disfrutando del contacto al igual que yo.
Cuando abrió los ojos, una sonrisa se le dibujó en el rostro, y se acerco a mi para abrazarme. Eso al principio me tomó por sorpresa, pero al segundo reaccione, y yo también la abrace.
-Ya no tengo que esperar, al fin llegaste.- dijo mientras se separaba un poco de mi para mirarme a los ojos
-Si, ya llegué, y no me voy a ir jamás.- le conteste, mientras me acercaba mas a ella, si es que eso era posible, y juntaba nuestros labios, en el que sería el primero de una larga lista de besos.
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Bueno que os pareció?? dejen sus comentarios!!
La canción se titula " Hasta que llegues tú" de Anahí
OsQuiieRo!!^^

Por y paRa siempRe * Capítulo 20

Hola mis lectores!! Lo siento por no haber publicado antes, pero no he tenido tiempo..
Pero ya he terminado el capítulo!! y aunque son las 2 de la mañana estoy publicando xDxD Bueno.. espero que os guste!! :)
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Fui directamente a mi casa, no espere a Edward, él me había dejado ahí sola. Él no estaba haciendo surf como ponía en la nota, y lo había podido comprobar con mis propios ojos.

Cuando llegué, mi tumbé en la cama, con solo el deseo de poder dejar de pensar en él.. Misión imposible.

Estaba a punto de caer en los brazos de morfeo, cuando el ding-dong de la puerta de la entrada me despertó.

Sabia que detrás de la puerta se encontraba Rosalie, pero ella tenía la mente muy confusa así que no sabía lo que quería, hasta que abrí la puerta y me la encontré con la cara manchada del rímel negro que siempre usaba y de lagrimas.

-Han encontrado a Leah, ella.. ella.. esta muerta- sollozó

-Qué?- le pregunté. En ese mismo momento apareció Edward con su volvo, salió del coche, y se acerco a nosotras corriendo- Leah..- le trate de decir a Edward. Estaba tan conmocionada por la noticia, que se me olvido que había decidido odiarlo.

Él hizo una gesto afirmativo con la cabeza, y se acercó a Rosalie.

-Estas bien?- le preguntó a mi amiga mirándola a los ojos.

Ella solo pudo negar mientras se secaba las lagrimas que seguían cayendo de sus ojos.

-No puedo decir que la conociera mucho, pero.. es horrible. Y solo pensar que puede que sea yo la ultima persona que la vio..- se lamentó Rosalie

-Seguro que no fuiste la ultima persona

-Lo que pasa es que me siento responsable- murmuró Rosalie antes de hundir su rostro entre sus manos

Cuando oí decir eso a Rosalie, fue como si echaran leña al fuego. Porque aunque parecía que la amistad de Rosalie y Tanya, era por pura casualidad, yo estaba segura que no era así.

Al rato Rose se fue, dejándonos a Edward y a mi solos.

-Que panorama mas agradable.. Leah esta muerta y tu me dejaste sola en una cueva. Espero que hayas disfrutado de unas buenas olas- le dije a Edward

-Lo cierto es que si, pero cuando regresé a la cueva y tú no estabas, vine hacía aquí de inmediato- replicó

-Te busqué por toda la playa, pero solo habían dos personas haciendo surf, bastante morenas, así que tú no eras

-Bella.. te importa mirarme?- preguntó

Yo hice lo que me pidió, y aun estaba vestido con el traje de neopreno que estaba chorreando, y el suelo estaba lleno de agua.

-Pero.. te busqué- le aseguré

-Bella, no se que decirte.. pero te aseguro que no te abandone. Fui a hacer surf. De verdad. Esto.. me podrías traer una toalla?

Fuimos al patio trasero para que se pudiera quitar el traje. Mientras yo me senté en la butaca y me quede observándolo. Estaba convencida que me había dejado tirada.. lo busque por toda la playa, aunque.. a lo mejor no lo vi

-Bueno.. y como te has enterado de lo de Leah? Que es lo que pasa entre Tanya y Rosalie?
Porque no me creo que Tanya no tenga nada que ver, y por lo que se.. tú la conoces.. Y que quede claro que no se si tragarme tu historia del surf. Porque de verdad, te busqué, y no te vi.

Edward se me quedó mirando. Sus ojos parecían mas intensos por culpa de las abundantes pestañas que los rodean. Su cuerpo, esbelto y sinuoso, estaba cubierto por una toalla. Y cuando avanzo hasta mi, sus pasos eran tan ligeros y confiados que parecen los de un felino.

-Esto es culpa mía- dijo mientras sacudía la cabeza y se sentaba a mi lado. Cubrió mis manos con las suyas, pero las apartó rápidamente- No se muy bien hasta donde..- empezó a decir, y cuando me miro al fin, sus ojos estaban cargados de una tristeza que yo jamás hubiera podido imaginar- Tal vez no deberíamos seguir..

-Estas.. rompiendo conmigo?- susurre

-No, yo solo..

-Sabes? Seria estupendo que dejaras de hablar en código, y que dejaras las frases a medias, y me contaras que demonios esta pasando. Porque lo único que yo se, es que Leah esta muerta que Rosalie del día a la noche se ha vuelto amigo inseparable de Tanya y que me dejaste tirada en la playa, porque no quise llegar hasta el final. Y encima rompes conmigo.

Le dirigí una mirada asesina, mientras esperaba algún tipo de confirmación de que todos esos echos supuestamente casuales podían explicarse sin problemas y no guardaban ningún tipo de relación.

Edward guardó silencio durante un rato mientras clavaba la mirada en la piscina.

-Nada de eso guarda relación- dijo al fin mientras me volvía a mirar. Aunque tardó tanto tiempo en contestar, que no sabia si creérmelo- Encontraron el cuerpo de Leah en un claro en uno de los bosques de Forks. Lo escuche por la radio cuando venia hacia aquí-Edward cogió mi mano con la suya, y siguió las lineas de mi manos con las yema de sus dedos- Tanya puede resultar carismática y encantadora.. y Rosalie últimamente anda un poco perdida. Estoy seguro que le gusta ser el centro de atención. Creí que te alegrarías que trasladara su efecto a Tanya y se alejara de mi- siguió acariciándome la mano y sonrió- Ahora ya no hay nada que se interponga entre nosotros.

-Tal vez si hay algo que se interponga entre nosotros- le dije en un susurro

Sabia que hubiese tenido que preocuparme mas por el asunto de Rosalie y Tanya, y por la muerte de Leah, pero me resultaba imposible concentrarme en otras cosas que no fuera los rasgos de su rostro, la suavidad de su nívea piel, sus ojos dorados, y la forma en que me latía el corazón, y se me aceleraba el pulso cuando estaba a punto de besarme.

-Bella, hoy no te he dejado tirada. Y jamas te presionaría para hacer algo si no estas preparada. Créeme.- Sonrió mientras me cubría la cara sus manos. Después colocó sus labios sobre los míos- Sé esperar.
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Hola de nuevo!! que os pareció el capítulo? se que es cortito, pero el próximo lo subire en unos dos días, así que un pokito de tranquilidad jajajaja
Se que este fic os hace que os pregunteis muxas cosas, la verdad que a mi también!! xDxD
Pero todo se resolvera.. tiempo al tiempo..
Bueno.. ahora espero vuestros comentariios que son tan importantes!! OsQuiieRo!!^^

Amante de ensueño * CapítuLo 8/4

Apoyándose sobre sus duros pectorales, Grace observó sin aliento en el espejo cómo Julián dejaba sus pechos y le acariciaba las costillas, descendiendo hasta las caderas y una vez allí, metía las manos bajo el elástico de sus braguitas.

— Tienes un cuerpo hermoso, Grace —le dijo mientras le acariciaba el pubis.

Por primera vez en toda su vida, lo creyó. Julián le mordisqueó el cuello mientras sus manos jugueteaban con los rizos oscuros de su entrepierna.

— Julián —lloriqueó, sabiendo que si no lo detenía ahora no sería capaz de hacerlo más tarde.

— ¡Shh! —le dijo al oído—. Ya te tengo.

Y, entonces, separó los tiernos pliegues de su cuerpo y acarició su sexo.

Grace gimió, consumida por la pasión. Julián capturó sus labios y la besó plena y profundamente.

De forma instintiva, se dio la vuelta entre sus brazos para saborearlo mejor.

La levantó del suelo, sin abandonar sus labios, mientras la llevaba hasta la cama. De algún modo, se las arregló para acomodarla sobre el colchón y tumbarse sobre ella sin dejar de besarla.

Ciertamente tenía un gran talento.

Y ¡uf!, Grace se sentía arder con sus caricias. Con su aroma escandalosamente sensual. Con la sensación de su cuerpo tendido junto a ella. Comenzó a temblar de pies a cabeza mientras él le separaba los muslos con las rodillas y se colocaba, aún vestido, sobre ella.

Sentir su peso era algo maravilloso. Su cuerpo duro y viril, mientras restregaba sus esbeltas caderas contra ella. Aun a través de los vaqueros, podía sentir su erección presionando sobre su entrepierna. Como si estuviesen atraídas por un imán, sus caderas se alzaron acompasándose al movimiento de Julián.

— Eso es, Grace —murmuró sobre sus labios, mientras seguía rozando su miembro hinchado contra ella, de un modo tan magistral que Grace supo que ya habría llegado al clímax si estuviese dentro de ella—. Siente mis caricias. Siente mi deseo por ti, sólo por ti. No luches contra él.

Grace volvió a gemir cuando Julián abandonó sus labios y dejó un abrasador reguero de besos por su garganta, hasta llegar a sus pechos, que comenzó a succionar con suavidad.

