Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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jueves, 13 de enero de 2011

Fantasía Prohibida * Capítulo 5

Adaptación --- Lemmon


Capítulo 5

El grito de placer de Bella aun resonaba en los oídos de Emmett cuando ella cerró los ojos y se sumió en un sueño profundo. Bella había gritado el nombre de Edward cuando se perdió en la pasión. No el suyo, sino el de su primo.


Haciendo una mueca ante su dolorosa erección, Emmett le extrajo con cuidado el vibrador y saco los dedos de su saciado sexo.

Tragándose el nudo de envidia, Emmett se recordó a sí mismo que todo era por una buena causa y levantó la mirada hacia su primo, que se había quedado inmóvil y relajado sobre el cuerpo de Bella, con la semierección aun en su puño.

Edward se había corrido sin contención, lo que era bastante inusual. Pero si Bella conseguía hacerle eso sin que Edward la hubiese penetrado, Emmett no podía más que imaginar los fuegos artificiales que estallarían si su primo se permitía hacer el amor con ella. Si admitía que Bella era mas que un polvo, que era importante para el. Emmett podía ver claramente que para su primo lo era.

-¿Por qué coño me miras así?- refunfuñó Edward.

-Por nada.

Emmett volvió su cara a la dulce figura durmiente de la cama. Bella era todo lo que necesitaban, y él haría lo posible por desterrar todos los miedos que su primo tenía. Pero no esa noche, o Edward saldría corriendo al darse cuenta de lo que pretendía.

-Edward podrías asearla tú. Tengo las piernas y la polla acalambradas. – Edward gruño – Si te supone un problema, yo mismo lo haré en unos minutos – añadió.

-Ya me encargo yo.

-Bien. Cuando termines, la metes en la cama. Voy a darme una ducha.

Edward vaciló y luego asintió con la cabeza.

-Ah, y quédate con ella hasta que vuelva. No vaya a ser que se despierte desorientada y se asuste.

-Es adulta – replicó.

-Si pero no esta acostumbrada. Solo serán 15 minutos, ¿vale?

Edward apretó los dientes y respiró sonoramente.

-Que sean 10. A menos que haya sexo de por medio no quiero estar con ella.

-¡Qué sorpresa! – masculló para si mismo Emmett para que Edward no lo oyera. Tenía mucho trabajo por delante si quería formar una familia – Vale, diez minutos.

Emmett se giró para salir de la habitación y sonrió pensando que Edward no podría permanecer demasiado tiempo sin tocarla.

((((0))))

Edward despertó con la luz del amanecer. Había pasado la noche removiéndose en la cama sin dormir demasiado. Normalmente le ocurría, pero la punzada de celos que sentía de saber que Bella y Emmett compartía el calor de sus cuerpos lejos de el, no había hecho sino empeorarlo.

Se levantó de la cama y fue hacia la habitación de Emmett. Sabía que la imagen que vería sería una tortura pero no podía evitar ir allí.

Y lo vio. Ambos descansaban acurrucados, enredados entre las sábanas con las piernas entrelazadas. La espalda de Bella estaba pegada al pecho de Emmett y este había posado su mano sobre uno de sus pechos.

Tres cosas que el no se merecía, porque había destruido a la inocente Tanya...

Interrumpiendo sus pensamientos regresó a su habitación para empezar sus ejercicios.

Mientras hacía sus abdominales escuchó como Bella y Emmett se daban los buenos días. Sabía lo que venía a continuación, y deseo haber tenido aunque sea una radio para no tener que oírlos.

Agarró las pesas mientras se recriminaba por sus celos. Emmett era una buena persona, siempre intentando ayudar, alegre... se merecía cualquier felicidad que pudiera darle una mujer. Y a él, bueno, él era otra historia.

Volvió al suelo para hacer más abdominales. De repente oyó la risa de Bella, seguida de varios suspiros que bajaron directamente a su miembro.

La envidia volvió a recorrerle y cada vez se le hacía mas difícil concentrarse en sus ejercicios.

