Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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miércoles, 16 de marzo de 2011

Fantasía Prohibida * Capítulo 13

Adaptación-----Lemmon


El calor se había hecho insoportable dentro de la pequeña cabaña. Edward no sólo tenía calor por el clima, sino que Bella iba de un lado para otro en la cocina con una fina bata casi transparente, empeorando su estado. Su olor, su aire provocador, que para nada era intencionado y la inmensa atracción que sentía por tomarla en ese mismo momento eran tan poderosas razones como también lo era que debía evitarla a toda costa. Edward no podía evitar seguirla con la mirada en cada movimiento que hacía. Se sentía realmente hambriento y duro.


Con un tembloroso suspiro se dirigió a la sala para evitar las insinuaciones de Bella, pero su risa atrajo de nuevo su atención. Era imposible resistirse a mirarla.

Emmett y ella hablaban animadamente mientras preparaban la cena. La mirada de la mujer recorrió los pectorales de su primo, coqueteándole. Emmett se acercó a ella y le susurró algo al oido, que provocó un estremecimiento en ella, y que se apretara a él.

Mierda. Estaba desesperado, necesitaba urgentemente tener sexo con ella. Pero Bella no lo necesitaba, y por eso y para salvarla de sí mismo, debía ser fuerte y controlarse.

Edward desvió la mirada al televisor, obligándose a olvidarse de su incómoda erección. Si Bella y Emmett querían hacer algo juntos, que lo hicieran solos. No era cosa suya.

Pero por mucho que quisiera convencerse de ello, no paraba de mirar la escenita de Bella y Emmett por encima del hombro. Le estaba revolviendo el estómago y llenándolo de furia.

Emmett terminó de picar lo que sea que estuviese picando y tras guardarlo en el frigorífico se acercó a Bella, rodeándole la cintura con un brazo al tiempo que posaba varios besitos en su cuello justo antes de unir sus labios con los de ella. Después de unos cuantos besos y mordisquitos Bella parecía haberse derretido en sus brazos.

Edward sostenía el mando de la televisión con fuerza mientras sentía todo su cuerpo temblar de ira.

Apagó la televisión y se acercó a ellos para decir algo, pero ¿qué podía decir?

No había cosa que Edward deseara mas en el mundo que reclamarla. Tomarla en brazos, llevarla al dormitorio y hacerla gozar. Quería tomar aquello que no le había ofrecido a ningún otro hombre. No podía hacerle eso, pero el deseo era ya casi incontenible.

Edward siguió observando los besos húmedos que Bella y Emmett estaban, sin saberlo, animando a su calenturienta mente.

Entonces el chef deslizó una mano por la suave piel hasta meterle bajo su bata. Emmett apartó la tela a un lado para poder besarle el hombro, dejándole a Edward muy buena vista de su pecho desnudo. Su erección creció aun más si podía.

Emmett le pasó el pulgar por el pezón, provocando que Bella jadeara y se pegara más a él hasta que sus caderas chocaron.

Dios, lo que daría por cambiarse por su primo. Dio un paso adelante. Ninguno pareció darse cuenta, porque siguieron a lo suyo.

Emmett le bajó la bata del otro lado, dejando ahora sus dos pechos desnudos. Tiró del cinturón de su bata para acercarla a él y bella gimió mientras volvía a besarle.

A Edward le sentó como una patada en el estómago el que Bella sintiera tanto deseo, y no fuera provocado por él.

Estaba a un paso de volverse loco.

Emmett se dejó caer en una silla, arrastrando a Bella con él, aferrándose a sus caderas. Bella miró con deseo por encima de uno de sus hombros a Edward.

Joder.

En ese momento sintió que aquel deseo no era sólo sexo. Se sentía excitado, sí, pero de una manera diferente y renovada, que le hacía tener mucho miedo.

Los ojos de Edward y Bella se conectaron. El hombre sintió una descarga eléctrica en todo su cuerpo que se incremento cuando ella posó la mirada en sus pelotas. Y ella se excitó aún más al notar la desesperación de Edward.

Emmett atrajo su atención besándole apasionadamente en la boca, al mismo tiempo que murmuraba algo contra sus labios. Edward se sintió enojado y anhelante.

A la mierda.

Dio un paso más hacia ellos.

Al verlo, Emmett volvió a Bella en su regazo, haciendo que ahora ambos miraran hacia él. Su primo le retaba con la mirada a que participara, y Bella también le estaba invitando a unirse a ellos.