Grace deliraba de placer mientras enterraba las manos en los rizos rubios de Julián.

Él atormentó implacablemente sus pechos con la lengua.

Todo su cuerpo temblaba por el tremendo esfuerzo que le suponía mantenerse vestido. Quería introducirse en ella con tanta desesperación que su cordura se desvanecía poco a poco.

Con cada envite de sus caderas contra las de Grace, le daban ganas de gritar por la agonía del deseo insatisfecho. Era la tortura más deliciosa que jamás había experimentado.

Y todo empeoró al sentir a Grace deslizar las manos por su espalda, e introducirlas en sus bolsillos traseros para acercarlo aún más, apretándolo con fuerza.

Julián se estremeció ante la sensación.

— ¡Sí, oh, sí! —jadeaba Grace cuando él aumentó el ritmo de sus embestidas.

Julián sintió que todo le daba vueltas. Tenía que hundirse en ella. Y si no podía hacerlo de una manera, por todos los templos de Atenas que lo haría de otra.

Se apartó de ella y se movió hacia abajo, pasando los labios por su estómago y besándole las caderas mientras le quitaba las braguitas.

Grace temblaba de pies a cabeza al sentir el poder que él ostentaba en ese momento.

— Por favor —le suplicó, incapaz de soportarlo más.

Le apartó los muslos con los codos. Grace se lo permitió sin protestar. Colocó las manos bajo ella y le elevó las caderas hasta que le pasó las piernas por encima de sus hombros.

Los ojos se le abrieron de par en par en el mismo instante en que Julián la tomó en la boca.

Grace enterró las manos en el cabello de él y echó la cabeza hacia atrás, siseando de placer ante las caricias tan íntimas que la lengua de Julián le prodigaba. Jamás había experimentado algo así.
Una y otra vez, penetrándola con la lengua implacablemente, él la lamía, la atormentaba, hurgaba en su interior hasta dejarla sin aliento, exhausta.

Julián cerró los ojos y gruñó cuando probó su sabor. Y disfrutó de la sensación. Los murmullos de placer que escapaban de la garganta de Grace resonaban en sus oídos. Percibía cómo ella reaccionaba ante cada caricia sensual de su lengua, cuidadosamente ejecutada. De hecho, sentía como le temblaban los muslos y las nalgas, como se estremecían contra sus hombros y sus mejillas.

Grace se retorcía de modo muy erótico en respuesta a sus caricias.

Con la respiración entrecortada, Julián quiso mostrarle exactamente lo que se había estado perdiendo. Cuando saliera de la habitación esa noche, Grace no volvería a encogerse de temor ante sus caricias.

Ella gimoteó cuando movió la mano despacio para introducir el pulgar en su vagina, mientras continuaba lamiéndola.

— ¡Julián! —jadeó con un involuntario estremecimiento de su cuerpo.

Él movió el dedo y la lengua aún más rápido, más profundo, aumentando la presión mientras giraba y giraba. Grace sentía que la cabeza le daba vueltas por el roce de la barba de Julián en sus muslos, en su sexo.

Y, cuando pensaba que ya no podría soportarlo más, alcanzó el clímax de forma tan violenta que echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras su cuerpo se convulsionaba por las continuas oleadas de placer.

Pero Julián no se detuvo, siguió prodigándole caricias hasta que tuvo otro nuevo orgasmo, casi seguido al primero.

La tercera vez que le ocurrió pensó que moriría.

Débil, y totalmente saciada, sacudía la cabeza a uno y otro lado, sobre la almohada, mientras él continuaba su implacable asalto.

— Julián, por favor —le suplicó mientras su cuerpo seguía experimentando continuos espasmos por sus caricias—. No puedo más.

Sólo entonces, él se apartó.

Grace se sentía palpitar desde la cabeza hasta los pies, y respiraba entrecortadamente. Jamás había conocido un placer tan intenso.

Julián trazó una senda de besos desde sus muslos hasta su garganta, y allí se quedó.

— Dime la verdad, Grace —le dijo al oído—. ¿Has sentido algo así antes?

— No —susurró ella con honestidad; dudaba que muchas mujeres hubiesen conocido algo semejante a lo que ella acababa de experimentar. Quizás no hubiese ninguna—. No tenía ni idea de que pudiese ser así.

Con una mirada hambrienta, Julián la contempló como si quisiese devorarla.

Ella sintió la presión de su erección sobre la cadera y cayó en la cuenta que él no había llegado al orgasmo. Había mantenido su promesa.

Con el corazón latiéndole frenético ante el descubrimiento, quiso proporcionarle lo mismo que ella acababa de vivir. O al menos, algo que se le aproximara.

Bajando la mano, comenzó a desabrocharle los pantalones.

Julián le cogió la mano y se la llevó a los labios para besarle la palma con mucha ternura.

— Tu intención es buena, pero no te molestes.

— Julián —le dijo en tono de reproche—. Sé que es muy doloroso para un hombre si no se…

— No puedo —insistió él, interrumpiéndola de nuevo.

Grace lo miró ceñuda.

— ¿Que no puedes qué?

— Tener un orgasmo.

Grace abrió la boca, atónita. ¿Estaría diciendo la verdad? De todos modos, sus ojos tenían una expresión mortalmente seria.

— Es parte de la maldición —le explicó él—. Puedo darte placer, pero si me tocas justo ahora, sólo conseguirás hacerme más daño.

Sufriendo por él, le acarició la mejilla.

— Entonces, ¿por qué…?

— Porque quería hacerlo.

No lo creía. No. Apartó la mano de su rostro y miró hacia otro lado.

— Querrás decir porque tenías que hacerlo. Por la maldición también, ¿no es cierto?

Él la cogió por la barbilla y la obligó a mirarle a los ojos.

— No. Estoy luchando contra la maldición, si no fuese así, estaría dentro de ti ahora mismo.

— No lo entiendo.

— Yo tampoco —le confesó mirándola a los ojos, como si buscase en ella la respuesta—. Acuéstate conmigo —susurró—. Por favor.

Grace hizo una mueca de dolor ante el sufrimiento que destilaba aquella sencilla petición. Su pobre Julián. ¿Qué le habían hecho? ¿Cómo podían hacerle eso a alguien como él?

Julián cogió el libro y se lo dio a Grace.

— Léeme.

Ella abrió el cuento mientras él colocaba las almohadas en el cabecero de la cama.

Se estiró en el colchón e hizo que Grace se tumbara a su lado. Sin decir una sola palabra, tiró de la manta y la rodeó en un tierno gesto con su brazo.

El olor a sándalo la asaltó de nuevo, mientras comenzaba a leerle la historia de Wendy y Peter Pan.

Estuvieron así durante una hora.

— Me encanta tu voz. Tu forma de hablar —le dijo mientras Grace se detenía para pasar una página.

Ella sonrió.

— Debo decir lo mismo de ti. Tienes la voz más cautivadora que he escuchado jamás.

Julián le quitó el libro de las manos y lo dejó sobre la mesita de noche. Grace alzó la mirada hasta sus ojos. El deseo los hacía más brillantes, y la contemplaba con un anhelo que la dejó sin respiración.

Entonces, para su asombro, la besó suavemente en la punta de la nariz.

Alargó el brazo, cogió el mando a distancia y bajó las luces hasta dejar la habitación en penumbra.
Grace no sabía qué decir mientras él se acurrucaba tras ella y la abrazaba por la espalda.

Julián le apartó el pelo de la cara y apoyó la cabeza en la almohada, al lado de la suya.

— Me encanta tu olor —le susurró, abrazándola con fuerza.

— Gracias —respondió ella en un murmullo.

No estaba segura, pero le daba la impresión de que Julián sonreía.

Se acurrucó aún más, acercándose a la calidez de su cuerpo, pero los vaqueros le rasparon las piernas.

— ¿No estás incómodo vestido? ¿No deberías cambiarte de ropa?

— No —contestó tranquilamente—. De este modo, sé que mi cucharilla permanecerá alejada de tu…

— Ni se te ocurra decirlo —dijo con una carcajada—. No te ofendas, pero tu hermano es asqueroso.

— Sabía que había una razón para que me gustaras tanto.

Grace le quitó el mando a distancia de las manos.

— Buenas noches, Julián.

— Buenas noches, cariño.

Grace apagó la luz.

Al instante, notó cómo Julián se tensaba. Su respiración se convirtió en un jadeo entrecortado y se apartó de ella.

— ¿Julián?

Él no contestó.

Preocupada, Grace encendió la luz para poder verle. Se abrazaba con fuerza el torso, con los brazos cruzados sobre el pecho. Tenía la frente cubierta de sudor y una mirada aterrada y salvaje mientras se esforzaba por respirar.

— ¿Julián?

Él observó la habitación como si acabara de despertar de una pesadilla espantosa. Grace vio cómo alzaba un brazo y colocaba la mano en la pared, para asegurarse que todo era real, no una alucinación.

Se humedeció los labios, se pasó la mano por el pecho y tragó saliva.

Y entonces, Grace lo entendió.

La oscuridad. Por eso no había apagado las luces, sino que había bajado la intensidad.

— Lo siento Julián, no lo sabía.

Él seguía sin hablar.

Grace lo abrazó, sorprendida de que un hombre tan fuerte buscase consuelo en ella como si no pudiese hacer otra cosa. Julián apoyó la cabeza sobre sus pechos.

Con los dientes apretados, Grace sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Y en ese instante supo que jamás le dejaría regresar a ese libro. Nunca.