Imaginaba las manos de Emmett acariciando el suave cuerpo de Bella mientras inspiraba su embriagante olor. Luego iría bajando con ardientes besos y caricias, separándole con lentitud los muslos hasta llegar a su palpitante sexo, y sentiría como poco a poco su resbaladizo refugio cobijaba sus dedos.

El vientre de Edward se contrajo. Hacer abdominales no era fácil con el miembro erecto, más ahora que Bella había empezado a gritar.

Mierda. Se quitó las ropas y se dirigió a darse una ducha de agua fría.

Cuando salió de la ducha y empezó a secarse, volvió a escuchar los suspiros y gemidos implorantes de Bella.

-Por favor, Emmett.

Edward estuvo bastante tentado de unirse a ellos. Después de todo su primo y él lo compartían todo desde hacía diez años. Pero entonces ¿Por qué envidiaba tanto el placer que le daba Emmett a Bella? Nunca le había importado antes.

Pero Bella le había provocado demasiado. La noche anterior había deseado abrirle las piernas, acomodarse y reclamarla. Y ese deseo durante la noche había crecido como las malas hierbas. Estaba perdiendo el control, y debía recuperarlo antes de perderlo por completo y sufrir las fatales consecuencias.

Con un gruñido se puso sus pantalones y se encaminó a la cocina por un café. Al pasar por la habitación de su primo no pudo evitar mirar hacia dentro. Al ver a Emmett mordiendo el cuello de Bella mientras que sus elegantes dedos jugueteaban entre los muslos abiertos de ella, sintió un golpe en el estómago.

Desde su posición podía ver los pliegues resbaladizos, rojos e hinchados de la chica.

-No puedo soportarlo más. – suplicó Bella.

-Puedes. Solo un poco más. Deja que el deseo aumente cariño. – Emmett sacó los dedos del hinchado sexo de Bella para acariciarle los muslos y el vientre.

Bella levantó las caderas. Edward no podía ignorarlo. Y no iba a hacerlo. Entró en la habitación y se bajó el pantalón hasta las rodillas con un ansia salvaje. Necesitaba hundirse en ella desesperadamente. Tenía que ser el primero. Ya.

-Emmett, tócame.

El grito de Bella sacó a Edward de su estupor. Le había pedido a su primo que la tocara, no que la follara. Pero ¿en que estaba pensando? El no podía estar con una virgen, ya lo había hecho y sabía lo que venía después, y había estado a punto de reclamarla, a punto de quitarle aquello que reservaba para otro hombre.

Edward se subió los pantalones bruscamente y salió de la habitación pensando como iba a conseguir que Bella pasara allí esas dos semanas sin arrebatarle su virginidad, sin destruirla.

Llegó a la cocina y enfurruñado se puso a prepararse un café. Siguió escuchando los gemidos de Bella hasta que por fin se corrió. Las ganas de golpear algo lo dominaban, en lugar de eso se puso a mirar como goteaba el café para tratar de calmarse.

Minutos mas tarde Emmett y su ausente erección hicieron su aparición para desearle buenos días.

-¿Hizo que te corrieras con las manos o con la boca? – preguntó Edward con el ceño fruncido antes si quiera de poder detenerse.

Emmett se apoyó con las dos manos en la barra de la cocina, arqueó sus cejas en una mueca divertida y se quedó mirándolo. Antes de que pudiera responderle, Edward dijo:

-Olvídalo, no es asunto mío.

-Con ninguna de las dos.

-¿No te la follaste?

-¿Qué mosca te ha picado? – preguntó Emmett – Si la deseas esta mañana, está suave y mojada. Y todavía está en la cama. Ve. Yo me ocupo del café.

Edward suspiró, el no solo tomaría lo que Emmett había compartido hacía unos momentos. Lo tomaría todo. Este juego era peligroso.

-Bella tiene que marcharse.

-Cállate o te oirá – murmuró Emmett - ¿Cuál es el problema? ¿Por qué quieres que se vaya?

-Lo sabes perfectamente. Es virgen.

-Pero ella no es Tanya.