Edward paró en seco. Aquello estaba mal. Era una trampa. Lo habían estado provocando y él estaba cayendo.

Emmett fue deslizando lenta y tortuosamente el lazo del cinturón que rodeaba la cintura de Bella.

¿Continúo? – preguntó Emmett con voz firme, quitando el último nudo del cinturón.

Edward tragó saliva. Si Emmett continuaba, Bella quedaría completamente desnuda ante él. Estaría expuesta a su hambrienta mirada, y accesible al toque de Emmett.

No contestó. Emmett tampoco dijo nada, pero uno de sus dedos se deslizó lentamente entre las piernas de Bella por encima de la tela para acariciar la zona sensible de su clítoris.

Edward miró a su primo con el ceño fruncido. ¿Qué diablos pensaba hacer?

Emmett sonrió mientras continuaba moviendo el dedo en círculos justo encima del sexo de Bella.

La habitación se sumió en un silencio sólo interrumpido por los jadeos de Bella. Emmett apartó el dedo y cogió el cinturón con ambas manos.

Era imposible no fijarse en el pequeño círculo de tela mojada donde había estado el dedo de Emmett. Bella debía estar muy mojada, y aquello casi lo hace caer de rodillas.

¿Continúo? – las manos de Emmett tiraron aún más del cinturón.

Edward iría definitivamente al infierno después de eso.

Sí.

Con una sonrisa de triunfo Emmett se libró del cinturón y dejó caer la bata a los costados de Bella.

Ella se mostró ante él y Edward se quedó boquiabierto ante su hipnótica belleza.

Emmett se aferró a sus muslos, separándolos, abriendo las piernas de Bella. Ella soltó un grito ahogado cuando Edward pudo ver su hinchado y jugoso sexo maduro.

Emmett pasó la yema de su dedo por el interior de su pierna mientras ascendía lentamente. Al mismo tiempo le ahuecó un pecho con la otra mano.

Edward cerró los puños, intentando reunir las fuerzas necesarias para irse. Porque de lo contrario acabaría uniéndose a ellos, y cuando lo hiciera…

Mírala – lo invitó Emmett, con voz ronca.

Edward tragó saliva. Una voz interior le decía que se sincerara con ella. Así ella sabría por que no podía estar con ella.

¿Estás mirándome? – le dijo ella juguetona y sensual.

¿Por qué seguían tentándolo?

Ya me conoces. – se aclaró la garganta.

La voz interior volvió a hablarle, ¿por qué no puedes poseerla? Lo que pasó con Tanya no tiene por qué pasar de nuevo.

Puede que no. Él no lastimaría a Bella por nada del mundo. ¿Y si tenía cuidado? Emmett estaría allí, sería responsable.

Siéntela – lo tentó Emmett.

Por favor – jadeó Bella, separando los muslos un poco más.

Sus pliegues estaban mojados, brillantes y rosados.

Edward estaba más que dispuesto a darle lo que deseaba.

Pero antes debía decidir si la apartaba o dejaba que entrara en su vida de lleno y de forma permanente. El pensar que podía llegar a lastimarla lo llenaba de terror.

Tenía que tomar una decisión ya. No podía volver a apartarla de él con palabras odiosas. Ya haber causado en Bella tanto daño le había partido el alma, y no lo volvería a hacer.

Edward necesitaba abrazarla para aplacar la lujuria que sentía. La respiración se le aceleró y las manos cosquilleaban con la invitación de Emmett, a pesar de que una vez que la tocara, la poseería.

Si no la tocas, la perderás…

Y recordándole lo que se estaba perdiendo, Emmett deslizó la mano por el interior del muslo de Bella, trazando círculos contra su sexo, hasta que lentamente se sumergió en él. Edward observó como el ansioso cuerpo de Bella se tragaba ese dedo, y no pudo evitar la idea de que aquel dedo penetraba en el húmedo calor que podía acogerlo a él.

Bella gimió, apoyándose en el hombro de Emmett. Edward observó como su primo le metía aquel dedo en el sexo, follándola lentamente, antes de añadir otro y reanudas el mismo ritmo pausado.

Bella se contorsionó y presionó contra sus dedos. Emmett empezó a juguetear con la otra mano con su clítoris. Sin piedad.