De algún modo, romperían la maldición. Y, cuando todo hubiese acabado, esperaba que Julián pudiese vengarse del responsable de su sufrimiento.

Amante de ensueño * CapítuLo 8/3

— Muy bien —le dijo Julián, y su aliento le rozó la oreja haciendo que una descarga eléctrica la traspasara. Al instante, le cogió las manos y los dos juntos sostuvieron los cubiertos.

Cerró los ojos, mientras aspiraba el dulce aroma a flores que desprendía el cabello de Grace.
Estaba empleando toda su fuerza de voluntad para concentrarse en la tarea de enseñarle a comer tallarines, y olvidarse de lo mucho que deseaba hacerle el amor.

Ella deslizó provocativamente los dedos entre los suyos, intensificando de ese modo las sensaciones que su piel cálida y suave producían en Julián. Un nuevo tipo de desesperación se adueñó de él. Una que no era capaz de nombrar. Sabía lo que quería de ella, y no se trataba sólo de su cuerpo.

Pero no se atrevía a pensar en eso.

No se atrevía a tener esperanzas.

Grace no estaba a su alcance. Su corazón se lo decía, y su alma. Ni todo el anhelo del mundo podría cambiar un hecho esencial: no se merecía una mujer como ella.

Jamás lo había merecido…

Abrió los ojos y le mostró el modo de usar la cuchara para ayudarse a enrollar los tallarines en el tenedor.

— ¿Ves? —murmuró, acercándole el tenedor a los labios—. Es sencillo.

Ella abrió la boca y Julián introdujo con cuidado el tenedor. Mientras lo sacaba, deslizándolo entre sus labios, sintió que experimentaba una nueva forma de tortura.

El corazón le latía a un ritmo frenético y salvaje, y su sentido común le decía que se alejara de ella.

Pero no podía. Llevaba tanto tiempo sin compañía. Tanto tiempo sin tener un amigo…

No podía dejarla ahora. No sabía cómo hacerlo.

Así que siguió dándole de comer.

Grace se reclinó entre sus brazos. Apartó las manos de las suyas y dejó que él tomara el control.
Mientras masticaba los tallarines, cogió un trozo de pan y se lo ofreció a Julián. Él le mordisqueó los dedos al ponérselo en la boca.

Grace sonrió y le acarició el mentón mientras masticaba. ¡Uf! La forma en que se tensaba ese músculo bajo su mano… le encantaba cómo se movía su cuerpo, cómo se relajaban y se contraían
sus músculos, por muy pequeño que fuese el esfuerzo.

Una mujer jamás podría cansarse de mirarlo.

Tomó un sorbo de vino y, mientras tanto, Julián le robó unos cuantos tallarines.

— ¡Oye, tú! —le dijo bromeando—. Eso es mío.

Sus celestiales ojos azules resplandecieron al sonreír, y le ofreció de nuevo el tenedor para que siguiera comiendo.

Mientras masticaba, Grace le acercó la copa de vino a los labios.

Desafortunadamente, no calculó bien y la alejó demasiado pronto, con lo que el vino se derramó por su barbilla y cayó sobre la camisa.

— ¡Lo siento! —exclamó, limpiándole la barbilla con los dedos. Su incipiente barba le raspaba la piel—. ¡Jesús! ¡La que he formado!

A él no pareció molestarle en absoluto. Le cogió la mano y se dedicó a lamer el vino que caía por sus dedos.

Grace dejó escapar un gemido. Julián le lamía los dedos y los mordisqueaba con mucha suavidad, y ella se estremecía de la cabeza a los pies.

Uno a uno, los fue limpiando meticulosamente. Y cuando acabó, le alzó la barbilla y capturó sus labios.

Pero no fue el beso exigente y fiero al que ella estaba acostumbrada. El que utilizaba para seducirla y devorarla.

Éste fue suave y tranquilo. Tierno. Los labios de Julián eran delicados pero exigentes.

Entonces se alejó.

— ¿Aún tienes hambre? —le preguntó.

— Sí —balbució Grace, sin referirse a la comida, sino a los apetitos que su cuerpo estaba experimentando junto a él.

Julián le ofreció más tallarines.

Cuando ella le acercó la copa nuevamente para calmar su sed, Julián le cubrió la mano con la suya mientras la observaba con ojos risueños.

Así siguieron, dándose de comer y deleitándose en su mutua compañía, hasta el final de la película. Julián pareció muy interesado en las luchas finales.

— Vuestras armas son fascinantes —comentó.

— Supongo que para un general deben serlo.

Él la miró de reojo y siguió atento a la película.

— ¿Qué es lo que más te gusta de Matrix?

— Las alegorías.

Él asintió.

— Tiene influencias de Platón.

— ¿Conoces a Platón? —le preguntó sorprendida.

— Lo estudié cuando era joven.

— ¿En serio?

No pareció divertido por la conversación.

— Se las arreglaban para enseñarnos unas cuantas cosas entre paliza y paliza.

— No estás hablando en serio, Julián.

— Ya.

Una vez acabó la película, la ayudó a recoger la cocina.

Cuando ella cargaba el lavavajillas, sonó el teléfono.

— No tardaré nada —le dijo mientras corría hacia la salita para contestar.

— Grace, ¿eres tú?

Se quedó helada al escuchar la voz de Rodnay Carmichael.

— Hola, señor Carmichael —lo saludó fríamente.

En ese momento, habría matado a Luanne por marcharse de la ciudad.

Tan sólo había tenido una sesión con Rodney, el miércoles, pero había sido suficiente para hacer que deseara contratar a un detective privado que buscase a Luanne y la trajera de vuelta.

El tipo le daba escalofríos.

— ¿Dónde estuviste hoy, Grace? No estarás enferma, ¿verdad? Podría llevarte…

— ¿No le cambió Lisa su cita?

— Sí, pero estaba pensando que podíam…

— Mire, señor Carmichael, no atiendo a mis pacientes en casa. Le veré a la hora de su sesión. ¿De acuerdo?

La línea se quedó en silencio.

— ¿Grace?

Ella saltó y chilló al escuchar la voz de Julián a su espalda.

Él la observaba con curiosidad, con una expresión que muy bien podría haber encontrado divertida si no hubiese estado tan aterrorizada.

— ¿Estás bien? —le preguntó él.

— Sí, lo siento —dijo, colgando el teléfono—. Era ese paciente del que te hablé. Rodney Carmichael. Me saca de quicio.

— ¿Qué?

— Que me pone muy nerviosa —por primera vez, agradecía muchísimo la presencia de Julián. De no estar él, se habría ido a casa de Selena y Bill, en busca de su hospitalidad durante el fin de
semana—. Venga —le dijo mientras apagaba la luz de la cocina—. ¿Nos vamos arriba y empiezo a enseñarte a leer?

Julián negó con la cabeza.

— No abandonas, ¿verdad?

— No.

— Muy bien —le respondió, siguiéndola escaleras arriba—. Acepto que me des clases si te pones la negligé roj…

— No, no y no —dijo ella, deteniéndose en mitad de la escalera y girándose para mirarlo—. Me temo que eso no va a ser posible.

Él se acercó y acarició el pelo que le caía sobre el hombro.

— ¿No sabes que necesito una musa que me anime a aprender? ¿Y qué mejor musa que tú vestida con…?

Grace le colocó los dedos sobre los labios para impedir que siguiera hablando.

— Si me pongo eso, dudo mucho que vayas a aprender algo que no sepas ya.

Él le mordisqueó los dedos.

— Prometo comportarme bien.

Sabiendo que era una idea pésima, dejó que la convenciera.

— Será mejor que te comportes —le advirtió, mirándole por encima del hombro mientras acababa de subir los escalones.

Grace entró en el enorme vestidor que su padre había convertido en biblioteca años atrás, y rebuscó en los estantes hasta encontrar su viejo cuento de Peter Pan.

Julián rebuscó en sus cajones hasta encontrar el deplorable atuendo.

Intercambiaron objetos en el centro de la habitación. Grace corrió hacia el cuarto de baño y se cambió de ropa pero, tan pronto como se contempló en el espejo, con la diáfana prenda roja, fue incapaz de moverse. ¡Puaj! Si Julián la veía con esas pintas saldría dando alaridos de la habitación.

Incapaz de soportar la humillación de verlo decepcionado por su cuerpo, se quitó la negligé y se puso su sencilla camisola rosa. Se envolvió en su grueso albornoz antes de regresar a la habitación.

Julián meneó la cabeza.

— ¿Por qué te has puesto eso?

— Mira, no soy idiota. No tengo el tipo de cuerpo que hace que los hombres babeen.

— ¿Qué estás intentando decirme?, ¿que eres un hombre?

Ella frunció el ceño ante su lógica.

— No.

— ¿Entonces cómo sabes que tu cuerpo no despierta el deseo de un hombre?

— Porque no soy ciega. ¿Vale? Los hombres no babean por mí del mismo modo que las mujeres hacen contigo. ¡Maldita sea!, me considero afortunada cuando se dan cuenta de que soy una
mujer.

— Grace —masculló, levantándose. Se puso en pie y se detuvo a los pies de la cama—. Ven aquí
—le ordenó.

Ella obedeció.

Julián la colocó exactamente enfrente del espejo de cuerpo entero.

— ¿Qué ves? —le preguntó.

— A ti.

Él le sonrió.

Inclinándose, apoyó la barbilla sobre el hombro de Grace.

— ¿Qué ves cuando te miras?

— Veo a alguien que necesita perder de seis a nueve kilos y comprarse un cargamento de crema antimanchas para hacer desaparecer las pecas.