-Bella no tiene nada que ver con ella. No quiero discutir ese tema de nuevo.

-En realidad fue algo que nunca llegamos a discutir. Pero si no quieres hablar de Tanya, estupendo. Pero dime cuales son las otras razonas para evitar a Bella.

-Nada que no te haya dicho antes. Tarde o temprano implorara que la posea y no tendré la voluntad de decirle que no. Si se queda acabaré por no respetar sus deseos.

-Ya se vera si se da el caso. Quizá sea lo mejor que todos le demos exactamente lo que quiere.

-Tu crees que es nuestra.

-Me niego a creer que una mujer que responde con tal perfección a nuestras demandas pertenezca a otro hombre.

-¿Has olvidado acaso nuestro compromiso con ella y el hecho de que cree estar enamorada de otro?

-No. Solo creo que está intentando encontrar su lugar, y que desea que Jacob Black se encuentre en el. Pero no tardará en darse cuenta que no es así.

-Crees que Bella acabará correspondiéndonos y se olvidará de todo lo demás, pero te equivocas. Solo quiere que le enseñemos a ser compartida para ponerlo en practica con otro hombre. Nada mas. Y por tu bien, deja ya de buscar a la mujer perfecta que juegue a las casitas con nosotros hasta que la muerte nos separe. Yo no quiero una esposa, quiero follar cuando quiera, y Bella no vale para eso.

Emmett no dijo nada durante unos segundos.

-Estupendo. Pero procura mantenerla ocupada mientras esté aquí, si no quieres que acabe arrepintiéndose de haber aceptado y vuelva a buscar a Paul y Jared.

Edward reflexionó.

-Genial. Se quedará con nosotros 13 días. Ni más ni menos.

Emmett sonrió, saliéndose con la suya, mientras se dirigía a la puerta trasera dándole la espalda a Edward. Justo antes de salir se dio la vuelta y agarrando las llaves del coche informó a Edward que tenía una entrevista en la radio en la que no tardaría demasiado.

Edward quedó sólo en la cocina con sus pensamientos hasta que apareció Bella con una brillante mirada.

Al despertarse y verse sola en la habitación se había vestido con lo primero que tuvo a su alcance: la camisa de Emmett del día anterior. El aroma del café la hizo espabilarse. Cuando llegó al piso inferior escuchó parte de la conversación de Edward y Emmett. Al llegar a la cocina, justo después de que Emmett se hubiera ido, vio a Edward perdido en sus pensamientos con un semblante demasiado serio incluso para el.

La discusión le había dejado en claro porque durante las interminables veces que se había despertado en la noche solo Emmett estaba con ella, y porque cuando despertó Edward no se unió a su primo. Bella tenía que hacer algo, y lo haría.

-Hola – musitó ella.

Edward levantó la vista de golpe y clavó su ardiente mirada en ella. Inspiró profundamente.

-¿Café? – dijo.

-Claro. Ya me sirvo yo.

Edward le indicó donde se guardaban las tazas. Bella se preguntaba en silencio si todo el deseo que Edward había sentido por ella desde hacía años no se habría esfumado la noche anterior al saciarse, quedando ante el como lo que realmente consideraba que era, lo que los demás hombres veían en ella, una mujer poco femenina, a la que no le gustaban el encaje, el maquillaje y los tacones.

A ella le gustaba su forma de ser, y por eso, cambiar no era una opción. Pero sentía un miedo diminuto, aunque no por ello menos importante a dejar de ser atractiva a los ojos de Edward.

-¿Has dormido bien? – le preguntó a el para romper el silencio.

-No.

-Yo tampoco. – contestó, aunque debido a su silencio probablemente a el no le importara. – No dormiste anoche con nosotros.

-No.

-¿Por qué?

-Suelo tener insomnio. No hubiese sido un buen compañero.

-¿El insomnio es la única razón?

El clavó su mirada en ella con cólera.

-Gatita, no hurgues en mi mente. No te gustará la respuesta.