Una ligera presión, unos cuantos movimientos circulares con esos largos dedos, y Bella jadeó, se convulsionó, se sonrojó y gimió.

El deseo estaba consumiendo poco a poco a Edward. El pensamiento de que ella enfocara toda esa energía en su miembro era muy erótico. Pero no era justo dejarse llevar sólo por su deseo. Necesitaba darle placer a esa mujer, y tal vez así pudiera demostrar sus sentimientos.

Edward dio otro paso hacia ellos.

Bella estaba al borde del orgasmo. Emmett la mantenía en ese punto, llevándola al borde para después retroceder. Lo hacía una y otra vez y eso lo dejaba perplejo.

Emmett utilizó una y otra vez las manos para conducirla a un clímax que después le negaba una y otra vez.

Diez minutos más tarde, Bella tenía el cuerpo tenso y ruborizado. Incluso después de un breve descanso, con que Emmett solo deslizara un dedo en su interior o le rozara el clítoris, Bella volvía a debatirse entre el cielo y el infierno.

Aquello lo estaba matando. Bella lo miró suplicante y con las pupilas dilatadas.

Edward, tócame…

Edward cerró los ojos. Intentó bloquear la imagen que tenía delante, pero el olor de Bella a flores frescas lo sedujo. Su aliento entrecortado y la manera en que decía su nombre, mientras Emmett la llevaba al borde otra vez. Era casi imposible de soportar. Cerró las manos en puños y se dio cuenta que estaba temblando.

Edward. – lo llamó Emmett de nuevo con voz burlona y desafiante.

Edward abrió los ojos lentamente hasta posar su mirada en Bella. La chica tenía la respiración entrecortada y acelerada. Sus pliegues estaban húmedos y resbaladizos. Emmett provocaba ese lugar a su antojo.

Bastardo.

El muy cabrón había planeado todo aquello. Pero eso no hacía que Edward deseara a Bella menos o que fuera más fácil resistirse a ella.

Emmett, para. – gruñó Edward.

Su primo continuó como si no lo hubiera escuchado.

Saboréala.

Edward tragó en seco. El pensar en toda esa dulce necesidad sólo para él, cálida en su lengua… Saber que él podría darle placer, que ella se rendiría a él, que le ofrecería el sabor dulce de su ser...

Sintió un vuelco en el corazón.

¿Cómo podía luchar contra eso? Casi la había perdido dos veces en las últimas semanas, primero con Jacob, luego por un psicópata. Si se alejaba de nuevo puede que no volviese a tener otra oportunidad con ella, o quizás romperían su, lo que sea que tuviesen, para siempre. Aquello era demasiado doloroso.

Por favor, saboréame – imploró Bella con suavidad, apartando los dedos de Emmett y pasando los suyos por su brillante sexo.

Luego levantó un dedo mojado hacia él, como un manjar tentador.

Edward dio otro paso adelante y se dejó caer de rodillas frente a ella. Le aferró la muñeca con fuerza y se metió aquel dedo en la boca, succionándolo y gimiendo.

Pasara lo que pasara jamás podría olvidar ese sabor tan característico de ella. Incluso después de horas, el gusto de su sexo permanecía en su lengua.

Era perfecto.edward la sujetó por las caderas, ansioso por atraer a Bella hacia él y hundirse en ella como si fuera un postre exquisito.

No – Emmett le rozó de nuevo el clítoris y luego le cubrió todo el sexo negándole a su primo su sabor.

Edward apretó los dientes, observando como Emmett presionaba el sexo de Bella hasta que ella se aferró a los brazos de la silla y gimió por alcanzar un clímax que su primo le negó de nuevo.

Fóllala. – El último reto de Emmett.

Edward levantó la cabeza de golpe. Su primo hablaba en serio. Todo lo que le pedía su primo no era nada que él no hubiera pensado o deseado ya.

Por favor… ¡Oh, por favor! – suplicó Bella. – Te necesito.

La cabeza le daba vueltas. Quería darle lo que necesitaba, pero…

Ahora. – le instó Emmett – o lo haré yo.

Edward se agarró con desesperación a la silla.

Emmett…

Fóllala – insistió – o lo haré yo.

Mierda. Se estremeció.

Inspiró profundamente y se volvió para mirar a Bella. No podía ignorar el erótico movimiento de la ruborizada mujer que lo observaba con la mirada ardiente.

No es eso lo que ella quiere.

¿Y qué crees que quiere en este estado? Necesita correrse. Me he asegurado de ello.