A él no pareció hacerle gracia.

Le pasó las manos por la cintura, hasta la parte delantera del albornoz, donde descansaba el nudo del cinturón.

— Déjame que te diga lo que yo veo —ronroneó justo sobre su oreja, mientras colocaba las manos sobre el cinturón, sin abrirlo—. Veo un hermoso cabello, oscuro como la noche. Suave y abundante. Tienes el cabello ideal para que caiga en cascada sobre el vientre desnudo de un hombre, para enterrar la cara en él y aspirar su aroma.

Grace empezó a temblar.

— Tienes un rostro con forma de corazón, semejante al de un pequeño diablillo, con labios llenos y sensuales que piden a gritos ser besados. Y con respecto a tus pecas, son fascinantes. Añaden un toque juvenil a tu encanto que te hace única e irresistible.

No sonaba tan mal dicho por él.

Le desabrochó el albornoz e hizo una mueca ante la visión de la camisola rosa. Abriéndolo del todo, siguió hablando.

— ¿Qué tenemos aquí? —masculló, devorándola con los ojos.

Antes de poder pensar siquiera en protestar, Julián le bajó el albornoz por los brazos y lo dejó caer al suelo, a sus pies. Volvió a apoyar la barbilla en su hombro mientras sus ojos la contemplaban a través del espejo.

Le alzó la camisola.

— Julián —dijo ella, cogiéndole la mano.

Sus miradas se encontraron en el espejo. Grace no pudo moverse, ya que la pasión y la ternura que se reflejaban en los ojos de Julián la sumieron en un estado de trance.

— Quiero verte, Grace —le dijo en un tono que dejaba a las claras que no admitiría un no por respuesta.

Antes de poder volver a pensar con claridad, él le quitó la camisola y pasó sus manos sobre la piel desnuda de su estómago.

— Tus pechos no son pequeños —susurró, incorporándose tras ella—. Tienen el tamaño perfecto para la mano de un hombre —y para demostrar su afirmación, acercó las manos y los cubrió con ellas.

— Julián —balbució Grace con un gemido y el cuerpo abrasado—. Recuerda tu promesa.

— Me estoy comportando bien —respondió él con voz ronca.

Amante de ensueño * capítuLo 8/2

— Yo te ayudaré.

La duda que reflejaban los ojos azules hizo que se le revolviera el estómago.

— ¿Por qué?

— Porque somos amigos —le respondió con ternura, mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar—. ¿No fue eso lo que le dijiste a Cupido?

— Ya escuchaste su respuesta. No tengo amigos.

— Ahora sí.

Él se inclinó y la besó en la frente, atrayéndola hacia su cuerpo para darle un fuerte abrazo. El cálido aroma del sándalo la inundó mientras escuchaba cómo el corazón de Julián latía frenéticamente bajo su mejilla rodeada por sus bíceps tostados por el sol. Fue un gesto tan tierno que a Grace le llegó al alma.

— De acuerdo, Grace —le dijo en voz baja—. Lo intentaremos. Pero prométeme que no dejarás que te haga daño.

Ella lo miró ceñuda.

— Estoy hablando en serio. Una vez que me pongas los grilletes, no me sueltes bajo ninguna circunstancia. Júralo.

— Pero…

— ¡Júralo! —insistió él con brusquedad.

— Muy bien. Si no puedes controlarte, no te liberaré. Pero yo también quiero que me prometas una cosa.

Él se apartó un poco y la miró con escepticismo. No obstante, siguió abrazándola.

— ¿Qué?

Grace apoyó las manos sobre sus fuertes bíceps y sintió cómo la piel de Julián se erizaba bajo su contacto. Él bajó la mirada hacia sus manos, con una de las expresiones más tiernas que ella había visto nunca.

— Prométeme que no vas a desistir —le dijo—, que vas a intentar acabar con la maldición.

La miró con una sonrisa extraña.

— Está bien. Lo intentaré.

— Y lo lograrás.

Julián sonrió al escuchar su comentario.

— Tienes el optimismo de una niña.

Grace le devolvió la sonrisa.

— Como Peter Pan.

— ¿Peter qué?

Ella se alejó de sus brazos de mala gana. Tomándolo de la mano, lo llevó hasta la puerta del
dormitorio.

— Acompáñame, esclavo macedonio mío, y te contaré quiénes son Peter Pan y los Niños Perdidos.

— Entonces, ¿ese chico nunca se hizo mayor? —preguntó Julián mientras preparaban la cena.

Grace estaba muy sorprendida, ya que él no se había quejado cuando le pidió que se encargara de la ensalada. Parecía bastante acostumbrado a usar cuchillos para cortar comida.

Sin muchas ganas de investigar aquella pequeña peculiaridad, se concentró en la salsa para los tallarines.

— No. Regresó a la isla con Campanilla.

— Interesante.

Grace metió una cuchara en la salsa y, poniendo una mano debajo para que no goteara, se la acercó a Julián para que la probase, después de haberla enfriado.

— Dime qué te parece.

Él se inclinó, abrió la boca y dejó que Grace le diera a probar la salsa.

Ella observó cómo la saboreaba.

— Está deliciosa.

— ¿Demasiada sal quizás?

— No, está perfecta.

Ella sonrió alegremente.

— Ten —le dijo él, ofreciéndole un trozo de queso.

Grace abrió la boca, pero él no se lo dio; aprovechándose de las circunstancias, se adueñó de sus labios para besarla a conciencia.

¡Cielo santo! Una lengua con tal capacidad de movimiento debería ser inmortalizada con un monumento, o encontrar el modo de conservarla para la posteridad. Semejante tesoro no podía desaparecer. Y esos labios…

Mmm, Grace no quería pararse a pensar en esos deliciosos labios y en lo que eran capaces de hacer.

Julián la sujetó por la cintura apretándola contra sus caderas, justo sobre el lugar donde su miembro se tensaba bajo los vaqueros. ¡Por amor de Dios!, este hombre estaba maravillosamente dotado y Grace comenzó a temblar ante la idea de que desplegara todos sus encantos sexuales para ella.

¿Sería capaz de sobrevivir a algo así?

Sentía cómo Julián se tensaba y cómo su respiración comenzaba a alterarse. Estaba dejándose arrastrar por la pasión, y Grace empezaba a temer que, si no lo detenía en ese momento, ninguno de los dos iba a ser capaz de parar después.

Aunque no le apetecía nada separarse de él, dio un paso atrás, deshaciendo el tórrido abrazo.

— Julián, compórtate.

Jadeando, observó la lucha que sostenía consigo mismo mientras la devoraba con los ojos.

— Sería mucho más sencillo comportarse si no fueses tan jodidamente deseable.

El comentario fue tan inesperado que ella se rió con ganas.

— Lo siento —le dijo, captando el gesto irritado de Julián—. Al contrario de lo que te ocurre a ti,
yo no estoy acostumbrada a que me digan cosas como ésa. El mayor cumplido que me han hecho nunca, fue el de un chico llamado Rick Glysdale. El día de la graduación, vino a recogerme a casa, me miró de arriba abajo y dijo: « ¡Joder!, te has arreglado más de lo que esperaba».

Julián resopló.

— Me preocupan los hombres de esta época, Grace. Todos parecen ser unos completos imbéciles.

Riéndose de nuevo, ella le dio un ligero beso en la mejilla y se acercó a la olla para sacar la pasta del agua antes de que se pasara.

Mientras echaba los tallarines en el escurridor, se acordó del pan.

— ¿Puedes echarle un vistazo a las baguettes?

Julián se acercó al horno y se inclinó, ofreciéndole a Grace una suculenta visión de su parte trasera. Ella se mordió el labio inferior, mientras se esforzaba por no acercarse y pasar la mano por ese firme y prieto trasero.

— Están a punto de quemarse.

— ¡Ay, mierda! ¿Puedes sacarlas? —le preguntó, intentando no derramar el agua que estaba hirviendo.

— Claro —Julián cogió el trapo de la encimera, y comenzó a sacar el pan. De repente, soltó un juramento que llamó la atención de Grace.

Ella se giró y vio que el trapo estaba ardiendo.

— ¡Allí! —exclamó, quitándose de en medio—. Échalo al fregadero.

Él lo hizo, pero al pasar por su lado, le rozó la mano con el trapo y Grace siseó de dolor.

— ¿Te he quemado? —le preguntó.

— Un poco.

Julián hizo una mueca al cogerle la mano para examinarle la quemadura.

— Lo siento —le dijo, un momento antes de llevarse el dedo de Grace a la boca.

Atónita, no fue capaz de moverse mientras Julián pasaba la lengua por la sensibilizada piel de su dedo. A pesar de la quemazón de la herida, la sensación era muy agradable. Muy, muy agradable.

— Eso no le viene bien a la quemadura —susurró.

Con el dedo aún en la boca, Julián le dedicó una sonrisa traviesa y alargó el brazo para abrir el grifo, que estaba a su espalda. Hizo un círculo completo con la lengua alrededor del dedo una vez más antes de abrir la boca y colocarlo bajo el chorro de agua fría.

Sosteniéndole el brazo para que el agua aliviara el escozor de la quemadura, se acercó a la planta de aloe, que estaba en alféizar de la ventana, y cortó un trozo.

— ¿Conoces las propiedades del aloe? —le preguntó ella.

— Sus propiedades curativas se conocían mucho antes de que yo naciera —respondió él.

Cuando frotó el dedo con la viscosa savia de la planta, Grace sintió que un escalofrío le recorría la espalda y se le hacía un nudo en el estómago.

— ¿Te sientes mejor?

Ella asintió con la cabeza.