Seguramente descubriría que a pesar de haberla deseado durante años, anoche no cumplió sus expectativas, pensó ella. Y ahora de no ser por Emmett probablemente estaría saliendo por la puerta de vuelta a casa.

-Puede que no me guste la respuesta, pero si no vas a cumplir tu palabra... – no pudo contenerse.

-Cumpliré mi palabra. Aprenderás todo lo que necesites saber y mas.

-Bien. – se alivió.

-Yo no estaría tan contenta. Emmett tiene la condenada idea de que te enamoraras de nosotros y te desharás del niño bonito para casarte con nosotros y tener bebes.

Bella abrió los ojos sorprendida, contuvo el aliento y dijo:

-¿En serio? – por supuesto que quería eso algún día, pero con Jacob, no con Emmett y Edward.

Edward asintió con la cabeza – Y como no quiero que siga con esa idea, y creo que tu tampoco, te mantendrás alejada de mi.

Edward no se andaba por las ramas. No le iban mucho las relaciones y desde luego no iba a dejar que nadie pensara lo contrario.

-No somos amigos, no me importa lo que pienses y no tengo mas que decirte. – continuó el de forma ruda.

Esto solo hacía intensificar el pensamiento de que lo único que molestaba a Edward era la falta de su feminidad. Serían las dos semanas más largas de su vida. En ese momento se sentía herida, y odió con todas sus fuerzas a Edward.

-Vale. Compórtate como un gilipollas. Me da igual siempre que seas un buen maestro.

Bella se puso de pie y pasó junto a Edward hacia la puerta. Este la agarro del brazo y tiró de ella, acercándola a su regazo.

-Gatita, seré el mejor maestro que puedas imaginar. Que no te quepa la menor duda.

-Me alegra oírlo – se soltó bruscamente – Respetaré que no quieras que te hable a menos que estemos en la cama, siempre que tu no me toques a menos que sea para enseñarme. Así que esta noche, puedes dejarme en paz.

Edward la miró. Una sonrisa amarga curvó las comisuras de su boca.

-Gatita, esa es la mejor idea que has tenido desde que entraste por esa puerta.

((((o))))

La cena transcurrió en un incomodo silencio. Emmett miraba hacia un lado y el otro. Por una parte estaba la dulce Bella, acribillando con su mirada a Edward, lo que le daba a entender que en su ausencia habían discutido. Por el otro estaba su primo, comiendo sin chistar sus chuletas, pero bien sabía Emmett que el apetito de Edward no se saciaba con su comida, dada la mirada hambrienta que se posaba sobre la chica.

Emmett sonrió por detrás de la servilleta. Era el momento de echar mas leña al fuego.

Acarició a Bella en el brazo, y después en su mejilla para después preguntarle:

-¿Mas ensalada, cariño?

Edward apretó los puños, endureció su mirada y fue enfadándose cada vez mas.

-No – sonrió ella – Estoy llena. Pronto no cabré en los pantalones.

Emmett se inclinó hacia delante para depositar un beso tierno en sus labios. Al otro lado de la mesa, Edward se tensó, soltó su tenedor que rebotó ruidosamente en el plato. Emmett lo ignoró.

-Con nosotros dos cerca, no necesitas pantalones, ¿verdad Edward?

-¿Habéis terminado de comer? – soltó bruscamente poniéndose de pie.

Bella se apartó de Emmett.

-¿Quieres que te enseñemos algo esta noche Bella o prefieres que quedarte aquí un poco mas?

Edward soltó la servilleta sobre la mesa.

-Si quieres que te enseñemos algo esta noche, gatita, es ahora o nunca. Tengo mejore cosas que hacer que estar aquí charlando.

Bella se tensó.

-Si estas tan ocupado, no quisiera molestarte. Puedo ir sola con Emmett a su habitación, tu puedes marcharte si quieres.

Emmett veía la discusión como el que está mirando un partido de tenis. Bella se levantó de su asiento y pasó por el lado de Edward. La cara de aturdido de su primo no tenía precio. Contuvo una risa justo antes de ver como Edward se daba la vuelta y seguía a Bella que ya casi había llegado hasta el dormitorio.