Debería tener la mente despejada para acceder a esto. Tal y como está ahora…

Bella dijo que sí antes de que entráramos a la cocina. Quiere que hagamos el amor con ella, pero ¿quién lo hará primero?

Emmett lo acorraló. ¿Por qué? Él había tenido muchas veces la fantasía de que la follaban juntos, pero Edward no se hacía ilusiones. Si no tomaba a Bella, lo haría Emmett.

¿Quién va a ser? - repitió.

Estoy pensando.- Pero lo único que podía pensar era como iba a poder decir que no cuando lo que más quería era ser su primer amante y reclamarla para él.

Tienes 30 segundos.

No me presiones, cabrón.

Demasiado tarde.

¿Por qué coño haces esto? ¿Por qué no dejas que las cosas vayan a su ritmo? Deja que la haga correrse con la boca. Eso la aliviaría.

Emmett se burló de él.

Hoy sí, pero ¿y mañana? Es una mujer que se merece disfrutar de una sexualidad plena y feliz. Ya lo he hablado con ella. Está tomando la píldora y está preparada. Está empapando mis dedos. Ambos le importamos. Y los dos la adoramos.

Edward comenzó a sudar.

Lo que sugieres es… permanente.

Exactamente lo que tu deseas. Lo que yo deseo. No permitas que el miedo que sientes lo estropee todo.

Edward cerró los ojos con fuerza un momento, reconociendo la verdad.

Has planeado todo esto, hijo de puta. Me has estado forzando desde el principio.

Emmett sonrió.

- Empezaba a preguntarme si seríamos viejos antes de que encontraras el valor para hacer el amor con ella. – Emmett miró el reloj – Ahora lo sabré. Han terminado tus treinta segundos.

Edward no dijo nada. Permaneció callado mientras reflexionaba sobre las palabras que le había dicho Emmett.

Bella le importaba más de lo que quería admitir, pero el no podía ofrecerle nada. Nada excepto un pasado traumático, un presente paranoico y un futuro donde la mayoría de la gente los vería como depravados.

Emmett colocó a Bella, impaciente, sobre la vieja mesa de la cocina y se deshizo de sus vaqueros, la agarró de las caderas y se sujetó el miembro.

¿Qué demonios haces? – dijo Edward empujando a Emmett y apartándolo de Bella - ¿Es su primera vez y pretendes mantener relaciones sexuales sobre la mesa de la cocina?

Bueno – dijo Emmett encogiéndose de hombros – me la llevaré a la cama y la follaré allí.

Edward observó como Emmett le tendía la mano a Bella, y ella dudosa vaciló. Lo miró con miles de preguntas en su mirada.

¿Quieres ser el primero? ¿Te importo?

¿Necesitaba Edward estar ya dentro de ella? ¿Quería ser el primero en hundirse en su cuerpo y tomar una parte de ella que ningún otro hombre tendría jamás?

Sí, por supuesto que sí. A todo.

¡Ni lo sueñes! – gruñó Edward levantándola de la mesa y estrechándola contra su cuerpo.

Ella le envolvió automáticamente las piernas en la cintura al tiempo que él amoldaba su boca a la de ella, saboreándola desesperadamente con la lengua.

Su sexo le estaba empapando la tela de los vaqueros. Eso era muy bueno. Necesitaría de toda esa lubricación.

Edward apartó la mosquitera de la cama y la depositó en ella.

Ante él, ella se mostraba como una diosa, perfecta, bella y radiante.

¿Estas segura, gatita? – preguntó con voz ronca.

Sí. Por favor, ya. – asintió removiéndose.

¿Estás hablando tú o el deseo? Emmett te ha llevado a un punto…

Deseo esto, te deseo. – le interrumpió – Ya lo hacía antes de que el me pusiera la mano encima. – susurró, deslizando su mano hasta su clítoris para acariciarse a sí misma, llevando a Edward cerca de la locura.

Edward sintió como se le aflojaban las rodillas. La agarró de la mano y se la apartó. Quería ser él quien la hiciera llegar al orgasmo.

Edward tragó saliva. Joder. Lo iba a hacer. Iba a olvidarse de todo lo demás y a hacer el amor con ella. Iba a ser su primer amante. A reclamarla. No podía impedirlo, no quería evitarlo.

Te dije todas aquellas cosas horribles para que te fueras, pero no sentía lo que dije.