Con la ternura y el deseo reflejados en los ojos, Julián contempló sus labios como si aún pudiese percibir su sabor.

— Creo que, a partir de ahora, dejaré que seas tú la que se encargue del horno —le dijo.

— Probablemente sea lo mejor.

Grace se apartó de él y sacó las baguettes, que aún eran comestibles.

Sirvió los platos y precedió a Julián hasta la sala de estar, donde se sentaron a comer en el suelo, delante del sofá, mientras veían Matrix.

— Me encanta esta película —dijo ella cuando empezaba la película.

Julián colocó el plato sobre la mesita de café y se acercó a Grace.

— ¿Siempre comes en el suelo? —le preguntó antes de llevarse un trozo de pan a la boca.

Fascinada por la armonía de sus movimientos, Grace observó atentamente cómo la mandíbula de Julián se tensaba al masticar.

¿No había ninguna parte de su cuerpo por la que no se le hiciese la boca agua? Comenzaba a entender por qué el resto de sus invocadoras lo habían utilizado.

La idea de mantenerlo encerrado en una habitación durante un mes estaba empezando a resultarle muy tentadora.

Y además tenían aquellos grilletes…

— Bueno —dijo alejando su mente de aquella maravillosa y bronceada piel, y de lo bien que se vería si Julián estuviese totalmente desnudo y desparramado sobre su colchón—, está la mesa del comedor, pero puesto que la mayoría de las noches estoy sola, prefiero tomarme un tazón de sopa en el sofá.

Julián giró de forma magistral el tenedor sobre la cuchara, hasta que los tallarines estuvieron perfectamente enrollados.

— Necesitas a alguien que cuide de ti —le dijo antes de llevarse el tenedor a la boca.

Grace se encogió de hombros.

— Yo me cuido sola.

— No es lo mismo.

Grace lo miró ceñuda. Había algo en su voz que le indicaba que no lo decía desde el punto de vista machista. Julián hablaba desde el corazón y basándose en su propia experiencia.

— Supongo que todos necesitamos alguien que nos cuide, ¿verdad? —susurró ella.

Él giró la cabeza para ver la televisión, pero no antes de que Grace captara el destello del deseo en sus ojos. Ella lo observó mientras permanecía unos minutos atento a la película. Aun distraído, comía de forma impecable. Grace estaba toda cubierta de manchas de salsa, y él ni siquiera había dejado caer una sola gota.

— Enséñame cómo haces eso —le dijo.

Julián la miró con curiosidad.

— ¿El qué?

— Lo que haces con la cuchara. Me estás poniendo de los nervios. No consigo que mis tallarines acaben enrollados en el tenedor; se quedan todos sueltos y me pongo perdida.

— Claro, y no queremos que nos rodeen un montón de tallarines gigantes que lo dejen todo hecho un asco, ¿verdad?

Grace se rió porque sabía que no hablaba precisamente de los tallarines.

— A ver, ¿cómo lo haces?

Julián tomó un sorbo de vino y dejó la copa a un lado.

— Veamos, así me resultará más fácil enseñártelo.

Y se deslizó entre el sofá y Grace.

— Julián… —le advirtió ella.

— Sólo voy a enseñarte lo que quieres.

— Hum… —exclamó dubitativa. De todos modos, no podía evitar sentir su proximidad le calara hasta los huesos, hasta el alma. La calidez del pecho de Julián se extendió por su espalda cuando la rodeó con sus maravillosos brazos.

Al sentarse tras ella, él dobló las rodillas, de modo que quedaron a cada lado de su cuerpo y cuando se inclinó hacia delante, Grace notó su erección presionándole en la cadera. Esta vez no se sorprendió. Curiosamente, estaba empezando a acostumbrase.

Sentía el poder y la fuerza de Julián mientras su cuerpo fibroso y esbelto se acomodaba tras ella, dejándola sin aliento y muy insegura.

Unos sentimientos extraños e intensos comenzaron a extenderse en su interior, jamás le había ocurrido algo así. ¿Qué tenía Julián que le hacía sentirse tan protegida y feliz?

Si se trataba de la maldición, deberían cambiarle el nombre, porque no había nada malévolo en las sensaciones que la embargaban.

Amante de ensueño * CapítuLo 8/1

Julián y Grace ayudaron a Selena a desmontar el puestecillo ambulante y a guardarlo todo en el jeep, antes de regresar a casa sorteando el tráfico típico de un viernes por la noche.

— Has estado muy callado —le dijo ella mientras se detenía en un semáforo en rojo.

Observó cómo la mirada de Julián seguía el movimiento de los automóviles que pasaban junto a ellos. Parecía perdido, como alguien que se debatiera en el límite entre la fantasía y la realidad.

— No sé qué decir —respondió tras una breve pausa.

— Dime cómo te sientes.

— ¿Sobre qué?

Grace se rió.

— Definitivamente, eres un hombre —le dijo—. ¿Sabes? Las sesiones con los hombres son las más difíciles. Llegan y pagan ciento veinticinco dólares para no decir prácticamente nada. Jamás lograré entenderlo.

Julián bajó la vista hasta su regazo, y ella observó el modo en que acariciaba distraídamente su anillo con el pulgar.

— Dijiste que eras una sexóloga, ¿qué es eso exactamente?

El semáforo se puso en verde y se internaron de nuevo en el tráfico.

— Tú y yo estamos en el mismo negocio, más o menos. Ayudo a las personas que tienen problemas con sus parejas. Mujeres que tienen miedo de tener relaciones íntimas con los hombres, o mujeres a las que les gustan los hombres un poco más de la cuenta.

— ¿Ninfómanas?

Grace asintió.

— He conocido a unas cuantas.

— Apuesto a que sí.

— ¿Y los hombres? —preguntó él.

— No son fáciles de ayudar. Como ya te he dicho, no suelen hablar mucho. Tengo un par de pacientes que sufren de miedo escénico…

— ¿Y eso qué es?

— Algo que estoy completamente segura que tú no padecerías jamás —le contestó, pensando en la continua y arrogante persecución a la que él le sometía. Se aclaró la garganta y se lo explicó—.
Son hombres que tienen miedo de que sus compañeras se rían de ellos cuando están en la cama.

— ¡Ah!

— También tengo un par que abusan verbalmente de sus parejas, y otros dos que quieren cambiarse de sexo…

— ¿Se puede hacer eso? —preguntó Julián, totalmente pasmado.

— ¡Claro! —respondió Grace con un gesto de la mano—. Te sorprendería saber de lo que son capaces los médicos hoy en día.

Tomó una curva y se adentraron en su vecindario.

Julián permaneció callado tanto rato que estaba a punto de enseñarle lo que era la radio cuando, de repente, él preguntó:

— ¿Por qué quieres ayudarlos?

— No lo sé —le respondió con franqueza—. Supongo que se remonta a mi infancia, una época de muchas inseguridades para mí. Mis padres me querían mucho, pero no sabía relacionarme con otros niños. Mi padre era profesor de historia y mi madre ama de casa…

— ¿Qué es un ama de casa?

— Una mujer que se queda en casa y hace las cosas típicas de las madres. En el fondo, nunca me trataron como a una niña, por eso, cuando estaba cerca de otros niños, no sabía cómo comportarme. Ni qué decir. Me asustaba tanto que me ponía a temblar. Finalmente, mi padre comenzó a llevarme a un psicólogo y, después de un tiempo, mejoré bastante.

— Excepto con los hombres.

— Ésa es una historia totalmente diferente —le dijo, suspirando—. De adolescente era una chica desgarbada, y los chicos del instituto no se acercaban a mí, a menos que quisieran burlarse.

— ¿Burlarse de ti?, ¿por qué?

Grace se encogió de hombros con un gesto indiferente. Por lo menos, esos viejos recuerdos habían dejado de molestarla. Finalmente los había superado.

— Porque estaba plana, tenía orejas de soplillo y un montón de pecas.

— ¿Que estabas plana?

— No tenía pecho.

Grace hubiese jurado que podía sentir el calor que desprendía la mirada de Julián mientras inspeccionaba sus pechos.

Mirándolo de reojo, confirmó sus sospechas. De hecho, la estaba observando como si se hubiese quitado la camisa y estuviera en mitad de…

— Tus pechos son muy bonitos.

— Gracias —le respondió con torpeza, aunque curiosamente se sentía halagada por un cumplido tan poco convencional—. ¿Y tú?

— Yo no tengo pechos.

Lo dijo con un tono tan inexpresivo y serio que Grace no pudo evitar estallar en carcajadas.

— No era eso a lo que me refería, y lo sabes muy bien. ¿Cómo fue tu adolescencia?

— Ya te lo he dicho.

Ella le miró furiosa.

— En serio.

— En serio, luchaba, comía, bebía, me acostaba con mujeres y me bañaba. Normalmente, en ese orden.

— Todavía tenemos problemas con esto de la falta de confianza, ¿no? —preguntó ella de forma retórica.

Asumiendo su papel de psicóloga, cambió a un tema que a él le resultara más fácil.

— ¿Por qué no me cuentas qué sentiste la primera vez que participaste en una batalla?

— No sentí nada.

— ¿No estabas asustado?

— ¿De qué?

— De morir, o de que te hirieran.

— No.

La sinceridad de su sencilla respuesta consiguió desconcertarla.

— ¿Y cómo es que no tenías miedo?

— No tienes miedo a morir cuando no tienes nada por lo que seguir viviendo.

Impresionada por sus palabras, Grace tomó el camino de entrada a su casa.

Decidiendo que sería mejor dejar un tema tan serio por el momento, bajó del coche y abrió el maletero.