Emmett quería que estuvieran irritados pero no tan furiosos que se pusieran a discutir en vez de a follar.

Edward llegó hasta ella, la agarró del brazo, la empujó contra la pared y cubrió su cuerpo con el suyo.

-Me comprometí a enseñarte todo sobre los menages, gatita. Para eso hacen falta tres, no voy a irme a ningún lado que no sea una cama contigo y con Emmett.

Ella abrió la boca para protestar pero Edward se adelantó con un beso abrasador. Sólo con verlos Emmett ya se había excitado.

El tenso rechazo de Bella desaparecía bajo el empuje de la lengua de Edward. Una de sus manos se apretó en su trasero, acercándola más a sus caderas.

No cabía duda, Edward quería penetrarla. Perfecto.

Edward se separó y Emmett aprovechó para cogerlos a cada uno de un brazo y empujarlos dentro de la habitación.

-¿Por qué no entramos, nos desnudamos y nos ponemos cómodos para pasar un buen rato? – dijo Emmett. Luego se volvió hacia Bella - ¿Estás bien, cariño?

Las palabras de Emmett despertaron a Edward, que enseguida se puso en acción. Agarró a Bella de la cintura y la atrajo hacia el. Con una mano bajó su camiseta de tirantes y dejó expuestos sus pechos. Emmett ya estaba duro antes, pero la visión de sus pezones erizados consiguieron hacer la erección aun mas dolorosa.

Bella sospechaba que esa noche la llevarían a probar algo mas duro. El deseo le recorrió las venas. Los dos hombres se colocaron cada uno a un lado suyo. El deseo y la ansiedad de cada uno alimentaban de manera salvaje al otro, haciéndolos excitarse cada vez mas.

Edward se inclinó, ahuecando un pecho con una mano mientras lo acunaba con su boca. Emmett siguió su ejemplo, lamiendo el otro pezón.

Bella se arqueó jadeando y se agarró al pelo de Emmett, indefensa ante la oleada de placer que la recorría.

-Sigamos con el plan – gruñó Edward a su lado.

El plan. Ese que habían estado planeando los dos hombres, Edward moviéndose impacientemente por la cocina, y Emmett cocinando, mientras ella preparaba sus exámenes ajena al "plan".

Emmett se separó a regañadientes de su pezón. Si las cosas le salían como tenía planeado, y conseguía aplacar a la bestia que tenía al lado, tendría toda una vida para seguir disfrutándolo. También se había despertado su bestia interior al pensar lo que vendría esa noche.

Bella gimió implorante ante la pérdida de sus caricias.

-Ahora – resonó Edward impacientemente.

-Cariño, ayer por la noche queríamos que te acostumbraras a aceptar las caricias de dos hombres. – Bella lo miró, esperando que continuara – Bien. Esta noche aprenderás cuanto placer puedes darnos tú. Lo cual es todo un desafío puesto que tu quieres mantenerte virgen y aun no estas preparada para la penetración anal.

Bella meditó.

-No sé nada de sexo oral.

Él le acarició los hombros tranquilizándola.

-De eso nos ocuparemos los tres. – ella asintió con la cabeza mientras mordisqueaba sus labios.

Esta imagen provocó una oleada de lujuria en Emmett. A su lado Edward parecía a punto de perder la paciencia. Ambos terminaron de despojar a Bella de sus prendas.

Emmett instó a Bella a ponerse de rodillas. Ella lo hizo sin apartar la mirada de Edward. Ambos hombres se despojaron de la camisa y desabrocharon los botones de sus vaqueros. Emmett se colocó detrás de Bella mientras ella veía como Edward liberaba su erección para poco después empezar a acariciarla.

Detrás de Bella, Emmett liberó su miembro, apoyó sus manos en las caderas de Bella y le acarició la suave piel.

-Tócale – susurró Emmett.

-¿Qué? – Emmett subió sus manos hacia sus pezones. Se los apretó.

-Toma el miembro de Edward en la mano y acaríciale, justo como está haciendo el.