Lo sé. Te perdono.

Edward jadeaba. Bella era tan maravillosa que entendía que no había querido decir aquellas cosas. No se la merecía, y esperaba no destrozarle la vida. Pero no podía negarse más a los que todos querían. Y no sólo necesitaba su cuerpo, sino que también necesitaba sentirse unido a ella como sólo podían estarlo dos personas.

Gracias – miró a Emmett con el corazón latiendo a mil por hora - ¿Me das un condón?

No.- respondió Bella.

Está tomando la píldora – le recordó Emmett.

Edward se volvió hacia ella, se le quedó mirando fijamente y no pudo evitar darle un beso devorador en la boca al mismo tiempo que le rozaba el pezón con el pulgar.

¿De veras?

Bella se arqueó ante la caricia.

Fui a ver a un médico después de dejar a Jacob. Esperaba que ocurriera esto.

Edward sintió rebosar de alegría. Ella estaba a salvo. Podría hundirse en ella, y sin protección.

Un segundo…

Dame un condón – la píldora no era totalmente segura, por eso le hizo esta petición a Emmett.- Es sólo por su seguridad. No quiero que le pase nada. – terminó pasándole la mano por el pelo a Bella.

No quiero que nada se interponga entre nosotros. Por favor…

La mirada de Edward hervía de deseo. No podía apartar la mirada de ella. Ahora observaba los moretones y puntos que tenía, recordándole que podría haberla perdido antes de haberla reclamado si quiera. Tenía que poseerla ya.

Gatita – dijo con voz áspera – te prometo que estoy sano. Siempre he tomado precauciones. Me hago reconocimientos médicos con regularidad. Yo nunca… - tragó saliva – Estás segura conmigo.

Lo sé – Bella le acarició suavemente la mejilla – Entonces yo también seré la primera para ti. – dijo como si ella quisiera reclamarlo a él.

El deseo de Edward se incrementó, haciéndole abandonar cualquier pensamiento.

Así es. – se bajó de golpe los vaqueros y se subió lentamente en la cama, tumbándose a su lado.

La besó, brusca y exigentemente. Bella ladeó el rostro para profundizar el beso.

Edward sintió que Emmett se subía a la cama.

Interrumpió el beso, clavando la mirada en su primo. Abrió la boca y la cerró de golpe.

¿Cómo podía haberse olvidado de Emmett, cuando él no se había acostado sólo con una mujer en 12 años? Ahora tendría que recordarse que él no sería el único hombre en la vida de Bella.

La idea le provocó una sensación de rechazo absoluto. Apartó sus pensamientos. Necesitaba a Emmett allí. Si pasaba algo no podía ser el único responsable. Por si acaso…

Aquel miedo que lo consumía le recordaba porque tenía que compartirla.

Negando con la cabeza volvió su mirada a Emmett, que rodeaba uno de los rígidos pezones de Bella con la lengua. Él se dedicó al otro, humedeciéndolo, pellizcándolo con los dientes. Bella separó los muslos.

Edward deslizó una mano por la suave piel de su vientre y siguió bajando hacia su sexo, mojado, empapado e hinchado. Ella jadeó.

El clítoris de Bella palpitaba. Bien. Edward estaba en el mismo estado.

Deslizó lentamente un dedo en su interior. Su canal era muy estrecho. Jadeó. Añadió un segundo dedo, introduciendo ambos más profundamente. Menos mal que se había corrido dos veces ya ese día, o hubiera explotado nada mas entrar en Bella.

Pero cuando introdujera su miembro iba a lastimarla. Edward odiaba aquello. Hizo un movimiento de tijera con los dedos, dilatándola para minimizarle el dolor.

Más – exigió ella.

¿Más adentro? – preguntó mientras empujaba los dedos en el interior hasta la empuñadura.

Emmett se dedicaba a lamerle los pezones.

Más adentro, mucho más. Quiero estar llena de ti. – Edward casi se mareó ante su respuesta.

Quiero llenarte gatita. Creo que no he querido nada más en la vida.

Estás haciendo lo que tienes que hacer – murmuró Emmett, trazando un sendero de besos por la barbilla de Bella.

Los pezones de Bella estaban rojos. Hinchados. Muy duros. Estarían muy sensibles por la mañana, pero no ahora, dado que Bella los empujaba hacia Emmett para que volviera a meterlos en su boca.