Julián cogió las bolsas y la siguió hasta la casa.

Se dirigieron a la planta alta. Grace sacó sus cómodos vaqueros del vestidor e hizo sitio en los cajones para poder guardar la ropa nueva de Julián.

— Veamos —dijo, arrugando las bolsas vacías para arrojarlas a la papelera de mimbre, colocada junto al armario—. Es viernes por la noche. ¿Qué te gustaría hacer? ¿Te apetece una noche tranquila o prefieres dar una vuelta por la ciudad?

Su hambrienta mirada la recorrió de la cabeza a los pies, haciendo que ardiera al instante.

Ya conoces mi respuesta.

— Vale. Un voto a favor de arrojarse al cuello de la doctora, y otro en contra. ¿Alguna otra alternativa?

— ¿Qué tal una noche tranquila en casa, entonces?

— De acuerdo —respondió Grace, mientras se acercaba a la mesita de noche para coger el teléfono—. Déjame que compruebe los mensajes y después prepararemos la cena.

Julián siguió colocando su ropa, mientras ella llamaba al servicio de contestador y hablaba con ellos.

Acababa de doblar la última prenda cuando percibió una nota de alarma en la voz de Grace.

— ¿Dijo qué quería?

Julián se giró para poder observarla. Tenía los ojos ligeramente dilatados, y sujetaba el teléfono con demasiada fuerza.

— ¿Por qué le dio mi número de teléfono? —preguntó enfadada—. Mis pacientes jamás deben saber mi número privado. ¿Puedo hablar con su superior?

Julián se acercó a ella.

— ¿Algo va mal?

Grace alzó la mano, indicándole que permaneciera en silencio para poder escuchar lo que la otra persona le estaba diciendo.

— Muy bien —dijo tras una larga espera—. Tendré que cambiar el número de nuevo. Gracias —colgó el teléfono, frunciendo el ceño por la preocupación.

— ¿Qué ha pasado? —le preguntó él.

Grace resopló irritada mientras se frotaba el cuello.

— La compañía acaba de contratar a esta chica y, como es nueva, le dio mi número privado a uno de mis pacientes.

Hablaba tan rápido que a Julián le costaba trabajo seguirla.

— Bueno, en realidad, no es mi paciente —prosiguió sin detenerse—. Jamás habría aceptado a un hombre así, pero Luanne, la doctora Jenkins, no es tan selectiva. La semana pasada tuvo que marcharse de la ciudad a toda prisa, por una emergencia familiar. Así es que Beth y yo tuvimos que repartirnos sus pacientes para atenderlos mientras ella está fuera. Aún así, no quise quedarme con este hombre tan horripilante, pero Beth no pasa consulta los viernes, y él tiene que acudir los miércoles y los viernes debido al régimen de libertad condicional.

Grace lo miró con el pánico reflejado en sus pálidos ojos grises.

— Pero yo no quise atenderlo, y el supervisor de su caso me juró que no habría ningún problema.
Dijo que el tipo no representaba una amenaza para nadie.

Julián sentía que le palpitaba la cabeza por la cantidad de información que Grace estaba soltando, y que él era incapaz de comprender en su mayor parte.

— ¿Eso es un problema?

— Es un poquito espeluznante —dijo con las manos temblorosas—. Es un acosador. Acaban de darle el alta de un hospital psiquiátrico.

— ¿Un acosador? ¿Un hospital psiquiátrico? ¿Qué es eso?

Al escuchar la explicación, Julián no pudo evitar quedarse con la boca abierta.

— ¿Permitís que estas personas se muevan a su antojo?

— Bueno, sí. La idea es ayudarlos.

Julián estaba horrorizado. ¿Qué clase de mundo era ése en el que los hombres se negaban a proteger a sus mujeres y niños de la depravación?

— En mi época, no permitíamos que personas así se acercaran a nuestras familias. Nos asegurábamos de que no andaran sueltos por nuestras calles.

— ¡Bienvenido al siglo veintiuno! —exclamó Grace con amargura—. Aquí hacemos las cosas de un modo… distinto.

Julián movió la cabeza, ensimismado, mientras pensaba en todas las cosas de ésta época que le resultaban extrañas. No podía entender a esta gente, ni su modo de vida.

— No encajo en este mundo —masculló.

— Julián…

Se alejó cuando vio que Grace se acercaba a él.

— Grace, sabes que es así. Supongamos que rompemos la maldición; ¿de qué me va a servir? ¿Qué se supone que voy a hacer aquí? No puedo leer tu idioma, no sé conducir y no tengo posibilidades de trabajar. Hay demasiadas cosas que no entiendo. Me siento perdido…

Ella se estremeció ante la evidente angustia que Julián intentaba ocultar con todas sus fuerzas.

— Sólo estás un poco agobiado. Pero lo haremos pasito a pasito. Te enseñaré a conducir y a leer.
Y con respecto al trabajo… sé que eres capaz de hacer muchas cosas.

— ¿Como qué?

— No lo sé. Además de ser un soldado, ¿a qué otra cosa te dedicabas en Macedonia?

— Era un general, Grace. Lo único que sé hacer es dirigir a un antiguo ejército en una batalla.
Nada más.

Grace tomó su cara entre las manos y lo miró con dureza.

— No te atrevas a abandonar ahora. Me has dicho que no tenías miedo a luchar, ¿cómo puedes asustarte por esto?

— No lo sé, pero me asusta.

Algo extraño ocurrió entonces; Grace percibió que Julián le había permitido acercarse. No de forma muy íntima, pero por la expresión de su rostro se daba cuenta de que estaba admitiendo su vulnerabilidad ante ella. Y, en el fondo, sabía que no era el tipo de hombre que admite fácilmente ese hecho.

miércoles, 9 de junio de 2010

PremiiO!!

Muxas graxiias a Alexandra, por este lindo premiiO!!
pasaros por su blog ;) http://krn-vampire.blogspot.com/
Y también muxas graxiias a Tinkerbell, siempre se acuerda de mi :D http://goxu-amanecercontigo.blogspot.com/

Besos&abrazoS^^

MEME

Reglas:
Haz una lista con 20 cosas que te dan rabia, odias, o te parecen injustas! Pega la foto en tu blog, agradece a quien te pasó el MEME, y pásalo a 7 afiliados tuyos
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Gráciias a Allison del blog http://aly-maldad-versus-amor.blogspot.com/ por este MEME!!
También graxiias a Skar del blog http://miradadearcoiris.blogspot.com/ que también me otorgó este MEME!!

1.Me da rabia que la gente crea que soy tímida, porque no hablo ( que pasa, que no entienden que prefiero escuchar, antes que decir tonterias como los demás?)
2.Odio a la gente que pasa por tu lado y se te queda mirando el trasero como si fuera la primera vez que hayan visto uno!!
3.Me da rabia, que en el bus se siente alguien a tu lado, y no se haya duchado, y tengas que aguantar "ese olor" hasta tu parada (que la peña no sabe que existen las duchas?)
4.Me da rabia que no contesten los sms, que les cuesta poner un simple OK.
5.Me da rabia que cuando intentas hablar con alguien de una cosa urgente, te salte el buzón de voz de su teléfono.
6. Odio que me tenga que es forzar en estudiar para un examen, y cuando lo vayas a hacer, llegue el profesor sustituto y diga: "el profesor no ha venido, el examen se aplaza"
7.Me da rabia tener que hacer un trabajo, y luego siempre llega el listillo de turno y pregunte: "Me lo dejas?"
8.Odio a la gente que se cree lo mas y en realidad es lo menos
9.Odio tener que levantarme temprano ( a las 7 de la mañana, las calles aun no están puestas!!)
10. Me da rabia que cuando tengo un momento de inspiración para escribir algo bueno, siempre llegue alguien para molestar
11. Me da rabia que una noche de verano, que estan durmiendo con la ventana abierta, porque si no te asas, empieze a llover y tengas que levantarte a cerrar las ventanas, porque sino a la mañana siguiente tu casa parecera la piscina municipal.
12.me da rabia ir a la playa, y que en el sitio que decido colocar mi toalla, es donde hay mas colillas enterradas en la arena (que asco!!)
13. Odio no poder recordar el nombre de las calles
14. Me da rabia quedarme en blanco en un examen
15.Me da rabia que la gente me de consejos, y que luego no se los apliken a ellos mismos.
16. Odio tener que hacer cola para unas entradas, y que cuando solo tienes a una persona por delante para poder llegar a taquilla y comprarlas, esa persona de delante se lleve las últimas.
17. Odio la aglomeración de gente
18. Me da rabia que si dices que no, y estas seguro que no, la gente te siga preguntando (pero no he dixo ya que no?!).
19.Me da rabia tener que reelerme los libros porque no tengo dinero para compar de nuevos :'(
20. Odio la gente que te dice que si, luego que no, luego otra vez que si (decidete!!!)

Bueno, estas son algunas que odio, me dan rabia.. jajajaj
Este meme es para Bonnie, Tinkerbell, Maria, Laap, Chipi, Mixx, Krn.

Besos&abrazoS^^

martes, 8 de junio de 2010

PremiiO!!

Bonnie me entrego este premiiO, es hermoso!! Muxas graxiias :):)
Visitar su blog http://elrincondebonnie-bonnie.blogspot.com/
También graxiias a mi dulce campanilla, que también me otorgó este premiiO. Pasen por su blog http://goxu-amanecercontigo.blogspot.com/

Este premiio, es para mis seguidores, porque graxiias a ellos, yo singo cometiendo locuras!! Thaks :)

Besos&abrazoS ^^

lunes, 7 de junio de 2010

Amante de ensueñO * CapítuLo 7/2

Selena jadeó.