Bella estiró el brazo lentamente y tomó la dura carne de Edward en su mano. La deslizó hasta la punta, y le pasó el pulgar por el glande. Edward gimió sonoramente.

-Muy bien – elogió Emmett – ahora sube la mano, y vuelve a bajarla.

Bella repitió el movimiento, acelerando cada vez mas.

-Apenas puedo cerrar mi mano en torno a el. – Bella frunció el ceño en concentración, y llevo su mano izquierda al encuentro con la derecha. Las usó con mas vigor, y observó como los oscurecidos ojos verdes de Edward se cerraban mientras echaba su cabeza atrás rindiéndose al placer.

-Muy bien – masculló Emmett – Ahora humedécete los labios. – Emmett no pudo resistirse a morderle el cuello – Inclínate, abre bien la boca y captúralo con los labios.

Bella lo miró picaramente por encima del hombro.

-¡Ahora! – exigió Edward.

-Pídelo por favor – se burló ella.

Emmett no pudo contener la risa. Bella sabía ya como tener a un hombre en la palma de su mano.

-¡Maldición!

-Respuesta incorrecta – Bella coqueteó.

Edward tragó saliva y cerró los puños.

-Por favor. – roncó.

Bella se lanzó a Edward con una última mirada desafiante. Emmett observó todo con necesidad y envidia. La lengua de Bella rodaba resbaladiza por su miembro. El la fue penetrando cada vez mas hasta que prácticamente toda su longitud desapareció en su boca.

La imagen lo mataba, imaginando lo fabuloso que sería cuando le tocara el turno a el.

Bella se retiró y volvió a repetir el proceso. Edward soltó otro gemido, aferrandose a las manos de Bella.

-Succiónale con fuerza – dijo Emmett – le gusta así.

Un instante después Edward apretó los dientes.

-¿Estás apunto de explotar? – preguntó Emmett.

-Sí, maldita sea.

Bella lo llevaba con increíble rapidez al orgasmo, logrando sorprender a Emmett. Por lo general, su primo podía hundirse en la boca de una mujer durante mas de 20 minutos y seguir aguantando. Emmett lo miró. Su primo estaba tenso y ruborizado, cerca de perder el control.

-Bien – murmuró Emmett en su oído – Ahora mas lento. Hazle sufrir. Ahuécale los testículos con una mano.

Bella siguió las instrucciones. Edward estiró el puño cerrándolo sobre el pelo de la chica. Emmett estuvo a punto de detenerlo cuando ella gimió, y no de dolor. Emmett sonrió.

-Sigue así cariño. Succiónale lentamente. Lame su glande con la lengua. Perfecto.

Edward gimió. Tensó los muslos y apretó el puño sobre el pelo de Bella.

-Cielos, no puedo contenerme.

-Buena chica – sonrió Emmett – ahora pásale la punta de los dientes sobre el glande.

-No – protestó Edward.

-Hazlo – ordenó Emmett – luego succiónale de nuevo, se correrá.

La imagen de Bella obedeciendo la orden de Emmett hizo gemir a ambos hombres.

Edward rugió echando la cabeza hacia atrás y gritando su éxtasis.

-Trágalo, cariño. Está bien.

Ella lo hizo. Dios, era asombrosa. Ahora era su turno.

Edward se apartó mientras Bella continuaba lamiéndole como si no estuviera dispuesta a dejarlo marchar.

Por lo general llegados a este punto Edward dejaba a Emmett que fuera el que complaciera a la mujer. Por ello, Emmett se sorprendió cuando Edward se arrodilló ante Bella clavando los ojos en ella. Edward agarró sus caderas, alzándolas hacia el, bajo la mirada estupefacta de Emmett.

-Tengo que saborearte – masculló – tengo que saber lo mojada que estás.

El hundió la boca en sus pliegues femeninos. Se aferró a sus caderas y la atrajo mas a el para profundizar el beso. Bella se estremeció.

Emmett se levantó y se acercó a la cama a observarlos. Edward introducía dos dedos en su interior.