Levantándose de la cama, Edward se pudo de pie a su lado, y acariciándole los muslos y las caderas, la acercó al borde de la cama, haciendo que le rodeara las caderas con los muslos.

¿Edward?

El se inclinó y le dio un beso en su vientre.

No voy a irme. En esta posición puedo controlar mejor el ángulo y la presión. Si te duele demasiado, podré retirarme.

O esperaba poder hacerlo.

- Un poco de dolor no me hará daño.

- También dejo sitio para que Emmett se dedique a otras partes de tu cuerpo. – dijo deteniendo sus dedos para hacer círculos sobre el clítoris. – Confía en mi. Al final de la noche te sentirás bien follada.

Bella enlazó las piernas en torno a su cintura, atrapándolo entre ellas.

¿Me lo prometes?

Edward sonrió. También quería que Bella se sintiera bien amada.

Sí – graznó – Oh, sí.

Bella sonrió radiante, haciendo que el control de Edward se evaporara.

Cogiéndose el rígido pene con la mano, lo guió a la pequeña e hinchada abertura. Parpadeó.

Edward se inclinó hacia delante un poco e introdujo el glande en el interior de Bella. Mierda. Era tan caliente y estrecha. Bajo él, Bella se movió con agitación, forzándolo a penetrarla un poco más. Agarrándola de las caderas, se introdujo un centímetro más.

Hasta tropezar con su hímen.

No te detengas – le imploró.

No hubiera podido detenerse aunque hubiera querido. Pero un millón de y sis le martilleaban en la cabeza: ¿Y si la lastimaba demasiado? ¿y si no le gustaba sentirlo en su interior? ¿y si no estaba tan preparada como pensaba?

Y lo peor, ¿y si volvía a repetirse la misma historia?

Estás pensando demasiado – dijo Emmett. – la quieres, y a menos que me equivoque, la amas. Está protegida y yo estoy aquí. No puede ser más perfecto.

Emmett tenía razón. Tras doce años, había llegado el momento de darse otra oportunidad.

Edward agarró la cadera de Bella con la mano izquierda. La derecha la deslizó a su sex, donde comenzó a trazar círculos con la yema de sus dedos en su clítoris. La acarició hasta dejarla sin aliento.

Tras haberle negado el clímax tantas veces, ella comenzó a suplicar.

Por favor, Edward. Ahora. Dios, ahora…

Volvía a estar a punto de correrse, y no iba a impedírselo esta vez.

Colocó ambas manos en sus muslos, abriéndola más y empujó con fuerza. Se deslizó hasta que por fin estuvo dentro.

Estremeciéndose, Edward se dio cuenta que jamás se había sentido tan bien con una mujer. Se sentía… como en casa.

Bajó la mirada a ella, que lo miraba con los profundos ojos castaños brillantes por las lágrimas contenidas. La culpa ante su dolor lo inundó.

Lo siento – gimió él.

Ahora viene la mejor parte, ¿verdad? – jadeó – Ni se te ocurra detenerte ahora.

Edward debía aliviar su dolor.

Obligándose a permanecer inmóvil, Edward giró de nuevo las yemas de sus dedos sobre el clítoris de Bella, aliviándola y excitándola aún más. Le hervían los testículos con su miembro envuelto en esa apretada funda, pero no se movió. Emmett comprendió su propósito y lo ayudó, acariciando los pezones de Bella y besándola profundamente en la boca.

Poco después, Edward sintió como ella se tensaba en torno a él, apretándolo más todavía. La explosión era inminente. Edward quería que se corriera ahora, por si acaso el resto del coito era demasiado doloroso para ella.

Poco a poco, los sollozos de Bella se transformaron en gemidos, y los gemidos en un espectacular grito de liberación.

Dios, era hermosa así unida a él, rendida al placer.

Apenas podía contenerse, pero lo haría. Llevaba demasiado tiempo queriendo eso como para correrse a la primera de cambio. Y Bella había esperado demasiado para su primera vez, y no dejaría que todo acabara tan rápido. Quería que esto fuera especial para ella.

Cuando las palpitaciones del orgasmo cedieron, Edward se retiró hasta que solo el glande permaneció en su interior, y empezó un suave ritmo, penetrándola lentamente para luego retirarse. Ella respondió jadeando, acercándose a él. Mirándolo con admiración.