— ¿Prometeo no es el dios que supuestamente entregó el fuego a la humanidad? —preguntó Grace.

— Sí —respondió Cupido.

Grace miró nerviosa a Julián.

— ¿El que fue encadenado a una roca y condenado a que todos los días un águila se comiese sus entrañas?

— Y a que cada noche se recuperara para que el pájaro pudiera seguir comiendo al día siguiente —acabó Julián en su lugar. Los dioses sabían cómo castigar a aquellos que los fastidiaban.

Una ira amarga se extendió por sus venas mientras observaba a Cupido.

— Os odio.

Cupido asintió.

— Lo sé. Ojalá no hubiese hecho nunca lo que me pediste. Lo siento mucho. Lo creas o no, mamá y yo estamos muy arrepentidos.

Con las emociones revueltas, Julián no fue capaz de decir nada. Desolado, lo único que veía era el rostro de Penélope en su mente, y la visión le hacía encogerse de dolor.

Una cosa era que su familia lo castigara a él, pero nunca deberían haber tocado a los que eran inocentes.

Cupido depositó una cajita en la mesa, frente a él.

— Si no quieres abandonar la esperanza, vas a necesitar esto.

— Cuídate de los regalos de los dioses —dijo Julián amargamente, mientras abría la caja para encontrar dos pares de grilletes de plata y un juego de diminutas llaves, colocadas sobre un lecho de satén azul oscuro. Al instante reconoció el intrincado estilo de su padrastro.

— ¿Hefesto?

Su hermano asintió.

— Ni Zeus puede romperlas. Cuando sientas que pierdes el control, te aconsejo que te encadenes a algo realmente sólido y que te mantengas… —esperó un momento mientras miraba fijamente a Grace— alejado de ella.

Julián tomó aire. Podría reírse ante la ironía, pero ni siquiera era capaz de reunir fuerzas. De una u otra manera, en cada invocación, siempre acababa encadenado a algo.

— Eso es inhumano —balbució Grace.

Cupido le dedicó una mirada feroz.

— Nena, hazme caso; si no lo encadenas, lo lamentarás.

— ¿Cuánto tiempo tardará? —preguntó Julián.

Él se encogió de hombros.

— No lo sé. Depende mucho de ti y del autocontrol del que dispongas —espetó Cupido—.
Conociéndote, es bastante posible que ni siquiera las necesites.

Julián cerró la caja. Podía ser muy fuerte, pero no tenía el optimismo de su hermano. Lo había perdido hacía mucho, lenta y dolorosamente.

Eros le palmeó la espalda.

— Buena suerte.

Julián no dijo nada mientras su hermano se alejaba. Miraba fijamente la caja mientras las palabras de Cupido resonaban en su cabeza. Si algo había aprendido a lo largo de los siglos, era a dejar que las Parcas se salieran con la suya.

Era una estupidez pensar que tenía la oportunidad de ser libre. Era su penitencia y debía aceptarla. Era un esclavo, y un esclavo seguiría siendo.

— ¿Julián? —le llamó Grace—. ¿Qué te pasa?

— No podemos hacerlo. Llévame a casa, Grace. Llévame a casa y déjame que te haga el amor. Vamos a olvidarlo antes de que alguien, seguramente tú, salga herido.

— Pero ésta es tu oportunidad de ser libre. Podría ser la única que tengas. ¿Has sido convocado antes por alguna mujer que llevara el nombre de Alejandro?

— No.

— Entonces, debemos hacerlo.

— No lo entiendes —le dijo entre dientes—. Si lo que Eros dice es cierto, para cuando llegue esa noche, no seré yo mismo.

— ¿Y quién serás?

— Un monstruo.

Grace le miró con escepticismo.

— No creo que pudieras serlo.

Él la observó, furioso.

— Tú no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer. Cuando la locura de los dioses se abate sobre alguien, no hay manera de encontrar ayuda, ni esperanza de hallarla —el estómago se le contrajo con un nudo—. No deberías haberme convocado, Grace —concluyó, alargando el brazo para coger su vaso.

— ¿Te has parado a pensar que quizás todo esto estaba predestinado? —preguntó ella súbitamente—. Quizás fui yo la que te invocó porque estaba dispuesto que yo te liberara.
Julián contempló a Selena a través de la mesa.

— Me convocaste porque Selena te engañó. Lo único que quería era que tuvieras unas cuantas noches placenteras para que pudieras olvidarlo todo y buscases a un hombre decente, sin temor a que pudiera hacerte daño.

— Pero es posible que…

— No hay peros que valgan, Grace. No estaba predestinado.

Ella bajó la mirada hasta su muñeca. Acercó la mano y acarició la inscripción en griego que ascendía por la cara interna del brazo.

— ¡Qué bonito! —exclamó—. ¿Es un tatuaje?

— No.

— ¿Y qué es? —insistió.

— Príapo lo grabó a fuego —respondió él, ignorando la pregunta.

Selena se incorporó un poco y le echó un vistazo.

— Dice: «Maldito seas por toda la eternidad y más allá».

Grace dejó la mano sobre la inscripción y miró a Julián a los ojos.

— No puedo imaginar todo lo que has debido sufrir durante tanto tiempo. Y más me cuesta entender que fuese tu propio hermano quien te hiciese algo así.

— Como dijo Cupido, sabía que no debía tocar a una de las vírgenes de Príapo.

— ¿Y por qué lo hiciste entonces?

— Porque fui un estúpido.

Grace rechinó los dientes; tenía unas ganas horribles de estrangularlo. ¿Por qué nunca contestaba a lo que se le preguntaba?

— ¿Y qué te hizo…?

— No me apetece hablar del tema —le espetó.

Ella le soltó el brazo.

— ¿Alguna vez has dejado que alguien se te acerque, Julián? Apuesto a que siempre has sido uno de esos tipos que no abren su corazón porque no confían en nadie. Uno de ésos que preferirían que les cortasen la lengua antes de que alguien descubriera que no son seres insensibles, sino todo lo contrario. ¿Te comportaste así con Penélope?

Julián apartó la mirada mientras los recuerdos le embargaban.

Recuerdos de una infancia plagada de hambre y privaciones.

Recuerdos de noches agónicas deseando…

— Sí —respondió sencillamente—. Siempre estuve solo.

Grace sufría por él. Pero no podía permitir que se conformara.

De algún modo tenía que encontrar la forma de llegar hasta su corazón. De animarle a que luchara por romper la maldición.

Debía haber algún modo de hacerle luchar.

Y en ese momento juró encontrarlo.

Amante de ensueño * CapítuLo 7/1

Julián miró fijamente a Grace; su mente no paraba de darle vueltas a lo que acababa de decir.

¿Sería cierto? ¿Podría atreverse a creerlo? ¿A tener esperanza después de tanto tiempo…?

— ¿Tu apellido es Alexander? —repitió, incrédulo.

— Sí —le respondió ella, con una sonrisa alentadora en el rostro.

Cupido observó a su hermano con una mirada severa.

— ¿Ya habéis intimado vosotros dos?

— No —contestó Julián—. Aún no —y pensar que había estado enfadado por eso…

Grace había evitado que cometiera el tercer error más grande de su vida. En ese momento la besaría. Una sonrisa iluminó el rostro de Cupido.

— Bueno, maldita sea mi suerte… En fin, mejor no nombrar la cuerda en casa del ahorcado…
Nunca he conocido a una mujer que pudiese estar cerca de ti más de diez minutos sin arrojarse a…

— Cupido —le cortó Julián, antes de que soltara un largo discurso acerca del número de mujeres con las que se había acostado—. ¿Tienes algo más que decir que nos sea útil?

— Una cosa más. La fórmula de mamá sólo tendrá éxito si Príapo no lo descubre. Si lo hace, podría evitar que te liberaras con su característica mala sombra.

Julián apretó los puños ante el recuerdo de algunas de las acciones más repugnantes de su hermano.

Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, Príapo le había odiado desde que nació. Y con el paso de los años, su hermano había dado un nuevo significado a la expresión «rivalidad fraternal».

Julián dio un sorbo a su bebida.

— No lo descubrirá a menos que tú se lo digas.

— A mí no me mires —replicó Cupido—. No soy de los suyos. Me confundes con el primo Dion. Y ahora que lo recuerdo, tengo que reunirme con mis chicos. Planeamos hacer un gran tributo al viejo Baco esta noche —alargó el brazo y dejó la mano con la palma hacia arriba—. Mi arco, si eres tan amable.

Con mucho cuidado, para no pincharse, Julián lo sacó del bolsillo y se lo devolvió.

En ese momento percibió la extraña mirada de su hermano mayor; una mirada de afecto sincero.

— Estaré cerca por si me necesitas. Sólo tienes que llamarme; por mi nombre, nada de Cupido. Y por favor, deja eso de «bastardo inútil», ¡joder! —le miró con una sonrisa presuntuosa—. Debería haber sabido que eras tú.

Julián no dijo nada mientras recordaba lo que había sucedido la última vez que tomó la palabra de su hermano, y le pidió ayuda.

Cupido se levantó, miró a Grace y a Selena, y sonrió a Julián.

— Buena suerte con tu intento de obtener la libertad. Que la fuerza de Ares y la sabiduría de
Atenea te guíen.

— Y que Hades se encargue de asar tu vieja alma.

Cupido lanzó una carcajada.

— Demasiado tarde. Lo hizo cuando sólo tenía trescientos años y no fue tan horrible. Nos vemos, hermanito.