Edward giró la cabeza para mordisquear el muslo de Bella.

-El vibrador.

Emmett se acercó a la mesita de noche, cogió todo lo que necesitaba y lo preparó, luego se giró hacia ellos.

Bella parecía una diosa tumbada en la cama, perlada de sudor. A Emmett le hirvió la sangre. Se colocó de nuevo detrás de ella, le puso la mano en la espalda y dijo:

-Cariño ponte a gatas.

Bella lo hizo sin que Edward perdiera el ritmo. Emmett le acarició la cadera, y acariciándole con la lengua el lóbulo de la oreja susurró:

-Relájate y dime si te duele. Intentaré que te resulte fácil.

Bella se agarró al edredón. Emmett le abrió las nalgas comenzando a introducirle un nuevo vibrador, mas grande que el anterior.

Solo ver como iba despareciendo en ella le hacía arder.

De repente ella se puso tensa y gimió.

-¿Te duele?

-Un poco

-Acéptalo por nosotros. ¿Puedes? – Bella asintió.

Cuando Emmett terminó de insertarlo, ella gritó. Lo puso en funcionamiento. Casi al instante ella jadeó.

-¡Sí!- gritó – Necesito... Oh, Dios...

-Lo sabemos – Emmett se colocó delante de ella, y le quitó los rizos castaños de la cara – succióname – dijo.

Ella se abalanzó sobre su miembro. Emmett contuvo el aliento. El ansia con el que lo devoraba lo hacía arder cada vez mas. No usó los dientes, como si supiera que eso sólo le gustaba a Edward. Simplemente se limitó a chupársela a un ritmo intoxicante.

Emmett comenzó a jadear, la agarró del pelo, intentando que fuera mas despacio.

El clímax se acercaba. Emmett intentó contenerlo, pero el calor aumentaba incontrolablemente. Bella gemía de placer lo que provocó que no pudiese contener el orgasmo por más tiempo.

Emmett soltó un suspiro ronco mientras se venía. Bella continuó succionándolo. Abandonó su boca y se encontró con su necesitada mirada. Se inclinó sobre ella, metiéndole y sacándole el vibrador un par de veces.

-Córrete, cariño. Por nosotros.

Y lo hizo. Aferrándose a sus muslos se convulsionó con cada ola de placer. Bajo ella Edward gimió, saboreando su reacción.

Bella se derrumbó al lado de Edward, y entonces Emmett extrajo el vibrador lentamente.

Bella y Edward se miraron. Luego ella comenzó a llorar. Edward se tensó.

-Oh. Oh, Dios, ¿Qué...? No puedo... – Bella aspiró y sollozó de nuevo.

Emmett se dejó caer a su lado.

-¿Cariño?

Bella posó su mano sobre su brazo tranquilizándolo, y volvió su vista a Edward.

-Me haces sentir. Esto es... jamás me había sentido tan viva, ni nada tan poderoso como lo que siento con vosotros dos.

Emmett sonrió y la abrazó.

-No es nada especial – gruñó Edward – Es solo sexo. Únicamente sexo, maldita sea.

Recogió sus ropas y se marchó, cerrándola de golpe. El sonido resonó en la estancia durante mucho tiempo.

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4 comentarios:

  1. Valla Maria eres grandiosa veo q tienes ideas fascinantes en tu cabazita.esta historia me encanta cada vez mas....Sigue asi..Besos...

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  2. Los capítulos estan ufff!!! por dios estoy en llamas... la historia es genial como el blog en el que esta escrito y su dueña.
    Cuidate mucho y nos leemos siempre...
    http://miangelpersonal.blogspot.com/

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  3. oh-my-god!!!! yeahhhhhhhhhh hiper caliente!!! Ahhhhhh!!!
    Un beso grande
    T.

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  4. quiero mas definitivamente!!! sinceramente me encanta como logras subir la temperatura!!!

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Graciias por dejar tus palabras, estas hacen que quiera seguir escribiendo, y que cada día le ponga más ganas!!

Gracias al blog smilersheart.blogspot.com
por esta firma :)
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