Edward. Tú…oh… ¡Oh, Dios mío! – jadeó ella – Ese roce es…

Eso es, gatita – El también lo sentía. Sin el látex, el roce piel contra piel los recompensaba con sensaciones asombrosas. Pero no sólo sentía algo físico, sino que sentía a Bella dentro y fuera, y quería que ella también lo sintiera.

No creía que fuera fácil hacer que se corriera de nuevo. Pero iba a intentarlo con todas sus fuerzas. Deslizó su glande desnudo por las paredes, rozándolo contra su cervix mientras ella lo acogía en su interior.

Dobló sus rodillas, y se aseguró que el extremo de su pene rozara contra la pared superior de la vagina, deslizándolo suavemente hasta que ella contuvo el aliento, tensándose en torno a él.

Te tengo. Pensó con una sonrisa.

Había encontrado su punto G.

¿Quieres volver a correrte? – preguntó aguijoneando aquel nudo de nervios. Ella asintió débilmente.

¿Lo harás conmigo?

Cuando el se sumergió de nuevo, el roce le hizo poner los ojos en blanco.

Oh, por supuesto.

Emmett le acarició a Bella las mejillas, apartándole el pelo de la frente.

Eres asombrosa – murmuró – Quiero que te abras. Has aceptado cada centímetro de Edward a la perfección. Quiero ver como te corres de nuevo. Hazlo por mí. El solo pensarlo me pone a cien. No quiero imaginar que provoca en Edward.

Emmett era muy bueno con las palabras. Había conseguido excitarle más incluso a él.

Emmett apartó los dedos de Edward de su clítoris y los reemplazó con los suyos.

Aaaaaaaaah – gimió Bella. Estaba a punto de alcanzar el orgasmo de nuevo.

Mientras miraba como su miembro penetraba en el cuerpo femenino, Edward supo que ella lo acogía de buen grado porque él le importaba.

¿Te gusta sentirlo dentro de ti, cariño? ¿Te gusta sentirte llena?

Ella asintió con la cabeza mientras Edward volvía a rozarle el punto G con su pene, y Emmett le acariciaba el clítoris. Bella le agarró del brazo, cogió a Emmett por el pelo y gimió.

Me encanta observar cuánto te gusta esto, tan entregada y excitada – masculló Emmett.

Edward tragó saliva, intentando no correrse. Bella parecía estar llegando al clímax. Ojala no tardara mucho.

Emmett se inclinó sobre sus pezones, los mordisqueó y succionó, con un ritmo intoxicante.

Bella latió en torno al miembro de Edward. Este la animó.

Sí, gatita. Eso es. Córrete por mí. Quiero sentirte…

Bésame – le rogó.



Edward miró a Emmett, que asintió con la cabeza. Luego se inclinó hacia delante hasta apoyar su vientre en el de ella. Sus pechos se rozaron, con caricias ardientes. Edward asaltó sus labios, fusionando sus bocas. Bella jadeó entrecortadamente.

Edward movió su cuerpo con la misma violencia que su boca, aferrándose a las caderas de Bella. Ella le rodeó con las piernas acercándolo a ella más profundamente. Sus caderas se estrellaron una y otra vez.

La muchacha gritó con fuerza en su boca. Su cuerpo se convulsionó y Edward la apretó con fuerza, bombeando sin piedad.

Luego, una luz ardiente y cegadora lo envolvió, consumiendo todo su cuerpo. Un placer sublime estalló en su miembro y algo se abrió en su pecho cuando se vació en ella, inundándola con su pasión, con su semen.

Algo que se parecía sospechosamente al amor.
 
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4 comentarios:

  1. no tengo palabras, madre de dios!!!! que fuerte!!!
    me encantó!!!!

    besos

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  2. Como espere este capitulo!!! estuvo genial y mas que eso finalmente Edward se animo a darle lo que ella le pedía.
    Ahora solo me resta saber que coño le paso a tanya que lo traumo de esa forma.
    Cuidate mucho y nos leemos siempre...
    http://miangelpersonal.blogspot.com/

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  3. OMG dios mio que emocionante este capitulo y ademas me entriga saber que paso con Tanya que traumo a Edward ,,Sigue asi linda...Besos...

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  4. wow wow ... esto si q eleva ... besos!!!

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Graciias por dejar tus palabras, estas hacen que quiera seguir escribiendo, y que cada día le ponga más ganas!!

Gracias al blog smilersheart.blogspot.com
por esta firma :)
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