Julián no habló mientras Cupido se abría camino hacia la puerta de salida, como cualquier ser humano normal. La camarera les trajo el pedido y él cogió la extraña comida, consistente en un trozo de carne metido en dos rebanadas de pan; pero en realidad no tenía mucha hambre. Había perdido el apetito.

Grace cubrió la carne con una cosa roja, la tapó con el pan y le dio un bocado. Selena picoteaba de una ensalada aderezada con la misma salsa.

Alzando la mirada, Grace se dio cuenta del ceño con que Julián la observaba mientras comía.
Parecía aún más preocupado que antes, y tenía la mandíbula tan tensa que se veía que estaba apretando con fuerza los dientes.

— ¿Qué te ocurre? —le preguntó.

Él entrecerró los ojos suspicazmente.

— ¿Estás dispuesta realmente a hacer lo que Eros ha dicho?

Grace dejó la hamburguesa en el plato y se limpió la boca con la servilleta. En realidad, no le gustaba mucho la idea de que Julián usase su cuerpo para obtener la libertad. Sería una relación de una sola noche, sin compromisos ni promesas.

Julián se iría en cuanto acabase con ella. No tenía ninguna duda al respecto.

¿Por qué iba a querer quedarse junto a ella un hombre como él, que bien podía tener a cualquier mujer de la tierra comiendo de su mano?

Aun así, no podía condenarlo a seguir viviendo eternamente en un libro. No cuando ella era la llave para liberarlo.

— Cuéntame una cosa —dijo Grace en voz baja—; quiero saber cómo acabaste metido en el libro; la historia completa. Y qué le ocurrió a tu esposa.

No lo habría creído posible, pero la mandíbula de Julián se tensó aún más. Estaba intentado esconderse de nuevo.

Pero ella se negó a que huyera. Ya era hora de que entendiera por qué le preocupaba el hecho de
acostarse con él.

— Julián, me estás pidiendo mucho. No tengo demasiada experiencia con los hombres.

Él frunció el ceño.

— ¿Eres virgen?

— Ojalá —balbució Grace.

Julián vio el dolor en sus ojos mientras le contestaba en un murmullo. Avergonzada, ella miró al suelo.

¡No!, rugió su mente. No era posible que hubiese sufrido lo que estaba imaginando. Una inesperada furia se despertó en su interior ante la mera posibilidad.

— ¿Te han violado?

— No —susurró ella—. No… exactamente.

La confusión disipó la ira de Julián.

— Entonces, ¿qué quieres decir?

— Era joven y estúpida —continuó ella muy despacio.

— El muy cerdo se aprovechó de que sus padres acababan de morir y de que ella estaba muy mal —le contó Selena con voz áspera—. Era uno de esos sucios embusteros que te sueltan lo de «sólo quiero cuidarte», para aprovecharse y después salir corriendo una vez que lo consiguen.

— ¿Te hizo daño? —le preguntó Julián.

Grace asintió.

Una nueva oleada de furia lo asaltó. No sabía muy bien por qué le importaba tanto lo que pudiera sucederle a Grace, pero por alguna razón que no acababa de comprender, así era. Y quería vengarse en su nombre. Vio cómo le temblaba la mano, se la cubrió con la suya, y comenzó a acariciarle suavemente los nudillos con el pulgar.

— Sólo lo hice una vez —confesó Grace en un murmullo—. Ya sé que la primera vez duele, pero no sabía que fuese así. Y el daño físico no fue el peor; lo más horrible fue el hecho de que no pareció importarle nada mi sufrimiento. Me sentí como si sólo estuviese allí para complacerle, como si ni siquiera fuese una persona.

A Julián se le hizo un nudo en el estómago. Sabía muy bien a lo que Grace se refería.

— Esa misma semana —prosiguió ella—, como no me llamaba ni me contestaba, fui a su apartamento para verlo. Era primavera y tenía las ventanas abiertas. Cuando me acerqué… —un sollozo la interrumpió.

— Él y su compañero de piso habían hecho una apuesta para ver cuál de los dos desfloraba más vírgenes ese año —le contó Selena—. Grace les escuchó burlarse de ella.

Una furia letal y siniestra lo poseyó. Él había conocido a muchos hombres de esa calaña. Y jamás había podido soportarlos. De hecho, siempre le había dado mucho gusto librar a la tierra de su hedionda presencia.

— Me sentí utilizada; como una estúpida —murmuró Grace mirándolo. La agonía que reflejaban sus ojos lo abrasó—. No quiero volver a sentirme así —se tapó la cara con una mano, pero no antes de que Julián captara la humillación en su mirada.

— Lo siento mucho, Grace —susurró él, abrazándola.

Entonces eso era. Esa era la fuente de sus demonios. La abrazó con fuerza, apoyando la mejilla sobre su cabeza. El suave aroma a flores lo rodeó.

Cómo ansiaba poder consolarla. Y qué culpable se sentía. Él también había usado a Penélope. Los dioses eran testigos de que él le había hecho a su esposa mucho más daño, a fin de cuentas.

Se merecía estar maldito, pensó con amargura.

Se lo había ganado a pulso, y no volvería a hacer daño a Grace. Era una mujer honesta, con un gran corazón y se negaba a aprovecharse de ella.

— No pasa nada, Grace —la consoló con ternura, envolviéndola aún más entre sus brazos y acunándola. La besó suavemente en la cabeza—. No te pediré que hagas esto por mí.

Ella alzó la vista muy sorprendida. No podía creer que dijese algo así.

— No puedo dejar de hacerlo.

— Sí que puedes. Simplemente olvídalo —había dolor en su voz. Y una cadencia extraña, algo que le daba una ligera idea del hombre que una vez había sido.

— ¿Realmente crees que puedo hacerlo?

— ¿Y por qué no? Todos los miembros de mi familia me dieron de lado. Tú ni siquiera me conoces —su mirada se ensombreció al soltarla.

— Julián…

— Hazme caso, Grace. No lo merezco —tragó saliva antes de volver a hablar—. Como general, fui implacable en el campo de batalla. Aún puedo ver las miradas horrorizadas de los miles de hombres que murieron bajo mi espada, mientras los hacía pedazos sin el más mínimo asomo de remordimiento —buscó la mirada de Grace—. ¿Por qué iba alguien como tú a ayudar a alguien como yo?

Grace recordó cómo Julián había acunado y consolado al niño, cómo había amenazado a Cupido para evitar que le hiciese daño; y entonces supo por qué. Puede que en su pasado hubiese hecho cosas espantosas, pero no era un ser perverso. Podría haberla violado si hubiese querido. Y en lugar de hacerlo, ese hombre que apenas si había conocido un gesto amable, se había limitado a consolarla.

No, a pesar de todos los crímenes que pudiera haber cometido en el pasado, había bondad en él.

Julián había sido un hombre de su tiempo. Un general de la Antigüedad, forjado en el fragor de muchas batallas. Un hombre que se había criado en condiciones tan brutales que no podía acabar de imaginárselas.

— ¿Y tu esposa? —preguntó Grace.

Un músculo comenzó a latirle en la mandíbula.

— Le mentí, la traicioné y la engañé, y al final, la maté.

Grace se tensó ante la inesperada confesión.

— ¿Tú la mataste?

— Puede que no fuese yo el que le quitara la vida, pero fui el responsable, después de todo. Si no… —su voz se desvaneció mientras cerraba los ojos con fuerza.

— ¿Qué? —preguntó Grace—. ¿Qué ocurrió?

— Forcé mi destino, y el suyo. Y al final, las Parcas me castigaron.

Grace no pensaba quedarse así.

— ¿Cómo murió?

— Enloqueció cuando descubrió lo que le hice. Lo que Eros había hecho… —Julián enterró la cara entre las manos mientras los recuerdos lo asaltaban—. Fui un estúpido al creer que Eros podía conseguir que alguien me amara.

Grace alargó el brazo y le pasó la mano por el rostro. Él la miró. Estaba increíblemente hermosa allí sentada. La ternura de sus ojos no dejaba de sorprenderlo. Ninguna mujer lo había mirado nunca de ese modo.

Ni siquiera Penélope. Siempre había faltado algo cuando su mujer lo miraba, o cuando lo acariciaba.

Su corazón, comprendió con un sobresalto. Grace estaba en lo cierto. Era muy diferente cuando el corazón no estaba involucrado. Era algo muy sutil, pero siempre había percibido el vacío en las caricias de Penélope, en sus palabras; y eso había hecho que su alma ennegrecida sufriera aún más.

Súbitamente, Cupido se materializó junto a Selena y miró a Julián con una tímida sonrisa.

— Olvidé decirte algo.

Julián dejó escapar un suspiro encolerizado.

— No sé por qué tenéis la costumbre de olvidaros de algo. Y, suele ocurrir, que ese algo es siempre lo más importante. ¿Qué has olvidado esta vez?

Cupido no fue capaz de enfrentar la mirada de su hermano.

— Como muy bien sabes, estás condenado a, digámoslo así, sentirte forzado a complacer a la mujer que te invoque.

Julián lanzó una rápida mirada a Grace y su miembro se tensó malévolamente en respuesta.

— Soy muy consciente de ese hecho.

— ¿Pero eres consciente de que con cada día que pase sin poseerla, tu cordura irá desapareciendo? Para cuando el mes esté llegando a su fin, serás un loco desesperado por la falta de sexo y la única forma de sanarte será ceder a tus deseos. Si no lo haces, hermano, sufrirás una agonía tan dolorosa que el castigo de Prometeo a tu lado parecerá una estancia en los Campos Elíseos.
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